Baño con delicadeza dentro de la bañera a Adara mientras aún duerme. Me encargo de quitar todo rastro de sangre y limpiar bien las heridas en su rostro, pasó una esponja sin moverla mucho y la enjuago con agua tibia. Al terminar la levanto un poco y dejo caer una toalla grande detrás de sus hombros, la cargo de nuevo y la dejo reposar sobre la cama.
Con otra toalla la seco con delicadeza y la visto con un vestido casual un poco ajustado, peino su pelo manteniéndola sentada y paso el secador sin exagerar con el aire para no quemarla. No se mueve, ni se queja, parece estar muerta en vida, pero no me preocupa, me centro en dejarla impecable para que cuando despierte se sienta otra.
Es preciosa como sea que la mire, y tenerla así, como una muñeca me da cierto sentimiento que no logro entender, no sé si es admiración, amor o lujuria. Quizá todas juntas.
Miro la hora y se hace tarde, programé el vuelo para la madrugada, para evitar encontrarme con nadie y llegar a nuestro destino a plena luz del día.
Vuelvo a alzarla como a una princesa y me aseguro de que no se golpee con nada y la cubro con una manta para que no pase frío al salir. Ernesto y otro escolta de los que contrate para ella esperan en la puerta del auto, entro al igual que antes dejándola apoyarse en mí y se queja un poco, supongo que por el frío.
Ernesto no pierde tiempo en ir hasta el aeropuerto, ahorrándose el tráfico por la hora, casi nadie circula por las calles. Entra directo a la pista privada y nos recibe el piloto y una azafata en la puerta. Parecen confusos al verme bajar con ella en brazos, pero no pierdo tiempo y tras saludarlos, me dirijo hacia el dormitorio para que descanse.
—Haremos escala en Dubai, tardaremos aproximadamente diez horas hasta el primer destino — me informa el piloto cuando salgo de la habitación —. La comida será servida cuando la pidan y les avisaré en cuanto aterricemos.
—Muchas gracias — acepto amable su información y este se va a la cabina.
Reviso los mensajes donde me informan que en nuestro destino todo está en orden, listo para nuestra llegada mañana.
Aprovecho las horas de vuelo y el poco sueño que tengo para trabajar. Traje todos los libros de cuenta y las facturas necesarias para arreglar este lío. La cuenta está abierta y fijada la fecha y los montos que pedimos, ahora solo queda que coincida con las entradas y salidas.
Tardo varias horas tecleando los traspasos de lo que informan los libros, las facturas coinciden con los arreglos y con el dinero gastado, justificando una cosa por la otra. Suelen parecer pérdidas porque gastamos hasta de diez mil euros en una nevera o en un equipo de sonido, pero a la larga son ganancias porque todo seguirá limpio y las próximas cantidades que entren no permitiré que sean tan grandes.
Tengo la vista cansada de utilizar el ordenador, dejo todo de lado y me recuesto del todo del sillón, cierro los ojos y respiro lento para descansar un poco. Aún me queda demasiado que justificar, y debo hacerlo antes de llegar a Manila.
Me llegan notificaciones al móvil y lo reviso sin ganas, obvio mi madre preguntando que en dónde estoy, Mhia preocupada y Tiago recordándome que tenemos una fiesta que planear.
Le respondo a Mhia que estamos bien, que volvemos la semana que viene y responde aliviada, a mi primo lo tranquilizó diciéndole que se encargue él mientras yo termino las cuentas y se las envío. A mi madre, simplemente la dejo ahí, no tengo cabeza para sus reproches ahora.
—Nuestra primera escala será en veinte minutos, partiremos mañana por la mañana — informa por los altavoces y bostezo cansado.
Ahora no puedo dormir, debo aprovechar los próximos veinte minutos para adelantar lo más que pueda, en cuanto lleguemos a Dubái llevaré a Adara de compras, a qué la revise un doctor y nos quedaremos en el mejor hotel de la ciudad. Pero para eso debo ocuparme de mis responsabilidades, por mucho que me joda.

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Vida perfecta (III)
Aktuelle LiteraturLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...