—¿De verdad vas a pasar el último día en el hotel, en una cancha de tenis? — me mira como si estuviera loco, pero de verdad lo necesito.
—Necesito distraerme — respondo lo obvio, la tensión crece con los días y somos muy malos disimulando —. ¿Me acompañas?
Tiago asiente, tampoco se encuentra del todo bien, muchas emociones fuertes para una sola semana.
Conduzco entre los caminos para llegar hasta las canchas de tenis, un poco de ejercicio será suficiente para aclarar mis ideas, mejorar mis decisiones y dejar de culparme por cosas que no controlo del todo.
—¿Por qué te culpas tanto? Ambos estaban borrachos, ninguno fue obligado, dejaron claras las cosas y todo eso, déjalo estar — corta el silencio al notar mi incomodidad.
Todo parecía fácil el día siguiente de la fiesta, fue solo un accidente, ambos ignoramos la situación, nos centramos en Mhia y el viaje, todo bien. Pero en realidad, la tensión creció mucho, solo nos hablamos para hablar de ella, Jessie sigue molesta por la fiesta sin su permiso y todos notan algo extraño.
— No soy de los que creen que la borrachera justifica los actos — admito mi culpa, quería matar la tensión entre nosotros de alguna manera —. Me siento culpable porque seria capaz de volver a hacerlo, sobrio o borracho.
Me mira asombrado, supongo que no se esperaba eso. Dimos a entender que no había sucedido nada, pero la realidad, por mi parte, es otra.
— Vaya — se cruza de brazos, mira el frente con el ceño fruncido, pensando —. Pero, no son familia de sangre, se conocen desde hace dos años nada más, no deberías sentirte tan culpable.
— Eso mismo pensé yo para justificarme, pero es como si tú te besaras con Camila. No son familia de sangre, pero hay un cariño y respeto aunque sea mínimo, ¿no? — lo miro por un momento, y sigue igual que antes.
—Buen punto — responde serio, pensativo —. Quizá si lo hablan, diciendo las cosas claras y directas, pueden acabar con esto, o continuarlo. La cuestión es, ¿volverías a hacerlo?
Lo pienso unos segundos, no quiero responder a la ligera.
— No lo sé — es tan simple como complicado —. En ese momento solo pensaba en que quería que se callara de alguna manera, fue un impulso.
— Pero ahora estás confundido porque no fue tan malo como pensabas — termina la frase por mi.
Detengo el auto enfrente de las canchas, la frustración me matará algún día.
—Había mucha tensión entre los dos, sí. Fue un impulso que me termino gustando, y al parecer a ella también porque horas después vino a buscarme — digo en voz alta lo que ya pensaba —. Pero, eso no significa que exista alguna atracción o algo parecido.
— Insisto, deberían hablarlo y aclarar lo que piensan y sienten. No es un tema fácil de tratar, y quien sabe cómo reaccionaría Jess si se entera... — eso último lo dice en un tono tan bajo que da miedo —. En fin, ¿jugamos?
Bajamos del auto y llevamos las raquetas junto con las pelotas. Es un juego divertido, que se nos da bien, y de destreza bastante.
— ¿Sabes que es posible que regresen a Mhia a su país no?— lanza la primera pelota con un buen saque —. Debemos adelantarnos.
— Hable con mi madre ayer sobre eso — respondo a la vez que golpeo con fuerza la pelota rebotando contra la pared de enfrente —. Según, ella se encargará de que Mhia quede bajo su tutela hasta que cumpla los 18, algo así como su representante legal, pero no familiar.
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Vida perfecta (III)
Narrativa generaleLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...