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—¿Cuándo hacen otra fiesta? Desde que peleaste con Mateo estás más aburrido — se acerca a mi mesa Valentina con ese tono que me cae fatal —. Piénsatelo Nic, tus fiestas son las mejores.

—¿Necesitas una fiesta para cazar a algún niño rico?— pregunto burlón por su insistencia —. No sabía que estabas tan desesperada.

—Quiero divertirme, olvidar los exámenes que se vienen y ya — se excusa con una mueca que se supone debe ser angelical —. Si necesitas una excusa, puedo llevar a Adriana, se que te gusta.

—Lo menos que quiero es ver a tu amiga Valentina, infórmate — se hace la sorprendida y se ríe nerviosa —. Quizá eso te sirva con Mateo, conmigo no.

—Creía que te interesaba — comenta dudosa, no sé si fingiendo o de verdad confundida.

—A Nicolás no le interesa tu amiga — entra mi diosa con un porte imponente que deja más confusa a Valentina —, creo que te lo dejo claro.

—¿Y a ti que te importa?— responde a la defensiva, levantándose para quedar de pie aunque Adara la supere en altura.

—¿A mí? — se ríe con sarcasmo —. No me importa en realidad. Solo que no me gusta que intentes convencer a mi novio de que se vea con otra.

La sorpresa es tan grande que da un paso hacia atrás aturdida, nadie en el instituto sabe que somos novios porque mantenemos un poco la distancia para prevenir.

—Ya me parecía extraño que estuvieras soltero — se burla para disimular su reacción —, a ver cuanto te dura esta.

Se va a su sitio al final de la clase como si nada, batiendo su pelo como si le diera más importancia y mirándonos mal por alguna razón que no comprendo.

—No sabía que eras celosa — comento divertido mientras se sienta a mi lado.

—No sabía que te gustaban así — me sigue la broma y me mira alzando las cejas, retándome.

—¿Así cómo? — insisto para ver qué tan molesta puede ponerse.

—Niñas, inmaduras, sin cerebro y como máxima aspiración vivir en un cuento — saca sus apuntes sin prisa y habla sin mirarme.

—En realidad, prefiero a la que se cree invencible, es más inteligente de lo que parece y tiene como aspiración hacer lo que se le dé la gana — se gira con una sonrisa que me satisface porque entendió la indirecta.

—Ojalá ser como esa chica de la que hablas — se acerca con la misma sonrisa —, parece que te gusta mucho.

—Aquí entre nosotros — le hablo al oído en un susurro —, me vuelve loco.

La entrada del profesor interrumpe el beso que quería darle. Inicia la clase directo en el temario necesario, que al parecer fue modificado a un nivel más alto. Todo lo capto a la primera y sin mayor explicación, son cuentas básicas y lógica común. La economía parece más complicada de lo que en realidad es y la forma en la que la enseñan empeora todo.

—Aquí pensando — habla bajito mirando a su libreta llena de garabatos —. Hacer una fiesta sería divertido.

—También sería divertido que Mhia entre en crisis en medio de todos — respondo serio, sin interés.

—No es justo, quiero ir de fiesta, divertirme con gente, beber hasta olvidar que existo — alza la mirada y me ve molesta —. Si no la organizas tú, lo haré yo.

Alzo las cejas arrogante, con una sonrisa de medio lado que no parece gustarle. La analizo con detalle de arriba a abajo con descaro, se ve increíble con la falda subiendo por encima de sus muslos marcados, su piel blanca reluce y deja ver algunos lunares, tiene la camisa del uniforme desabotonada en la parte de arriba mostrando un poco de su senos, no lleva sujetador y se le marcan los pezones cada vez más mientras la detallo. La necesidad de sacarla de aquí y devorarla es inmensa, y lo hare.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora