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Mhia

¿Qué coño paso ayer? 

Recuerdo las tres rondas de chupitos en el bar.

Nuestra entrada a la discoteca, sin importar estar mezclados con más gente de lo normal.

Y ahí, fue donde comenzó todo el desastre.

Recuerdo

— Jessie nos va a matar cuando se entere que no estamos solos — grita Camila un poco borracha.

Sam ignora las posibles consecuencias de entrar en una discoteca, en un hotel, sin seguridad y mezclados con el resto del mundo. A nosotros nos da igual, pero la madre de Nicolás es muy estricta  cuando se trata de seguridad.

— Ronda de chupitos — repite esa frase cada vez que puede, y algunos meseros se acercan con bandejas repletas de los pequeños vasos —. Tres seguidos, vamos que ahora es que empieza esto.

Nadie se queja, todos aceptamos y disfrutamos de las bebidas dulces que nos entregan. Estoy segura de que beber con tanta prisa y directo no será nada bueno, pero, ¿quién le niega algo a Samantha?, exacto, nadie.

La música suena tan fuerte que siento que mis oídos van a estallar, pero la sensación se va cuando me dejo llevar por el sonido y bailo, todos bailamos y nos movemos al ritmo de la música que suena, supongo que es alguna electrónica, no lo tengo claro.

Busco una botella de agua en la mesa cerca de la barra y bebo con mucha prisa, no quiero tener resaca luego. Observó el ambiente, borrachos pero siempre cuidando de los míos.

Ti cambia tanto cuando bebé que impresiona su actitud, tan divertido, bailando y sonriéndole a todos, por eso intenta no beber más de la cuenta. Nicky se desenvuelve aún mejor que sobrio, baila sin parar, y como era de esperarse, tiene a más de una detrás de él y su encanto natural. Melissa también cambia mucho, se le nota suelta, bailando tranquila y con una leve sonrisa viendo a la nada. Camila baila muy cerca de su prometido, se susurran cosas y sonríen como tontos, se nota que se quieren mucho. Sam bebe como si no hubiera un mañana, no termina de tragar un chupito cuando ya tiene otra en la mano, y así más de cinco seguidos.

No pasa mucho tiempo sin que Nicky me busque, me encuentra con la mirada a lo lejos y al verme bien, sigue en lo suyo, no me obliga a ir, pero se asegura de que estoy a salvo.

Alguien tiene que ser razonable, si ellos beben como desquiciados, al menos yo tendré que mantenerme un poco más estable que todos.

O eso creía, hasta que Sam me encuentra, sentada y bebiendo agua. Su sonrisa es gigante, aún más de lo normal, niega con la cabeza y levanta un poco la mano para pedir algo.

— Oh no cariño, si la fiesta la empieza la tía Sam, no es noche para sentarse a pensar — su voz es tan divertida como siempre, grita para que le pueda escuchar y apenas traen la siguiente ronda, "me obliga" a beber dos seguidos —. Te quiero ver ahí, disfrutando y bailando hasta que caigas desmayada.

Cualquiera pensaría que es raro y muy preocupante la forma de beber y ser de Sam, pero quien la conoce entiende que sigue siendo la misma con o sin la bebida, y que sin importar nada, su sonrisa no desaparece y le gusta hacer que todos se sientan bien y felices.

Envuelve su brazo con el mío y caminamos agarradas hasta donde se encuentra el resto, el camarero se acerca con el resto de bebidas y nos las entrega con cuidado. Hay espacio suficiente para que nadie se caiga o choque, eso es muy bueno.

— ¿Por qué tan callada? — pregunta Mel con una sonrisa boba, mientras baila lento—. Aprovecha, esto no pasa nunca.

— ¿El qué?— pregunto divertida, es inevitable no actuar igual al resto.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora