La apuesta
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—Saludos, princesa. —William saludó a su inesperada visita mientras mantenía el contacto visual, sus labios se curvaron ligeramente en una sonrisa relajada.
Olivia, que jugueteaba nerviosamente con sus manos entrelazadas mientras esperaba, levantó la cabeza con expresión de sorpresa. Atónita hasta el punto de no poder responder a sus saludos. William se acercó a ella con indiferencia y se sentó en el lado opuesto de la mesa. Fue un reencuentro que no esperaba que sucediera tan pronto.
—Ha sido un tiempo. —Lady Ferguson finalmente recordó sus modales y le devolvió el saludo con nerviosismo.
Era un saludo estúpido e inútil que practicó innumerables veces mientras estaba dentro del carruaje de camino allí. El gran duque, sin embargo, no se molestó en continuar la conversación y solo la miró fijamente.
—Lamento mi repentina visita, no es educado de mi parte. Aún así, creo que lo mejor era encontrarnos en privado...
Su voz temblaba tanto que ni siquiera pudo terminar su disculpa correctamente. Lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos y comenzó a morder sus labios por la frustración.
La brecha entre el William del pasado y el William frente a ella era muy evidente. El hombre que recordaba tenía toques de inocencia y buen humor, pero ahora, no podía dejar de temblar por el aura intimidante y fría que poseía. Su rostro ahora parecía más maduro y su cuerpo era fuerte y tonificado; el William De Ardley actual era alguien que ni siquiera podía reconocer. No pudo seguir mirándolo y agachó la cabeza avergonzada. Se preguntaba por qué su visión se estaba volviendo borrosa, hasta que gruesas lágrimas finalmente cayeron sobre el dorso de sus manos temblorosas.
William siguió viendo la escena sin mostrar ningún cambio en su expresión. Al rato la señora Morris llegó con los refrigerios y vio lo que sucedía. Si no supiera sobre la historia de los dos ex amantes, habría condenado a William por ser despiadado. Pero ella fue la niñera del ex príncipe heredero, sabía todos los detalles, sabía lo ridículas que eran las lágrimas de Olivia. Ignoró por completo a la princesa, preparó la mesa de té y se fue de inmediato.
Mirando con indiferencia a la mujer que una vez fue su esposa, el gran duque tomó tranquilamente la taza de té frente a él. Olivia, por otro lado, siguió llorando lastimosamente, incluso después de que los terrones de azúcar arrojados en la taza perdieran su forma.
«Supongo que nada ha cambiado», pensó William mientras dejaba escapar una exhalación silenciosa. Un recuerdo de hace mucho tiempo llegó hasta él, fue aquel día en el que Olivia recibió los papeles de divorcio, su única reacción había sido llorar como una niña, justo como lo hacía ahora.
—La misma reacción aburrida —dijo él en tono monótono.
Tomó un sorbo del té frío mientras miraba hacia la ventana. A medida que el té despertaba gradualmente su mente perezosa, su paciencia finalmente comenzó a agotarse.
—Hemos roto limpiamente cualquier relación entre nosotros, princesa. —Sus ojos se entrecerraron mientras observaba el río y el bosque más allá de la ventana—. Di lo que se suponía que debía dar... —Se dio la vuelta para mirarla después de dejar la taza ahora vacía—... y ya recibí lo que se suponía que debía recibir... —Su amable rostro cambió en un instante cuando la ligera sonrisa en sus labios finalmente desapareció—. ¿No es así, Olivia?

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FLOR VENDIDA
RomanceLady Candice es lanzada al mercado matrimonial tras ser engañada con la promesa de que si accedía a ser una debutante, podría conservar la propiedad de sus abuelos, los barones de Lanyer, quienes estaban en una precaria situación financiera. El prí...