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Despierto con el brazo de Mhia sobre mi espalda, ella de lado y yo boca abajo. Ambos dormimos bien juntos, porque no nos abrazamos pero si sentimos la cercanía del otro. Mi amiga por fin pudo descansar luego de una semana entre pesadillas, y eso es suficiente para mí.

Me levanto con cuidado y voy directo a la ducha porque quiero ahorrar tiempo. El agua fría aclara mis ideas y respiro hondo para centrarme en lo que se viene de ahora en adelante. Mhia solo sabe una pequeña parte de lo que es mi familia, y ahora que entrará por completo me preocupa que quiera alejarse, aunque hasta ahora no ha demostrado nada como eso.

Pero es que tiene un buen corazón que no quiero corromperlo con la mierda de los Lombardi, que aunque no sea de sangre, con el simple apellido es como si te cayera una maldición.

Salgo con la toalla enrollada en la cintura y voy directo a mi armario para vestirme. Un traje negro simple con una camisa blanca sin corbata. La ocasión lo amerita, y a decir verdad me estoy acostumbrando a los trajes, no me quedan tan mal como creía hace un par de años.

Ella sigue durmiendo, y no me molesto en despertarla, aún es temprano y mientras más descanse mejor.

Busco los zapatos y me calzo, quedando listo en poco tiempo. Salgo y la encuentro despierta, sentada en la cama viendo a la nada. Se nota que descanso porque esta más radiante, pero en sus ojos se ve la preocupación y lo culpable que se siente.

— Buenos días niña — saludo con el mote que le puse porque le molesta y a mi me divierte —. Ve a ducharte y a vestirte, te espero para desayunar.

—¿Cómo puedes esta tan animado si te acabas de levantar?— se queja viéndome de arriba a abajo sin importarle ser obvia —. Y cómo puedes verte tan bien con traje si los odias.

—Deja el odio por el mundo, ve a prepararte que no podemos llegar tarde — se levanta de mala gana y va directo a mi baño.

—¿Puedes traerme mi ropa? Está preparada en mi armario, me ducharé aquí —entra al baño y yo salgo para buscar en su habitación lo que me pidió.

Busco y no es necesario rebuscar, todo esta listo sobre una mesa del vestidor, incluso las bragas que se va a poner. Agarro la falda, la camisa y el resto de cosas para llevárselo.

Lo dejo dentro de mi armario para que se vista ahí y no tarda en salir con un albornoz que la cubre y el cabello envuelto en una toalla.

—¿Trajiste todo?— pregunta al verme sentado sobre mi cama viendo el móvil.

— Todo está en el vestidor, te espero aquí — asiente y entra al armario-vestidor.

Reviso las redes sociales por encima, me centro en las fotos que subió Luci de una sesión que tuvo la semana pasada y admiro lo preciosa que es, y lo buena modelo, sabe lo que hace y se desenvuelve de maravilla.

—¿Qué tal me veo? — pregunta al salir del armario y da una pequeña vuelta para enseñarme su outfit.

Una falta de vuelo negra y una camisa manga larga blanca con los primeros botones sueltos, y un par de tacones de punta de color negro. Su pelo sigue mojado, pero no le importa, conociéndola sé irá así sin peinar.

—Me gusta, no es tan formal pero respeta el protocolo, buena elección — admito siendo sincero y ella sonríe satisfecha.

— Voy a peinarme un poco, ahora vuelvo — camina hasta la puerta y se detiene antes de salir —. ¿Me esperas aquí o nos vemos abajo?

—Te espero abajo, no tardes que vamos a desayunar.

El sonido de sus tacones resuena por el pasillo y bajo directo al comedor, mi madre se encuentra sentada a la cabeza y a la derecha Melissa comiendo una tostada mientras revisa algo en su tablet y Emmy al lado de Mel comiendo panqueques concentrada.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora