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Espero paciente en la parte trasera de la camioneta, es la hora y Luci ya me dijo que bajaba. Será diferente esta vez, y puede que no le agrade la seguridad durante el paseo.Yo estoy acostumbrado y es lo normal en mi vida, pero ella no, y quizá se asuste por tanta protección.

Sale de su edificio y se sube directo en la parte trasera conmigo, viene con una gran sonrisa que analizo unos segundos, y seguido de un hola, me besa suave.

—Estás guapísima — digo la verdad al observar su atuendo casual pero a la vez sofisticado.

—Gracias — responde seguido de un beso en mi mejilla de forma tierna —. ¿A dónde me llevas?

—Iremos a un parque que me gusta mucho, espero que a ti también — admito intranquilo, pero su emoción logra tranquilizarme —. Espero que te gusten las atracciones de riesgo.

—¿Bromeas? Me encantan — exclama más emocionada que antes y con eso me conformo, con verla así —. ¿Qué te preocupa?

Me quedo en silencio pensando en la razón de su pregunta, supongo que estoy siendo obvio con mis silencios y el nerviosismo en general.

—No quiero que te asustes y huyas — admito resignado. Agarra mi mano por encima de mi pierna y da un pequeño apretón —. Salir conmigo es estar rodeada de escoltas, que la gente se acerque, muchas veces hay problemas ... solo quiero que te sientas cómoda.

—Recuerda que trabajó con tu hermana Nic — dice con una leve sonrisa, mirándome con ternura —. Sé lo que implica salir contigo, y estoy encantada de tenerte a mi lado aunque sea agobiante o asuste al principio.

—¿Segura que no huirás? — pregunto de nuevo, un poco más seguro pero a la vez expectante.

—Créeme Nic, que si quisiera huir lo hubiera hecho aquella noche en el club, o en el viaje — pasa la lengua sobre sus labios para humectar y no puedo evitar fijarme en ese gesto —. Quiero que esto funcione al igual que tú. Así que no tienes porque preocuparte.

—Eres la primera chica con la que salgo formalmente, así que no sé cómo funciona — me disculpo más seguro de mí mismo y confiado de que ella está aquí porque quiere.

— Cada día me sorprendes más, la verdad — comenta entre pequeñas risas, como si fuera increíble lo que descubrió al conocerme —. Todo el mundo cree que eres un idiota mujeriego y engreído que se aprovecha de su dinero para salirse con la suya.

Medito sus palabras y la verdad no está equivocada esa definición, sólo que no soy tan mujeriego como me pintan y no soy tan engreído.

— Ya ves, soy una caja de sorpresas — admito restándole importancia —. Mira, hemos llegado.

Observa a través de la ventana y sus ojos se iluminan con emoción a la vez que me mira una y otra vez como si quisiera comprobar que no es un sueño, que estemos aquí.

—Pensé que iríamos a un parque normal, a caminar y tomar un helado — admite con la voz entrecortada, no sé lo termina de creer.

—Podemos caminar y tomar un helado aquí también — quiero cumplir sus expectativas —. Pero también podemos saltar en parapente, tirolina o benji, y si eso es muy arriesgado subiremos a una típica montaña rusa, noria o cualquier atracción que te apetezca.

—Esto es... no tengo palabras para describir — el auto se detiene y Ernesto se baja para abrirle la puerta a Luci.

Salgo detrás de ella y no pierdo tiempo en agarrar su mano y llevarla a mi lado hasta cualquier rincón del parque. Hay mucha gente, pero mis escoltas se encargan de dispersar a medida que pasamos, cosa que no pasa desapercibida para la gente que es obligada a retroceder con nuestro paso.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora