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La primera en recibirnos es Emmy, supongo que es la única despierta tan temprano. Aún está en pijama y despeinada, pero alegra su expresión adormilada al vernos, a todos.

—Por fin volviste — va directo a abrazar a la rubia que se queda estática por unos segundos antes de regresarle el abrazo —. Me dijeron que vendrías pronto, pero pasaron muchos días.

—Se complicaron las cosas, pero ya estoy aquí, de nuevo — responde intentando parecer tranquila, pero mi hermana nota que algo le sucede.

—¿Por qué estás triste?— pregunta con inocencia.

—Estoy un poco cansada, de todo, pero estaré bien, tú hermano me lo prometió — se le corta un poco la voz, pero carraspea y se levanta del suelo agarrando a Emmy.

—Entonces será cierto, Nico no miente — la mira desde su altura con cierta ilusión —. Tienes el pelo más largo, me gusta.

Dejamos las pocas cosas que trajimos en el salón principal, y nos sentamos cansados del viaje. Hicimos un par de escalas para asegurarnos de que nadie rastreara nuestros movimientos y de tanto cambiar de avión, movernos de aeropuertos, cambiarnos y todo eso, se me hizo eterno, a todos.

Por suerte en todo el viaje Mhia se ha mantenido estable, decaída y con falta de energía, pero estable. Creo que fue gracias a la conversación que tuvimos con ella, le recordamos que no está sola y que podemos con esto, y funcionó, al menos un poco.

—Iré a cambiarme, no podemos perder tiempo — Melissa sube tan rápido como puede sin esperar respuesta.

—¿Por qué todos están tan cansados? Mami me dijo que estaban de vacaciones, y cuando la gente va de vacaciones descansa — comienza a hablar sin parar como de costumbre y todos la miramos atentos —¿qué? Es la verdad.

—¿En dónde está tu madre pequeña? — pregunta mi tío regresando de la cocina.

—Durmiendo, creo — se encoge de hombros y vuelve a centrarse en nosotros —. Están morenos, ¿fueron a la playa?¿Era bonita?

—Era preciosa, había árboles de todo tipo que daban mucha sombra, la arena era suave y blanca, el agua tan cristalina que se te veían los pies en el fondo — Mhia habla con pasión, con anhelo —, había un río precioso y cascadas gigantes que salían de las montañas escondidas — mi hermana la observa interesada y sonríe al escuchar la descripción —. Comimos muchas frutas del lugar y bebimos mucha agua de coco que según escuché, es medicinal.

—Vaya... suena genial — Emmy está impresionada, parece hipnotizada —. Sigue contándome, sigue sigue.

—En dónde te sentaras sentías paz, como cuando duermes, pero despierta. El único sonido era el del mar y los pájaros que cantaban todo el tiempo — veo sus ojos llorosos, pero sonríe con nostalgia —. Era como un lugar mágico, porque nunca había ido a ninguno que se le pareciera.

—¿Crees que pueda ir un día? Quiero conocer ese sitio — la pregunta viene cargada de emoción e ilusión.

Escuchamos pasos acercarse y por desgracia, nadie le responde a mi hermana. Mi madre se queda de pie, seria, imponente, pensativa. No dice nada, pero con solo mirarnos ya lo sabemos todo.

—Ni te creas que dejare que abras un caso, porque no — dice en un tono neutro, pero autoritario —. Melissa está encargada de borrar toda prueba, persona o sistema en el que estén registradas sus caras, nombres o voces — nos mira a todos, uno a uno —. Hicieron un buen trabajo estando solos, eso me enorgullece. Pero no permitiré que mi apellido, mi familia y mis negocios se ensucien por nada ni por nadie — habla con cuidado, ha meditado sus palabras a la perfección —. A partir de este momento, quedan relevados de todo lo relacionado a los negocios hasta nuevo aviso.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora