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Santorini, una isla preciosa, con unas vistas de ensueño y una cultura literalmente de otra época. Todo un sueño hecho realidad gracias a la magia del dinero que todo lo puede.

Los escoltas personales se encargan de conducir camino al hotel, todos estamos cansados, fueron algunas horas de viaje y estar todos dentro de un avión tanto tiempo no es tan fácil. Como familia nos soportamos por tiempos cortos, al menos estando todos. Por separado ya es diferente.

Todo empeora cuando tu hermana pequeña y sobrinos comienzan a preguntar que si falta mucho, que por qué tardamos tanto, que si ya llegamos, que les da miedo el avión, que por qué no se pueden quitar los cinturones, en general, un poco estresante para quien no está acostumbrado, pero con un par de auriculares, música y el asiento más alejado, todo se puede.

¿Cómo nos organizamos? Para ser sincero aún no entiendo como es que siempre logramos parecer que vamos en caravana. Sea por la razón que sea, siempre vamos más de cinco autos en fila.

— ¿Puedes cambiar esa cara de una vez? Parece que no te emociona nada viajar — Mhia me pelea, pero entiende mis razones —. En nada llegaremos y podrás descansar, tranquilo.

Mateo no quiso venir, incluso su hermana dijo que vendría los días de la casa, pero él sigue sin aparecer y no pienso ser yo quien lo busque, me da igual.

— Necesito llegar, darme una ducha y dormir trece horas seguidas — me quejo porque no soporto que me despierten, y fue exacto eso lo que sucedió.

—Buena manera de empezar las vacaciones, durmiendo — Melissa se burla de mi actitud mientras conduce, se aprovecha de que es la única de nosotros que tiene permiso legal para conducir.

— Una idea estupenda, así como yo — respondo con mucha molestia, estoy cansado y no he dormido casi nada — . De verdad, como no duerma es que soy capaz de matar a alguien.

—Ya casi llegamos, tranquilízate — Tiago lleva el gps para guiar a Melissa, porque el resto de autos se pierden de vista de vez en cuando —. ¿Por qué no nos lleva Ernesto?

— Porque la súper tía quería llevarnos ella misma, para aprovechar y echarnos en cara que no podemos conducir sin el carnet — digo molesto, por todo, sin necesidad, pero es tan aaah.

Odio que me despierten, no dormir me causa una molestia tan grande que puedo ser la persona más irritable del mundo.

Por fin, luego de media hora de camino, llegamos al hotel. Una maravilla a simple vista, todo blanco por fuera y decorado con mármol gris por dentro, me gusta.

Informamos de nuestra llegada y un guía se une a nosotros, ya que podemos entrar con los autos al hotel para así llegar con mayor facilidad a nuestras habitaciones.

¿Habitaciones? Esto son departamentos, por no decir que casas. En un recorrido corto por los alrededores, nos llevan a un lugar más privado, lleno de cabañas y habitaciones inmensas. Literal parecen casas, y de esas de cinco habitaciones, me gusta.

Sam baja del auto y comienza a organizarnos, tal como si fuera un monitor de esos para los campamentos, por eso la quiero tanto, hace todo esto más divertido.

— Muy bien, Camila, Isaac y los gemelos al departamento 13b — levanta la mano con una llave mientras lee una lista, Camila las agarra sin prisa —. Margot, Josep y Luna, 15b. Melissa, Nicolás, Tiago y Mhia, cabaña 10. Jess, Emmy y yo vamos al 14b.

Tiago agarra nuestras llaves y buscamos por encima nuestra cabaña. Por los números supongo que están todas cerca, o eso espero.

— Es esa — Mhia señala una de las cabañas a un lado de los departamentos, esta aparte del resto pero cerca de los pequeños edificios.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora