Capítulo 51

176 27 19
                                        



Peligro tras la inocencia

━━━━ ❈ ━━━━



William dejó escapar un suspiro mezclado con risa mientras tomaba en cuenta lo que decía su esposa. Las mejillas de Candy estaban intensamente sonrojadas en ese momento. Ella actuó tan descaradamente, como si estuviera reclamando algo que era suyo por derecho.

—Candy, ¿hablas en serio? —preguntó el duque.

—Sí, por supuesto, lo digo muy en serio. —Candy dudó al principio, pero su respuesta fue la misma.

Él la miró fijamente por un momento, antes de que una risa saliera de su interior. Creía saber lo suficiente sobre Candy como para percibir cuándo estaba jugando, pero ella era una caja de sorpresas. ¿Realmente no sabía nada sobre la educación de dormitorio? ¿Qué pasaba entonces con los folletos ilustrados y todas esas historias que contaban los libros que las chicas ocultaban en secreto? ¿Candy nunca vio o leyó algo así?

¿Puedes enseñarme? le dijo ella tan tímida y segura, como si se tratara de una lección de clase que no entendió de su maestro. Encontró su ignorancia linda y odiosa al mismo tiempo.

—William. —Pronunció ella suplicante.

Él sintió un cosquilleo recorrerlo cuando ella lo miró con esos ojos grandes e inocentes. Cuando William se estiró y le soltó el lazo de su vestido, llamaron a la puerta.

—¿Su alteza? —La señora Morris habló desde el otro lado de la puerta.

Al escuchar la voz de la anciana niñera, Candy mostró la expresión de un animalito atrapado en una trampa. Sus ojos grandes y húmedos miraron suplicantes a William, la desesperación hizo que él sonriera un poco más.

—Sí, entra —dijo William.

Tan pronto como hubo una respuesta, la puerta se abrió y la señora Morris entró en la habitación.

—Ah, su alteza también está aquí —dijo la señora Morris notando la presencia de Candy en el estudio.

Morris tenía esa expresión que le recordaba a William la vez que corrió y se escondió cuando era niño, después de derribar accidentalmente una de las pinturas más preciadas de su padre. El joven príncipe rió y tomó un sorbo de agua.

—Su Alteza, la he estado buscando por todos lados, sabe que no debería estar aquí —reprendió la señora Morris mirando a Candy.

—Déjela en paz, señora Morris —habló William.

—Pero... la tutora... —la Sra. Morris iba a discutir, pero William levantó una mano para silenciarla.

—Lady Candy es mi esposa. —William dudó sobre su decisión, pero cuando Candy le sonrió con alivio se sintió cautivado por la confianza que ella le mostraba—. Dile a la tutora que lamentamos hacerla venir en vano.

—Sí —dijo la señora Morris, parecía un poco alterada, pero suprimió hábilmente sus emociones—. Sin embargo, esto no es cortés con la señora Peg. Su alteza, la gran duquesa, debe pedir personalmente su comprensión y llevar el asunto a una conclusión adecuada.

—Sí, claro —dijo William mirando a Candy, quien asintió con la cabeza enfáticamente. —Mi esposa cenará con nuestra invitada, tal vez esa sea una disculpa adecuada por venir hasta aquí.

La mirada de la señora Morris se suavizó ante la sugerencia, parecería que tal vez sería una disculpa adecuada después de todo. Hizo una reverencia y salió del estudio con la problemática gran duquesa.

FLOR VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora