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—Es un sitio precioso. Lo imaginaba diferente, menos acogedor — comenta la madre de Adara observando las instalaciones del club de equitación —. No puedo imaginar cómo son las caballerizas y el exterior.

—La intención desde un principio era esta. Un sitio acogedor y más privado, para evitar situaciones incómodas con las cámaras y la gente en otros lugares — le explico a medida que avanzamos por los diferentes salones —. Mientras preparamos los caballos para las carreras, estamos acondicionando algunas habitaciones para apuestas.

—Hoy en día muchas personas siguen apostando, y los caballos siempre serán una buena inversión — comenta su esposo con confianza.

—Mi primo y yo quisimos algo completo desde el principio y lo estamos logrando — pasamos al pasillo de las habitaciones —.A pesar de que ya no pasamos tanto tiempo aquí por el trabajo, me gusta para pasar una tarde tranquila. Por aquí pueden dirigirse a la habitación que les comenté  y tendrán todo lo necesario para montar y recorrer con comodidad y seguridad las instalaciones exteriores.

Se van para cambiarse y yo me dirijo hasta mi habitación donde se encuentra Adara probándose ropa nueva de montar porque la antigua ya no le sirve. Finge que no ha estado llorando y se da la vuelta al verme entrar, se mira en el espejo y sorbe su nariz por llorar.

—Bonito culo — la halago apoyándome de uno de los muebles y se gira mirándome mal —¿Qué? Solo digo la verdad.

—Estoy gorda, dentro de poco no podré ni moverme — se limpia las lágrimas con brusquedad y mueve su pantalón con fuerza.

—Estas embarazada Adara, no gorda. Es muy diferente una cosa de la otra — mi tono es serio y mi mirada también —. A pesar de que es lo que querías, no pareces feliz.

—Claro que estoy feliz. Amo como día a día crece más mi barriga y sentir cuando se mueve con el frío y los chocolates — dice con un tono ahogado, ronca —. Es lo que más quería en este mundo, no he dicho lo contrario...

—¿Entonces por qué llorar y sentirte mal por ese crecimiento natural de tu barriga?—pregunto manteniendo la distancia pero con un tono cercano y bajo, tierno quizá.

—Porque recuerdo a ese par de chicas que se bajaron del avión y me veo ahora a mi y lo único que quiero es largarme a un sitio donde nadie me vea hasta que tenga a mi bebé — admite llorando de nuevo, frustrada —. Puede parecerte una tontería, algo estúpido o sin sentido. Pero me veo en el espejo y solo se viene a mi mente la imagen de ellas con sus cuerpos tan perfectos, a tu lado...

—No estaban a mi lado. No están conmigo ni con nadie, están secuestradas. No son chicas bonitas con cuerpos bonitos y ya, una de ellas fue operada ayer porque se está muriendo con los implantes en los senos que le pusieron. La otra fue vendida a hombres mayores desde los 15 y ahora llora con miedo creyendo que tendrá que volver a hacerlo — abre los ojos sorprendida y deja de llorar, escuchando atenta —. Yo te veo y solo puedo pensar en lo perfecta que eres. Jamás encontraría a alguien como tú, nadie podría superarte en ningún sentido. No estás gorda, estás embarazada, y eso me parece la mayor demostración de perfección. No unos cuerpos bonitos, esculpidos por un bisturí y sin mayor atractivo que el sexual.

—Si lo que querías es que dejara de llorar, lograste todo lo contrario — dice riendo un poco a la vez que las lágrimas caen por sus mejillas.

Se acerca con un puchero sin limpiar sus lágrimas y recuesta su cabeza en mi pecho, abrazándome por la cintura. Peino su pelo con cuidado y acaricio su espalda para calmar sus sollozos.

—Se está moviendo — dice más tranquila, me mira con una sonrisa y agarra mi mano para que toque su barriga —. ¿Lo notas?

Siento un leve movimiento por dentro de su barriga que se repite varias veces. Mi pecho se comprime con todos los sentimientos encontrados, lo extraño que es y a la vez tan increíble, me emociona sentir como se mueve, es agradable, tierna la situación.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora