Despierto por el sonido de una puerta abriéndose y cerrándose, me levanto asustado y lo primero que hago es buscar a Mhia, no está en su cama, recorro la habitación con la mirada y caigo en cuenta de que fue al baño al escuchar la ducha.
Vuelvo a sentarme en el sillón en el que dormí y respiro profundo porque no descansé casi nada. Entre la pesadilla, el recuerdo de Mhia quejándose, su llanto, la imagen de ella sedada durmiendo, todo me daba vueltas en la cabeza sin darme tregua.
Espero a que salga solo por asegurarme de que se siente bien. Minutos después, sale con un albornoz cubriéndole el cuerpo y una toalla en su pelo. El moretón pasa desapercibido de lejos al igual que el corte de los labios, se ve descansada y más tranquila, supongo que aún tiene los efectos de los sedantes.
—¿Estás mejor?— le pregunto suave y cuidadoso, no se qué piensa ahora mismo de mí —¿Quieres que te traiga algo?
—Me siento bien, dormir me ayudo a descansar y pasar el mal rato — dice sincera con una sonrisa de boca cerrada, la veo apagada, ella no es así.
—No me gusta verte así, apagada, sin ser tu — admito preocupado, pero mantengo mi distancia.
—Aún estoy procesando todo Nicky... — sus ojos se cristalizan un poco y ahoga el llanto para seguir hablando —. Vi como mataste a seis personas tú solo, delante de mí. Ciego de ira, lo golpeaste, lo torturaste, te comportaste como un loco asesino — narra todo lo que sucedió y siento una punzada en el pecho por su rechazo —. No puedes esperar que sonría y siga viviendo después de eso, después de ver lo que eres.
—Entiendo — me levanto del sillón para irme, porque algo que no puedo soportar es su rechazo —. Al menos estás bien, eso es lo que me importa.
—Por favor entiéndeme, estoy asustada de todo — se le corta la voz a la vez que le caen algunas lagrimas por las mejillas —, y no sé si te tengo miedo o no, porque eso fue... fue horrible.
Sonrío de medio lado pero sin descaro, sino más bien con dolor, con asco hacia mí mismo por escucharla decir eso, y sobretodo por verla tan apagada por mi culpa.
—No te preocupes, no estás obligada a permanecer a mi lado — abro la puerta pero antes de salir me giro un poco para verla —. Me voy a Río mañana, cuando regrese espero estes mejor o no lo sé, quizá me tenga que conformar con la idea de que te vas.
—Nicky no dije eso — llora un poco e intenta acercarse, dudosa.
—No soy bueno para ti Mhia, estoy apagando tu luz, estoy volviendo grises tus colores — siento un nudo en la garganta y una punzada en el pecho que me queman —. Y créeme rubia, que algo que jamás me perdonaría es ver como te dañas con todo esto, conmigo cerca.
—Eres el mejor hermano que la vida me pudo regalar, no me digas que me apagas porque no es así — solloza negándose a la verdad, pero niego con una sonrisa triste.
—No Mhia, es la verdad y lo sabes — niega llorando —. Necesitas sanar, de verdad, necesitas ayuda, por tu padre, por tu madre, por mí y por mi familia. Porque todos te hemos consumido lentamente.
—No quiero, no quiero — niega llorando, se acerca pero levanto la mano para impedirle que siga —. Nicolás... estaré bien, lo prometo.
—Claro que lo estarás rubia — la veo unos segundos más y me culpo a mí mismo por convertirla en esto —, de eso me encargo yo.
Salgo de su habitación con el mundo por el suelo, sintiéndome la peor mierda que existe. Porque lo soy, porque hoy vi como una estrella pierde su brillo por culpa de malas personas como su padre o como yo. Porque aunque quise protegerla, en mi ataque de ira olvidé pensar en ella, en sus sentimientos, en los traumas que le causaría.
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Vida perfecta (III)
General FictionLibro 3 de la trilogía"Vidas" Dicen que los cambios son buenos, pero no todos te ayudan, algunos sacan lo peor de ti. Ella nos ayudó y a la vez nos transformó. O quizá no fue su culpa, y mi búsqueda de la perfección siempre estuvo, motivada por ese...