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Me levanto aún con resaca, me doy una ducha rápida con agua fría para despertarme y salgo a vestirme con lo primero que encuentro. Despierto a Adara que duerme profundamente y se queja queriendo seguir durmiendo.

—Debemos irnos — hablo en voz baja, no quiero taladrar su cabeza —. Es tarde, duermes en el avión.

Gruñe molesta, pero se levanta, se sienta en la orilla de la cama y se queda varios minutos mirando a la nada. Termino de vestirme y al ver que va camino al baño, aprovecho para despertar a la rubia, que conociéndola debe estar casi muerta.

Toco la puerta por respeto y entro sin esperar respuesta. Mhia duerme totalmente estirada, aún con la ropa de cambio que se puso en el segundo día de la fiesta. Abro las persianas para que entre claridad y la muevo con suavidad para que se despierte. Se queja abriendo los ojos y lloriquea girándose para seguir durmiendo.

—Vamos media hora tarde — miento, pero funciona. Abre los ojos de golpe y se levanta tan rápido que debe volver a sentarse mareada —. Mentira, aún hay tiempo. Pero ve a cambiarte, te das una ducha, quítate el maquillaje y nos vamos.

—Quiero dormir — se queja agarrando su cabeza con una expresión de dolor —, me va a explotar la cabeza.

—Con la ducha se te pasará — se levanta sin quitar la expresión de odio y va directo al baño.

Recibo un mensaje de mi primo avisando que viene en camino, y regreso a mi habitación para asegurarme de que Adara no se regreso a dormir.

La encuentro sentada de nuevo en la orilla de la cama, sujetando su cabeza entre sus manos con los ojos cerrados, con un albornoz y una toalla cubriendo su pelo.

—¿Quieres una pastilla?— le pregunto recogiendo las cosas básicas para el viaje.

—¿Cómo es que no tienes resaca?— se queja aún en la misma posición, su voz sale ronca y molesta.

—Porque no mezclo, y bebo whisky que no da resaca — respondo sin mirarla, pero puedo imaginar su cara de asco por todo —. Pediré que preparen desayuno para que se les pase la resaca.

—¿De quién fue la idea de quedarnos los tres días seguidos de fiesta?— gruñe molesta, me giro y la veo masajeando sus sienes con dolor.

—Si no me equivoco, de ustedes — me mira mal y me rio por su actitud. Me acerco a ella y me agacho para quedar a su altura —. Buenos días diosa.

Le doy un beso corto que corresponde sin apartar sus manos de su cabeza, cambia su expresión pero se queda en el mismo sitio.

—Buenos días idiota — responde ocultando su sonrisa. Se levanta del todo y va a mi armario en busca de ropa —. ¿Tienes mi sudadera morada aquí? — pregunta saliendo de nuevo y asiento mirando al móvil.

—Están la morada y la azul y... pantalones y ropa deportiva en el armario de enfrente — alzo la mirada y la veo solo con bragas sin sujetador en la puerta del armario. Asiente y entra de nuevo.

Minutos después sale con un chándal ancho de color negro y la sudadera gigante azul. Lleva una gorra y gafas de sol en la mano, las deja sobre una mesa y va al baño. Sale peinada y con el pelo casi seco, vuelve a agarrar sus cosas y sale. La sigo en silencio para evitar empeorar su dolor de cabeza, bajamos a la cocina donde nos espera mi primo igual o peor que las chicas.

—Marie por favor, la poción mágica de Camila — pido sentándome en una silla. La chica sonríe divertida y nos sirve a cada uno un vaso.

—¿Qué es?— pregunta Adara desconfiada mirando el vaso con el líquido rojo.

—Pruébalo, créeme que todos tus males se van a ir — responde mi primo agarrando su vaso y bebiendo de golpe todo el jugo de tomate.

Acepta desconfiada, lo huele primero y luego le da un sorbo grande, parece gustarle así que sigue bebiendo poco a poco.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora