—El encuentro está acordado en esta habitación en media hora — Tiago me da la llave que necesito —, solo puedes entrar tú. Esperaré aquí.
No me agrada la petición de mi madre, pero tampoco me afecta cumplirla. Tiago se va a saber dónde mientras que yo voy directo al ascensor del hotel. Me siento orgulloso de las reformas que se lograron, quedó tal cual como esperaba.
Busco con la mirada el número de la habitación y me dirijo a ella al ubicarla. Ernesto y Mariano se detienen en la puerta quedando a cada lado haciendo guardia mientras llega la persona con la que me reuniré. Es simple, una cama, un sillón y una mesa, espaciosa pero he visto mejores.
Voy en busca de una bebida, el calor se torna insoportable y el estrés que llevo estos días no ayuda. Con mi vaso de whisky en la mano me siento en el sillón, mirando hacia la puerta, esperando la entrada.
Mi móvil suena y lo reviso atento a cualquier inconveniente en casa. Con los padres de Adara rondando tenemos que ser más cuidadosos, sumándole la incomodidad de ella por la discusión con su padre, y lo extraño que se me hace estar lejos, siento que me falta algo.
Mensaje de Mi Diosa:
« Quiero los bombones que comimos en Múnich:( »Mensaje de Mi Diosa:
«Pedí que me los trajeran, pero según Marie no los encontraron»Mensaje de Mi Diosa:
«Y no, no quiero otros, quiero esos que tenían relleno de fresa y los que tenían chocolate blanco por encima»No puedo evitar reírme por su actitud, se ha vuelto más malcriada que antes, y si no obtiene un antojo, no me deja en paz ni a mí ni a nadie con su mal humor.
Mensaje para Mi Diosa:
«Veré que puedo hacer»Detesta ese tipo de respuestas, pero sabe que lo voy a conseguir, porque si ella lo pide, yo se lo daré. Envío un par de mensajes para que me traigan varias cajas de los bombones que mi diosa ha pedido y me interrumpe el sonido de la puerta.
Entran un par de mujeres despampanantes escoltadas por mis hombres, ambas llevan vestidos provocativos y muy llamativos, con escotes pronunciados que realzan sus cuerpos esculpidos por el bisturí.
A simple vista solo parecen dos mujeres sencillas con buenos cuerpos, pero conociendo su historial y la importancia que tienen en el bajo mundo, me queda claro que son todo lo contrario.
—Que sorpresa — dice una de ellas, la más joven y coqueta —, creí que el pequeño León era más pequeño e inocente.
Se pasea por la habitación ojeando todo a su alrededor, va hasta el mini bar y saca una botella de agua. Su socia me mira seria sentada en el taburete de la encimera del mini bar.
—Sorpresivo es que la Leona nos necesite — comenta la otra burlona —, justo después de todos los acontecimientos recientes...
Dejo que hablen y especulen, no me interesa responder a ninguna de sus dudas, vine por otra cosa.
—¿Entonces? Ahora resulta que eres mudo — se ríe acercándose a mí. Se sienta sobre mis piernas y me mira los labios y el rostro en general —. Eres una cosita preciosa.
Sonrío de medio lado satisfecho. No me interesan de ninguna manera, no a mí. Toma confianza por mi reacción e intenta besarme, pero la mano que tenía libre va directo a la raíz de su pelo con fuerza, nada sutil.
—¿Eres así de lanzada con todos?— pregunto burlón y se mueve incomoda y ofendida —, que poca exclusividad de tu parte.
Chilla quejándose por la presión en su cabeza y no la suelto, la mantengo encima de mí casi suplicando, pero al final me aburre su reacción y la dejo levantarse.
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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...