Conduzco despacio a través del camino de piedras para llegar a casa. No debería, pero necesito distraerme y centrarme en lo que se viene. Mi madre me llamo porque según ella hay asuntos que arreglar sobre el juicio del padre de Mhia, aunque no le creo del todo.
Tuve que dejar a Luci en su casa antes de lo que quisiera, y no pudimos ir de compras como habíamos quedado.
Sonrío recordándola, sus besos, su sonrisa, sus chistes y la visión tan profunda que tiene de la vida y de todo en general. Una semana a su lado ha sido suficiente para sentirme tranquilo y correspondido, a la vez que sin notarlo lo he convertido en un reto en el que ella es el premio.
Bajo del auto sin aparcarlo del todo porque no tengo tiempo, mi madre me espera y cada minuto es una pelea por la falta de puntualidad.
—¡Nico! — grita mi pequeña hermana con una sonrisa gigante, corre y da un salto que la impulsa para que la cargue —. ¿En dónde estabas? Tienes pinta labios en la mejilla.
— Estaba con Luci, bebé — respondo tranquilo, la dejo de nuevo en el suelo para que me acompañe —¿Mamá está en el despacho?
— Creo que sí, la tía Mel fue con ella — camina entra saltos y me sigue, pero no puedo dejar que entre.
— No puedes entrar bebé, pero ve a ducharte y me esperas con la pijama para contarte un cuento — desde el viaje nos volvimos más unidos, entendí que es mi hermana y que no puedo dejarla de lado —¿Te parece bien?
—¡Sii! — se va corriendo en busca de su niñera, aunque no le haga falta no se separa de la señora que le habla en un inglés perfecto.
Toco un par de veces la puerta del despacho y entro al escuchar su aprobación. Tal como dijo Em, están las dos dentro, en silencio pero sin ser incómodo.
—¿Algún problema? — pregunto apenas me siento en el sillón.
— Vengan conmigo — es lo único que dice antes de caminar hasta la pared.
No entiendo lo que hace, pero igual la sigo porque Melissa parece saber a dónde va. Mueve un libro de la biblioteca que tiene, y de este sale un lector de huellas, pulsa y se abre la pared para que podamos pasar.
Es una especie de cámara acorazada, búnker o algo así. Se cierra la pared de nuevo y se encienden las luces azules para iluminar el pasillo. Ellas caminan seguras, mientras yo me detengo a observar.
— Por fin está listo — dice Mel observando todo sin mayor asombro —, ya estaba harta de las escaleras.
—¿Escaleras? — pregunto confundido, estoy perdido con todo esto.
— La otra entrada está arriba, así que hay que bajar y subir cada que se quiera entrar — explica sin mirarme.
Jessie se mantiene en silencio, camina un poco más y abre con un código otra puerta, pero esta es de metal y automática. Dentro hay una gran habitación con muchas pantallas y todo tipo de dispositivos electrónicos y analógicos. También se ven por encima cajas fuertes.
— Siéntense, es importante — señala un par de sillones en una esquina y ambos obedecemos —. Arriba no era muy seguro hablar.
—¿Puedes dejar el misterio? — pregunta impaciente.
—¿Qué pasa con el juicio? Dijiste que conseguirías la custodia — el desespero me gana por un momento, pero su expresión me demuestra que no quiere hablar de eso.
— La custodia la tengo, sólo falta el juicio para que sea más real. No iba a permitir que se fuera, te lo prometí — su respuesta me deja más tranquilo, y la serenidad con la que habla.
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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...