Capítulo 6

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Si lo comes, morirás

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—¡Estoy segura de que ella es la chica más bonita de la hayas estado a cargo! cuando la veas estarás de acuerdo conmigo —dijo Bárbara White con ansiedad mientras miraba el reloj de mesa.

«¡Esa campesina! justo hoy tenía que salir a dar un paseo», pensó la vizcondesa tratando de disimular el desprecio que sentía hacia Candy.

—Eso espero, vizcondesa —habló la condesa Amery, quien miraba el pequeño jardín desordenado a través de la ventana, con toda la elegancia que transmitía se giró nuevamente hacia Bárbara y agregó—: Odio perder mi tiempo en cosas inútiles. —Su voz era suave y tranquila, pero sus ojos eran fríos.

Suprimiendo el temblor en su estómago, Bárbara logró forzar una sonrisa; tenía que ser paciente y comportarse con cortesía ya que la situación en la que se encontraba ameritaba tolerar despropósitos.

La condesa Amery era conocida por su buena reputación en el mercado matrimonial de la alta sociedad de Fairsfren. Siendo hija de un humilde barón, logró ascender al rango de condesa. Había conseguido convertir a su hija mayor en condesa y a la segunda en la esposa de un rico comerciante, incluso logró encontrar buenos maridos para las niñas de su chaperona. Fue así como comenzaron a correr los rumores de su buen ojo para concertar matrimonios adecuados, entonces las mujeres de todo el reino empezaron a hacer fila solicitando sus servicios de casamentera.

Era casi un milagro que Sonia Amery estuviera sentada en la sala de estar de la familia White. La mujer había anunciado que no tendría chicas a cargo esta temporada, ya que quería pasar el verano con su segunda hija en el extranjero, sin embargo, ese plan salió mal cuando la segunda hija se fue de viaje con su esposo. Después de enterarse del cambio de planes, Bárbara utilizó todos sus contactos para tener una cita con la condesa antes de que otra familia la contratara.

Elyan quería vender a su hija aparecida. Cuando Bárbara escuchó esto por primera vez, pensó que su esposo finalmente se había vuelto loco, pero él lo había dicho con bastante seriedad y se las arregló para señalar todas las razones para llevar a cabo tal negocio; después de todo no se vería mal que una familia que estaba al borde de la bancarrota, ofreciera a su hija a la venta en el mercado matrimonial. Aquello no era objeto de escrutinio negativo, no era como si estuvieran cometiendo una atrocidad, al final todos los matrimonios no eran más simples transacciones. Por supuesto, expresar abiertamente estos pensamientos tan descarados sobre estas "prácticas comerciales" era algo de "clase baja", pero la familia White no estaba en condiciones de pensar en el qué dirán, además, estaban seguros de que Candy sería una mercancía de primer nivel. Luego de pensarlo muy bien, Bárbara aceptó la loca propuesta de su marido.

—Señora, la señorita Candy ha llegado —anunció una doncella.

Bárbara saltó de su asiento, casi olvidando sus modales de dama por un momento.

—¡Ven rápido, Candice! ¡Te hemos estado esperando!

Cuando la chica entró en el salón, la madrastra la recibió con un saludo tan cálido que casi parecía sincero.

La condesa Amery puso su abanico sobre la mesa y giró la cabeza para mirar a Candy, quien después de haber contado con un montón de ropa nueva que le compraron, todavía seguía usando sus mismos vestidos rústicos.

—¡Ven aquí! Saluda a la condesa Amery —dijo Bárbara apresurandose ansiosamente hacia Candy.

El rostro tranquilo de la rubia, se puso visiblemente rígido ante la extraña visita.

FLOR VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora