Arreglo mi cadena al bajarme de la camioneta con Elena detrás. La espero por cortesía y seguimos hasta el salón de belleza en dónde reservaron el día solo para ella. Me mira de reojo una y otra vez mientras yo me limito a ignorarla desde que se subió en el auto.
—Buenos días, bienvenidos — saluda la encargada recibiéndonos.
Soy algo así como su niñero, encargado personal de comerle la cabeza para que sea fiel a nosotros más que a nadie.
—¿Por qué casi no hablas ?— pregunta sentándose mientras espera —. Según lo que dicen, eres muy amable y conversador.
—Hablo cuando tengo algo que decir.
—Ah ya — responde con un tono cortado mirando hacia otro lado —. Si no quieres estar aquí, ¿por qué lo haces?
—Vamos a aclarar un par de cosas, ya que quieres conversar — enfatizo con sarcasmo la última palabra —. No estás de vacaciones, ahora nos perteneces. Si estoy aquí y ahora es porque alguien debe enseñarte tu nuevo trabajo. No somos amigos, no soy bueno, y no soy amable si no lo necesito.
—No decía...
—Tienes problemas de confianza en ti misma, eres desconfiada y buscas aceptación masculina para sentirte "mejor" — hago las comillas con mis dedos y me quita la mirada con los ojos llorosos —. No busques cariño, afecto o amistad donde no lo hay. Ten clara tu situación y aprovecha el nombre que solita te trabajaste para seguir viviendo en la cima.
—Pase por aquí por favor — la encargada regresa y la guía hasta una sección de camillas.
Se gira unos segundos para mirarme, sacude la cabeza con disimulo y sigue el camino que le indican.
Mientras a ella la atienden yo me enfoco en trabajar. Realizo llamadas a todos los gerentes generales de los clubes, uno a uno de los encargados de mantenerlos al día y perfectos. Según lo que me dicen no hay mayor problema que un par de ingresos de más en el club de Amsterdam y en el de Canadá. Están entre los más recientes, es normal que aún no se adapten del todo a la contabilidad de Susurros.
También me aseguro de que la compra de acciones esté siendo exitosa, tengo a todo un equipo trabajando en la bolsa y directamente con las empresas que a la larga multiplicarán mis ingresos. Saco las cuentas mentalmente mientras me comentan los avances y me siento satisfecho por los resultados. Es cuestión de lógica y ver hacia el futuro, muchas veces es incluso mejor invertir en empresas y negocios poco conocidos, con un precio de venta bajo y luego hacerle publicidad para que reciba más ingresos, los precios por acción suban y así poder vender en un futuro o mantenerte con mayores ganancias.
Paso varias horas entre llamadas con gerentes, promotores, publicistas, administradores y reuniones con los equipos directivos de los hoteles por petición de mi madre. Es más fácil si estoy solo en una sala mientras a Elena la tratan como a una princesa, la intención es tenerla contenta.
Termino la última reunión y me centro en la persona que sale del área de peluquería. Sus extensiones desaparecieron y le hicieron un corte de pelo un poco radical, ahora lo lleva por los hombros. Sus uñas ya no parecen de bruja y son más simples, cortas, sale sonriente, feliz imagino.
—Me encanta todo, gracias — le agradece a los estilistas que la acompañan. Cuando habla parece inocente, una niña pequeña hablando, o eso quiere parecer.
—Mejor así — es lo único que digo al captar su mirada dudosa, esperando un cumplido. Sonríe y parece ser suficiente para ella —. Vamos.
Sale emocionada y nos subimos al auto de nuevo para ir a las tiendas necesarias para cambiar su estilo radicalmente.
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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...