54

1 0 0
                                    

Me mantengo serio observando la escena, intento quedarme al margen pero es muy difícil cuando Mhia llora y grita tan desesperada.

Creí que descansando un par de semanas se le pasaría el estado de shock, pero ocurrió todo lo contrario. Ahora que está del todo en la realidad de nuevo, ha explotado al punto de golpear a su escolta e insultar a Tiago.

Como de costumbre quien se encarga de estos episodios traumáticos es el tío Jo, por su experiencia en guerra y por los conocimientos en psicología básica que tiene. Intenta sujetarla pero ella lo golpea gritando una y otra vez que la suelte, se le ve impotente, su llanto es desgarrador y de solo verla así me siento miserable, porque es mi culpa.

—Por favor no quiero mas, no quiero vivir esto más — dice entre sollozos cuando por fin logra agarrarla en brazos —. Por favor háganme olvidar, por favor.

—Respira Mhia, céntrate en respirar — obedece al tío y poco a poco deja de llorar —, todo estará bien, ya paso.

—¿Por qué lo recuerdo con tanto horror? ¿Por qué me afecta tanto?— pregunta cansada, dejándose caer en los brazos del tío Jo que la sostiene contra su pecho —. Quiero que me ayuden a olvidar.

—Podemos ayudarte, pero debes aceptar las condiciones — dice seguro pero no autoritario, sabe que tono utilizar con ella —, ¿quieres que te ayudemos Mhia?

—Si... por favor — vuelve a sollozar.

—Iremos a un sitio que te servirá de mucho, ¿te parece? — le pregunta con sutileza para no imponerle nada, porque sería peor.

—No quiero ir a un psiquiátrico, no quiero que me encierren — llora negándose y vuelve a patalear.

—Iremos a ver a la abuela, quieres mucho a la abuela y ella te ayudará a olvidar — al escuchar el sitio al que irán deja de patalear pero continúa llorando —¿Quieres ir?

—Quiero dejar de sentir tanto miedo — solloza dejándose caer, mareada.

Aún no la hemos enviado a España con la abuela porque no estaba en condiciones. Tiene constantes pesadillas, sueña con que se la llevan y le hacen daño, tiene miedo de todos y no quiere a nadie cerca, por eso la mantuvimos sedada para que pasara unos días alejada de la realidad y así descansar, porque tampoco come ni duerme. Pero no funcionó.

Lo que más le ha afectado es el hecho de que casi se la llevan, repite una y otra vez que no quiere que se la lleven, no quiere que la lastimen de nuevo. Vivió muchos años siendo maltratada por su propio padre y lo que ocurrió en la carrera abrió una herida que creía cerrada.

El vuelo está preparado para dentro de unas horas, lo único que faltaba era convencer a Mhia, porque no podemos llevarla en contra de su voluntad.

—Necesito una respuesta Mhia, ¿quieres ir a donde la abuela y alejarte de todo esto? Allá estarás segura, nadie te hará daño — vuelve a hablarle, esta vez sujetándole la cara para que lo vea directo a los ojos y no sé distraiga —, queremos ayudarte, queremos que estés bien y feliz de nuevo. ¿Quieres eso también verdad?

Asiente con un puchero y es respuesta suficiente para llevarla. Jo la abraza para darle esa seguridad que necesita y que ni yo ni Tiago podemos darle porque nos relaciona con ese día, con esa escena.

—Preparen sus cosas, nos vamos al aeropuerto— nos ordena y mi primo y yo vamos directo a su habitación a buscar lo básico para el viaje.

Tiago saca una maleta pequeña y yo busco entre su ropa un pijama, algún que otro chándal, unos zapatos y sudaderas básicas. Creo que es mejor que todo se lo compre estando allá, quizá así se distraiga también.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora