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La música sigue retumbando por todo el lugar, bajo las escaleras con calma porque no tengo prisa y me preocupo por seguir bebiendo para terminar la noche.

—¿En dónde estabas?— pregunta Tiago muy serio —. Ernesto  estuvo a nada de llamar a Jessie.

— Estaba... descansando — miento con descaro y él lo sabe.

— Claro, y por accidente ese descanso incluye sexo — pone los ojos en blanco pero se ríe de mí en mi propia cara —. Deberías arreglarte un poco.

— Parece que alguien más se está divirtiendo — comento al observar a Mhia bailar con una chica muy cerca.

— No te emociones, es la tercera en media hora — comenta Mateo uniéndose a nuestra charla en medio del salón rodeados de personas —. No sé qué es peor, oler a sexo o oler a alcohol.

— Dejen de quejarse, solo estaba durmiendo — miento con una sonrisa y ellos entienden la referencia, no quiero que nadie se entere, por el bien de Adriana.

Mhia busca a alguien con la mirada en medio del baile y nos encuentra cruzados de brazos observándola, y sus ojos solo piden ayuda. No tardamos en avanzar hasta ella y alejarla de la chica que se estaba pasando un poco con el toqueteo.

— Gracias chicos, si es por ella me follaba ahí mismo.

— Que grima — respondo viendo el sitio, muy cutre de su parte —. ¿Estás bien?

—¿Puede alguno subir y dormir conmigo? No quiero estar sola — pregunta tímida, como pocas veces pasa.

— Vamos, te acompaño — respondo dandole un abrazo de lado y los chicos asienten —. Que ellos sigan con la fiesta.

Estoy aburrido a decir verdad, por eso prefiero subir con mi amiga y hacerle compañía. Ahora mismo estas habitaciones son algo así como un hotel, por lo que es mejor entrar en la de Mateo.

—¿Por qué no vamos a la tuya? — pregunta curiosa —. Olvídalo, puedo imaginar la respuesta.

Cierro la habitación de Mateo y le envío un mensaje para avisarle. Busco una camisa en el armario y se la doy a Mhia para que se cambie su falda y ese top que se ve muy incómodo.

— Voy al baño, está la puerta cerrada, cámbiate tranquila — ella asiente y comienza a desvestirse.

Podría haberme quedado en esa habitación junto a Adriana, pero eso le daría algún tipo de esperanza y no quiero cargar con la culpa luego.

Me doy una ducha porque es cierto lo que dijeron los chicos y prefiero no dormir así. Gracias a que me quedo muy seguido aquí, Mateo guarda mi ropa en su armario así que solo salgo, busco unos pantalones y a dormir.

— ¿Mhia? — esta acostada boca abajo, con la camisa de Mateo cubriéndole hasta los muslos y su cabello rubio sobre la almohada.

— Dime Nicky— se gira para verme.

— En un caso imaginario — me siento en la orilla de la cama y ella se sienta apoyada en él respaldar para verme mejor —, que harías tú si en una fiesta vas a una habitación con un chico que te llama la atención, tienen sexo pero no le dices que eres 'virgen', y luego este se va sin más. ¿Lo tomarías como un idiota?

—¿Por qué no se lo diría? Después de todo es una construcción social, no es real la virginidad — pregunta confusa pero luego lo comprende —. Eres un idiota Nicolás, eso se pregunta.

— Lo sé, pero estaba muy borracho y ella me calentó y en ningún momento dijo que parase o que no quería.

— Vaya, ¿qué te asegura que no había estado con nadie más antes?— pregunta curiosa, es muy cuidadosa con estos temas.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora