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Sentarme en el cuarto de juegos a disfrutar de mis videojuegos es la mejor parte de mis días. Con la ventaja de que el sonido no entra ni sale, es más divertido jugar, nadie sabe que estás aquí ni quienes están fuera.

El sitio perfecto para las "reuniones familiares".

Esas putas reuniones en donde buscan salidas para los negocios sucios de mi madre que ahora pasan a ser de todos. Incluso la agencia de modelos de la tía Sam con Camila es parte de ese lavado de dinero tan indignante.

Pero, ¿para qué me quejo? Todo lo que tengo y me gusta es gracias a eso. No puedo negar que adoro mi vida de millonario. Todo ha cambiado y ahora me siento en mi lugar.

Gozo de una vida llena de lujos, viajes, compras y privilegios. Soy feliz aquí, por eso he aprendido en estos dos años a mantenerme al margen de la parte sucia, esa que no me gusta pero es parte de la que sí.

Es frustrante que no sirva mi opinión sobre el tema. Lo intente las primeras veces, hasta que llego un momento de crisis en donde si no aportaba algo, toda la familia se iba a la mierda.

La subasta de cuadros en los hoteles fue fundamental para que los servicios de inteligencia dejaran de buscar lo que no se les había perdido, y ser dueño a medias con Tiago de los clubes implica mayor responsabilidad sobre los negocios.

Pero... aún así prefiero mantenerme alejado, si me necesitan, me buscarán.

Me centro en la partida, esconderme del enemigo y disparar a matar junto a mi equipo. Solemos jugar en directo, pero los chicos están ocupados con no sé qué y yo solo quería alejarme de mi familia.

— Deberías estar abajo — escucho a Melissa entrar pero la ignoro, necesito ganar —. Nicolás tú madre te llama.

— Estoy ocupado — respondo corto y directo.

Me cae muy bien mi tía, pero es insufrible la mayor parte del tiempo. Quiere que todos la vean como la hermana perfecta, digna del negocio y todo eso, pero en realidad es una chica caprichosa que sabe demasiado para lo que le conviene.

— Te he dicho que bajes — intenta darme órdenes y eso me molesta mucho.

— Y te dije que estoy ocupado — respondo molesto por lo impertinente que es —, no sabía que eras sorda.

Intenta quitarme el mando a la fuerza y me defiendo antes de que lo logre. Me fuerza con una especie de llave, pero no es la única entrenada.

Giro su muñeca y a ella con el impulso, cae sobre el sillón y vuelve al ataque.

— No me provoques Nicolás — esta furiosa por mi respuesta y eso me divierte.

— Empezaste tú, te dije que estoy ocupado, insistes, vienes por la fuerza y ahora me pides que no te provoque— pauso el juego antes de perder del todo y la confronto —. ¿Eres idiota o te haces? ¿Es que eres sorda? ¿Tonta? ¿O que simplemente no entiendes?

— Baja el tono conmigo — se acerca un poco más y su rostro demuestra la rabia que tiene, roja y tensa.

— ¿Que baje el qué? — pregunto irónico —. Deja de ser tan niñata y lárgate — me siento de nuevo para seguir jugando y la veo con intensiones de seguir discutiendo —. Dile a mi madre que cuando termine bajo.

Sale dando un golpe con la puerta y me relajo. Es mejor así, porque no quiere meterse conmigo, lo sabe. A ambos nos ha entrenado Josep, con fuerza y disciplina, a diario y dispuestos a matar si es necesario. Por eso es consciente de que es mejor mantenernos al margen.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora