Mantendré mi promesa
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—H-Hola, su alteza —dijo Candy.
Había estado conteniendo la respiración hasta que finalmente habló, fue un pequeño susurro. Estaba cansada, pero el saludo aún fue cortés.
—¿Estás cansada? —preguntó William.
—¿Qué? Oh, lo siento, no era mi intención quedarme dormida.
William solo la miró con una sonrisa en los labios, advirtió las pequeñas lágrimas en el rostro de ella. Se sentó en la cama y colocó una mano sobre Candy para sujetarla mientras se movía para sentarse. Bajó la mirada hacia donde estaba su mano sobre el camisón de ella y comenzó a desabrochar los botones. Se fijó en los adornos de encaje y volantes, era una clara obra de la señora Morris. Aunque el vestido era del gusto de Candy, parece que la vieja niñera no pudo evitar interferir.
—Es un camisón muy bonito —dijo William suavemente.
Candy se sonrojó al recibir el cumplido y la gentileza con la que William abrió el camisón.
—Gracias —murmuró ella por lo bajo.
Parecía tan seria y nerviosa que él no pudo evitar reír con ganas. Esto hizo que Candy se alejara un poco de él y se abrazó a sí misma. Sólo sus delicados piececitos asomaban por debajo del camisón, parecía una muñequita cubierta de finos encajes.
—Candy —Pronunció William después de que terminó de reírse.
Candy lo miró, aturdida y sonrojada.
—¿Sí, su alteza? —La voz de Candy tembló. No se había movido de su posición acurrucada en la cama, jadeaba mientras apretaba la tela del camisón.
—Llámame por mi nombre —pidió William. Levantó la mano y soltó la cinta que ataba la rubia cabellera. Pasó su mano grande a través de los rizos, ayudándolo a caer en cascada por la parte delantera de su vestido—. Creo que llamarme "su alteza" en una situación como esta... es un poco... —Sostuvo ahora el extremo de la cinta que ataba el camisón en el cuello—. Di mi nombre.
Candy negó con la cabeza y se agarró el cabello.
—Di mi nombre , Candy —insistió él.
Parecía no darse cuenta de la resistencia de Candy y la instó a continuar. Mientras tanto, sus dedos discutían sobre la cinta, pero William finalmente la desató.
—Haz tu mejor esfuerzo, Candy —dijo con firmeza.
Con la cinta entrelazada en sus dedos, agarró la muñeca de Candy y abrió sus piernas con su mano libre. Candy jadeó. No fue contundente, tampoco opuso resistencia, realmente no le dio tiempo de reaccionar.
—¿No me prometiste que serías una buena esposa?
—Bueno, yo...
—¿Fue una mentira?
—¡No! —A través de toda la mezcla de confusión y sensaciones, Candy aseguró con firmeza—. No mentí sobre eso.
—Es un alivio, no me gusta que me engañen. —William sonrió y la liberó de su agarre.
Candy tenía ganas de cubrirse el cuerpo, pero sus pequeñas manos no podían hacer un trabajo lo suficientemente bueno. Miró a William, cuya sonrisa nunca llegó a sus ojos. Era difícil de leer. Jugueteó con las sábanas, retorciéndolas y su mente se aceleró.

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FLOR VENDIDA
RomanceLady Candice es lanzada al mercado matrimonial tras ser engañada con la promesa de que si accedía a ser una debutante, podría conservar la propiedad de sus abuelos, los barones de Lanyer, quienes estaban en una precaria situación financiera. El prí...