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—¿Crees en el destino?— pregunta apoyada en mi pecho, luego de varios minutos en silencio.

—No lo sé, un poco quizá — respondo medio adormilado.

—¿Hay algo de lo que te arrepientas? Algo que no volverías a hacer por nada del mundo — sigue con las preguntas pero sin mirarme.

Lo pienso un momento y la verdad es que no. No hay nada de lo que me arrepienta o que no volvería a hacer.

—No, todas mis acciones han sido con fundamento, y puede que haría alguna que otra mejor o diferente, pero no cambiaría nada.

Alza la cara y me mira desde abajo, sus ojos iluminan la estancia entre tanta oscuridad, la luz de la luna que entra por las ventanas resalta su silueta desnuda apoyada en mi con una manta cubriéndole solo un poco.

—Algunas veces pienso que si mis acciones pasadas hubieran sido diferentes, mi vida ahora sería mejor — acaricia con sus uñas mi mandíbula mientras habla —, pero la verdad es que soy feliz tal cual está todo.

—¿Cambiarias algo?— pregunto curioso.

—Creí en algún momento que si te hubiera ocultado el embarazo ahora mismo lo tendría creciendo dentro de mí — sabía que iba a salir el tema —, pero me di cuenta de que no hubiera sido un embarazo feliz, ni me hubiera sentido completa.

La escucho atento, pero no sé qué responder. ¿Qué le dices al amor de tu vida cuando te confiesa que todo sería diferente de no sé por ti?

—Quizá simplemente no era el momento — admito al final, encontrando una frase adecuada.

—¿Cuándo lo será?— pregunta un poco decaída —. Cada día pienso en lo que sería, en cómo me vería, como sería nuestras vidas. Veo a tu hermana con los mellizos y siento su amor y la felicidad que siente, veo a Luna jugar con Emmy y es relajante — se apoya en su brazo quedando más alta y mirándome desde arriba —. Quiero sentir esa dicha de tener a alguien que siempre amaras sin importar nada, que siempre estará.

—¿Quién te ha hecho creer que no mereces algo así? — pregunto intentando indagar más en el fondo de lo que siente.

—Nadie, solo que... no sé, quiero poder darle todo mi amor incondicional a una persona que será como yo o mejor, enseñarle y acompañarle en cada día de su vida para que sea alguien feliz y que se sienta amado.

—Quieres darle lo que tus padres no te han dado a ti — aclaro sus ideas y se queda en silencio, lo que me confirma la fuente de todo.

—¿Es tan malo querer eso?— se ve afectada, aunque no llora sé que le duele —. Todos sueñan con ser ricos, tener éxito, viajar y conocer. Yo sueño con tener una familia, hijos, estar en casa y darles amor, enseñarles a ser ellos mismos sin importar lo que les guste o no.

—Si estás intentando convencerme de tener hijos lo estás logrando — bromeo un poco aunque sé que es un tema serio, pero quiero que se sienta mejor.

—No se trata de convencerte o no Nico, porque eso ya es tu decisión, no la mía — suspira cansada y se vuelve a acostar en mi pecho —. Solo quiero cumplir mis sueños y alejarme de todo lo demás.

—Lo que debes entender es que un niño no es un juego para experimentar — intento hacerle ver las cosas, pero me interrumpe.

—Quiero un hijo porque quiero brindarle apoyo, amor y cariño, porque sé que puedo darle todo lo posible, porque sé que estará bien a mi lado, no porque crea que es un experimento.

—Tendrás que dejar de hacer muchas cosas que te gustan. Boxear, entrenar fuerte, los viajes caóticos, y lo más seguro será no salir de casa hasta que nazca, por seguridad...

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora