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—Para ver — me siento a un lado de mi primo en las tumbonas cerca de la piscina. Muestra las hojas de lado y las agarro—. ¿Entonces cómo procedemos?

—Por ahora no podemos, necesitamos pruebas a tu favor, testigos, muchas cosas que puedan verificar que sólo te defendías — suspira agotado y se sujeta el puente de la nariz —. En caso de que te crean, no te condenarán, pero todo depende de las pruebas y el caso que armemos.

—Aquí dice que la defensa propia también puede ser para defender a otra persona — leo las hojas escritas con su letra y asiente —, entonces es aún más fácil, ¿no?

—El problema está en que el cadáver desapareció, y eso ya sería voluntario — niega estresado y paso mi mano por su espalda para que se calme.

—Lo estás haciendo genial primo, parece que eres un abogado de verdad — bromeo para relajar el ambiente y se ríe sin ganas —. Creo que sé cómo conseguir que me crean.

—¿Ah si? ¿Cómo? No habían cámaras ni nada que demuestre que atacaban a las chicas — me mira confuso y le sonrío fingiendo inocencia.

—Ven que te lo explico — se acerca a la hoja en blanco en la que empiezo a escribir mi plan.

Detallo cada frase, movimiento y personas presentes. Repito la situación en mi cabeza para modificarla en la coartada, y él me ayuda en los puntos con fallos.

—Pero nada de esto será posible si nuestros padres no aparecen — se queja frustrado y lo entiendo —. Ninguno da señales, nadie viene. Llevamos tres dias aquí Nicolas, y en tres días nadie nos informa de nada.

—Créeme que esperaba estar menos tiempo — me sinceró con él y me mira extrañado —. No confío en nada ni en nadie ahora. De la nada entramos en un avión militar, viajamos horas y horas, nos llevan en yate a una isla desierta y de casualidad tenemos una casa preparada con seguridad y personal contratado — relato todo lo sucedido el día que ocurrió todo —. Si no es mi madre la que está detrás de esto, no sé quién será.

—La verdad — se gira para asegurarse de que no hay nadie cerca —, es que no parece el modo de operar de tu madre, ni el de mi padre. Si es por ellos estaríamos en casa dando declaraciones para que el show sea nuestro aliado.

—Pero — me acerco para hablarle más al oído, en secreto —, si es el modo de operar de los rusos. Esos jodidos son genios planeando escondites.

—También hay que decir que estar aquí ayuda a Mhia — comenta más tranquilo que antes, animado —. Sigue decayendo algunas veces, pero el conversar con las chicas, dormir acompañada, vivir en la realidad pero sin emociones fuertes. Creo que eso sirve de algo.

—Desde que vi a ese par de mujeres supe que ayudarían mucho — asiente de acuerdo —. Son geniales, y nos dan ánimos a todos.

Veo llegar a las chicas riendo, parece que hablan de algo gracioso porque casi no pueden respirar. Las observó con admiración por lo fuertes que son, porque detrás de esas sonrisas gigantes y esas carcajadas tan naturales, hay sentimientos que suelen opacar la felicidad.

—Te dije que no lo agarraras — insiste Mhia hacia Adara y ambas vuelven a carcajear —, ¿de verdad creías que estaba muerto?

—No se movía y quise ayudarlo — se defiende la pelirroja —, para una vez que quiero hacer algo bueno.

Llegan hasta nosotros y se dejan caer sobre la arena , al otro lado de la mesa. Están rojas por el sol y respiran agitadas de tanto reír, pero se ven tan felices.

—¿Qué ha pasado? —no contengo las ganas de preguntar y ellas se miran para volver a reírse pero más calmadas —¿No van a decir nada?

—Adara... quiso agarrar un cangrejo... y le ... — intenta hablar bien pero la risa no la deja terminar la frase —, y le pico...

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora