Todo me da vueltas. La amenaza es clara, esa mujer quiere hundir el hotel por rabia y no puedo permitirlo.
—Llama a Melissa, que localice a esa loca — digo en alto para Tiago y el asiente sereno —. Quiero un cinturón de seguridad de veinte personas rodeando el hotel y las habitaciones en las que estamos hospedados — me centro en el papel y la rabia fluye —. Habla con el encargado, el hotel quedará cerrado a partir de mañana. Que cancelen las reservaciones y se les de un traslado gratis a los que tengan que adelantar su salida por más de tres días.
— Eso es mucho dinero — dice Mhia observándome, ellos se mantiene tranquilos mientras yo estoy en colapso —. Son mínimo cinco los que tengamos que trasladar al de Mallorca, incluyendo su viaje de ida y regreso a Barcelona.
—No quiero a nadie en este hotel con esa loca amenazando — digo serio, no quiero perder el control como siempre —. ¿Crees que si consiguió una bomba desactivada no encontrara una activa y nos hará explotar a todos? Prefiero evitar heridos en tal caso.
—Melissa está en proceso de encontrarla — entra de nuevo Tiago a la sala de juntas y respiro aliviado por eso —. Dice que el tipo de bomba es de armamento militar, así que debe tener contactos. Será fácil rastrearla de esa forma.
—Ahora pregunto, ¿haremos esto de forma legal o al estilo Lombardi? — Mhia alterna la vista entre mi primo y yo. Entiendo su seriedad y que se pregunte cosas como estas.
—Ambas — respondemos Tiago y yo al mismo tiempo y no puedo evitar sonreír por la conexión que tenemos.
—La policía viene en camino para tomar una declaración. Habrán problemas porque somos menores los tres haciendo tratados, pero tenemos un poder de Jessie hacia la abuela que acaba de mandar y esa será nuestra coartada — explica Tiago imprimiendo lo que acaba de decir —. Mientras la policía toma declaración y toma las medidas que crean necesarias, Melissa ya habrá encontrado al responsable para así evitar problemas mayores.
—Confío en ustedes, pero no quiero problemas legales. La idea es limpiar el nombre de la familia ante las autoridades, no empeorarlo — ahora se muestra nerviosa, intenta mantener la calma pero no es posible.
—Señor, el diseñador ha llegado, ¿dejo que entre? — pregunta Ernesto en la puerta y asiento.
No puedo retrasar más las reformas, y esta mujer lo está complicando todo.
—Siento llegar en un mal momento — dice con el ceño fruncido al ver la actitud de todos —. Podemos hablarlo mañana sin problema.
—Tranquilo. Siéntate — es Mhia quien reacciona y atiene a Bruno —. Problemas simples, nada de que preocuparse.
—Tengo entendido que ya tienen una idea base de lo que será el diseño — comenta sentándose más cómodo.
Lo imito y me siento a la cabeza de nuevo y los chicos a mi lado. Estoy nervioso y tenso, demasiado estresado por todo esto.
—Mhia hizo un boceto por la mañana de lo que queremos. Es fácil y muy parecido al tema del club de Múnich — le explico con calma porque él no tiene la culpa del resto —. Privacidad y minimalismo. Mientras más sencillo, cómodo y reconfortante, mejor.
—Aquí está el boceto — proyecta lo que dibujo en la reunión y el diseñador no le quita el ojo de encima —. Solo fue una corrección al desastre que querían armar.
—Entiendo, creo que capto la temática — dice tranquilo, observando la presentación con detalle —. ¿Por qué ampliar las piscinas privadas? Si me permiten opinar, eso haría que se vuelva más superficial que reconfortante.
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Vida perfecta (III)
Ficción GeneralLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...