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—¿Desde cuándo coquetear con mujeres mayores es tu afición?— se burla la peli negra subiéndose en el asiento del conductor de su auto.

—Desde que se volvió un objetivo para cumplir mis planes — respondo simple sentándome a su lado —. Ya quisiera ella que tuviera un interés real.

—Si tú lo dices... — conduce sin mayor prisa, pensativa —. No te estarás aburriendo de tu perfecta novia, ¿no?

Giro de golpe al escuchar la frase entera y me mantengo sereno ante su comentario, se ríe bajito y niega antes de arreglar lo dicho.

—Necesitas estímulos para continuar al lado de alguien, es extraño que aún estén juntos conociéndote — la miro interesado en su diagnóstico hipotético —. Eres manipulador y narcisista, y estar tanto tiempo con alguien... no suele ser lo tuyo.

—Es la segunda relación que tengo, no puedes saber si es lo mío o no — respondo sereno, en el fondo tiene razón y molestarme por eso no tendría sentido —. De igual manera, mi relación con Adara es más complicada de lo que parece.

—¿Ah si? Porque a mi me parece bastante corriente — el sarcasmo es evidente y se ríe de nuevo mirándome unos segundos —. Sé que están bien por ahora, pero créeme, o le dan vida a la relación o todo quedará en nada.

—¿Desde cuando opinar sobre relaciones es tu fuerte?— cuestiono de la misma manera que ella hace un rato y me mira sonriente.

—Desde que tuve tres rupturas pésimas, un intento de relación que salió peor y un par de locos que terminaron muertos cuando vine aquí — me mira sin borrar su expresión y asiento sin más.

—¿Lo dices por Ivan no? — se tensa al nombrarle al ruso y borra la sonrisa de su cara —. Lo de intento de relación digo.

—Entre Ivan y yo no ha pasado nada — responde tajante, apretando el volante con demasiada fuerza.

—El beso que vi en Grecia no dice lo mismo — me cruzo de brazos y me giro un poco para encararla —¿Por qué lo ocultas como si fuera lo peor que te paso?

—Porque fue así — su respuesta no me agrada, pero el hecho de que estemos aparcando en el galpón donde será la pelea me distrae.

Se baja apenas detiene el auto y entra tan rápido que parece que quiere huir de mí, o de sí misma.

Entro con mayor calma porque aún es temprano, Adara debe estar calentando y la gente apenas llegando. La pelea es un poco extraña, una desconocida aparece y reta a la campeona solo porque sí. Hay algo mas.

Dentro se ve a varias personas, en lados opuestos y con expresiones diferentes. Adara calienta con una cuerda y por el otro lado la chica bajita y morena estira con calma. Mi diosa se ve tensa, molesta, mientras que quienes la acompañan intentan que baje el ritmo, algo sucede.

Me acerco a ella pasando por alrededor de las personas y al verme parece calmarse, deja la cuerda a un lado y respira agitada.

—Si quemas toda la energía aquí, ahí arriba te hará nada — comento en voz baja y disimulando la cercanía.

—Ya lo sé — responde sin más bebiendo agua, sigue mirando hacia su contrincante con odio.

—¿Quién es?— pregunto sin girarme y centrándome en ella, en buscar que suelte la rabia hablando para que se calme.

—La hija de puta que mató a mi prima — dagas de odio salen junto a las palabras, no le quita la mirada de encima y parece que va a explotar.

—¿Qué le hizo?— pregunto curioso, pero también atento a sus movimientos.

Vida perfecta (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora