Capítulo 55

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Olvídate de la cortinas

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Abel miró la carta. La escritura a mano le resultaba familiar, pero el sello no. Dejó a un lado la carta con una sonrisa abatida.

—Candice De Ardley.

Recordó su rostro cuando susurró su nombre, un nombre al que todavía no estaba acostumbrado. Ella había sido su hermana menor, Candice White, una encantadora chica de un pueblo rural.

—Escribiré una carta.

El rostro de Candy flotaba sobre el papel, ella sonreía sobre la perfecta caligrafía.

La baronesa Lanyer lo había invitado a almorzar en otoño, justo antes de la boda. Expresó su gratitud por su amistad con Candy y dijo que la familia estaba en deuda emocional con él. Abel pudo sentir su intención de resolver la conexión emocional antes de la boda, su corazón revoloteó como remolinos de polvo en el desierto.

Era la última vez, tenía que ser la última vez que Candy y Abel estuvieran juntos como amigos. Su amistad terminó allí, cuando la campesina se convirtió en su alteza, la gran duquesa.

Abel sonrió suavemente y extendió la mano para tocar la mejilla de Candy. Después de un momento, ella le apartó la mano de su rostro y lo miró sin comprender. Estaba tratando de sonreír, pero seguía confundida. Al final ella asintió con la cabeza como diciendo que entendía.

Candy miró su espalda mientras él se alejaba esa noche. Tenía miedo de que él no mirara atrás, pero antes de llegar al final de la calle, Abel se giró y vio a Candy agitando la mano en despedida, todavía era esa niña que había conocido en la plaza del pueblo, a la que le faltaba el diente frontal.

Él levantó una mano y se despidió definitivamente de la mujer que fue su amiga, pero que ahora era su princesa...

Abel abrió los ojos, dejó que el recuerdo se desvaneciera y empezó a leer la carta.


Mi querido Abel.

Sé lo que quisiste decir y lo entiendo perfectamente, pero Abel, quería despedirme correctamente. No pensé que tendría la oportunidad, pero cuando la señora Morris dijo que era cortés escribir a mi familia para agradecerles, naturalmente pensé en ti.

Gracias Abel Lore.

Gracias por acercarte a una niña solitaria. Gracias por ser paciente conmigo cuando te seguí por el pueblo. Gracias por todos los detalles que me diste, lo amo a todos. Gracias por ser amigable cuando llegué a la ciudad, habría estado tan perdida sin ti. Estoy muy agradecida contigo y tu amabilidad. Ojalá no fuera así, pero este tiene que ser mi último adiós, y lo único que lamento es no poder devolverte todo lo que has hecho.

No podré escribirte más, pero estaré bien, lo prometo, así que no tendrás que preocuparte más por mí.

Es triste que nuestra amistad tenga que terminar aquí, pero nunca te olvidaré, atesoraré todos los recuerdos que tenemos juntos. Por favor, prométeme que saldrás y encontrarás la felicidad para ti.

Adiós.

Candice De Ardley


Abel sonrió, podía sentir cada gramo de sinceridad en cada palabra escrita. Tenía un largo camino por recorrer, pero Candy estaba tan llena de voluntad y, al ver su despedida final, se sintió aliviado.

FLOR VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora