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— Tiago ni se te ocurra tirarme, estas muerto si te atreves — Melissa intenta detener a mi primo, pero es casi imposible, sus amenazas no sirven.

Tiago la lleva cargada sobre los hombros, sin dificultad ni queja. Se mantiene serio pero en el fondo sé que está disfrutando tanto como el resto de la situación.

— Lo siento Mel, pero te dije que me dejarás en paz — no espera mucho más y en vez de tirarla, se lanza con ella a la gigante piscina.

Contexto. Melissa comenzó a joder a Tiago, como algo normal en ella, diciéndole que se moviera de sitio porque en ese daba menos sol y ella no quería broncearse tanto. Tiago le dijo que no, ella insistió e intentó quitarlo a la fuerza, así que el solo la agarró por las piernas, y directo al agua.

— Te voy a matar — grita saliendo del agua, supongo que trago un poco porque estaba quejándose antes de caer —. Te dije que no lo hicieras.

— Y yo te dije que me dejarás en paz, estamos a la par —sale del agua tranquilo y deja atrás la furia de Melissa, se sienta de nuevo en su tumbona bajo la sombra y bebe de su copa —. ¿Alguien más? No verdad.

— Cuanto apostamos a que la venganza de Melissa va a ser muy común y obvia — comento mientras ella sale del agua —. Seguro que esconde la ropa, o te echa agua fría mientras estás en la ducha.

— Será mejor que no, es mejor no iniciar una guerra de bromas entre nosotros, vivimos casi que juntos — intenta ser maduro y todo eso, pero es obvio que desea que Melissa se vengue para poder responderle mejor.

—¿Vamos a cambiarnos? — le pregunto a Mhia, sigue perdida en su mundo luego de la segunda discusión con su padre —. Por la noche echamos un juego de billar, así pueden liberar tensiones.

Nos levantamos y ella me agarra de la mano con fuerza, la entiendo. Melissa escucha lo último, mientras se seca para sentarse.

— ¿Liberar tensiones? ¿De qué hablas? — pregunta fingiendo demencia, pero sabe que entre todos hay mucha tensión.

— Da igual, jugaremos un poco y listo, lo de siempre.

Caminamos hasta la cabaña porque no me apetece conducir, así Mhia se puede distraer un poco.

— Crees que si planeamos bromas para los chicos, terminemos peleando o algo — pregunta con fingida inocencia, algo planea —. Digo, tirarles agua helada, esconderles la ropa, el móvil y cosas así, inocentes.

— Cuando lléguenos escondemos el cargador de Melissa, es lo que más odia — las risas no faltan por las ideas tan inesperadas, pero así le damos un toque de diversión a lo que queda en Santorini.

Tardamos al menos diez minutos en llegar a la cabaña, entre risas y planes para la siguientes bromas, algo ligero pero que nos mantendrá entretenidos.

— Ve a ducharte, mientras me encargo de la broma a Melissa — ella asiente y mientras entro en la habitación desordenada de mi tía.

Busco por encima el cargador del móvil sin tocar mucho, y no es difícil desaparecerlo, con tanto desastre es normal que lo pierda. Cambio de sitio todo, al igual que con la tablet y el ordenador, tardará al menos media hora en encontrarlos.

Salgo corriendo para evitar que me encuentren aquí, porque se iría todo a la mierda.

Mhia sale de la ducha y entro yo, no me entretengo mucho porque quiero ver la reacción de Melissa cuando entre buscando como loca su cargador y no lo encuentre.

¿Qué me pondré esta noche? Lo de siempre, bermudas oscuras, camiseta clara, y esta vez, unas sandalias para variar.

— Chicos, ¿alguno ha visto mi cargador? — pregunta Melissa saliendo de su habitación aún en bikini.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora