Capítulo 62

107 24 16
                                    



Cosas pequeñas y bonitas

━━━━ ❈ ━━━━



William despertó de un sueño agradable. Ninguno que pudiera recordar, pero la sensación permaneció como una imagen residual. La sensación de calidez de una chimenea o la luz del sol entrando por una rendija de las cortinas. O... plumas rozando su cuello.

La sensación de las plumas era demasiado real y cuando William giró la cabeza para ver qué era, encontró a Candy acurrucada cerca. Su aliento sopló sobre su cuello y le produjo una sensación de hormigueo.

—Nunca haré que tu cama sea incómoda.

Candy había hecho esa promesa cuando decidieron caminar juntos por el espinoso camino. Se acurrucó al final de la cama mientras se iban a dormir, luego, poco a poco, se fue acercando, hasta que estuvo justo al costado William.

William se sentó con cuidado y miró al ángel que descansaba. Parecía tan inocente en su sueño, como si no supiera nada de los problemas del mundo ni de los suyos propios. ¿Cuándo se volvió a poner el camisón? Incluso la cinta estaba atada con un pequeño y elegante lazo.

Confirmando que todavía tenía tiempo para cumplir con su horario matutino, William se recostó contra la cabecera y cerró los ojos. Era un poco incómodo, pero no tan malo como sospechaba.

La primera noche tuvo algunas dificultades, pero se debió principalmente a que no estaba familiarizado con el tema. A medida que pasaban las noches, descubrió que se sentía cada vez más cómodo con ello, y ahora, aparentemente, estaba empezando a tener buenos sueños, incluso con Candy acostada contra él.

Después de un rato, William volvió a abrir los ojos y miró a Candy. Ella todavía dormía profundamente. La observó por completo, desde las finas sombras de sus pestañas hasta la pequeña mano que descansaba sobre la almohada junto a su rostro.

Era una mano que parecía tan pequeña. Era una mujer pequeña, pero él nunca se había detenido a estudiar adecuadamente lo pequeña que era en realidad.

Un momento después, William pudo oír a la criada dejar el té en la habitación de al lado.

—Candy —habló William en voz baja.

Lentamente, Candy abrió los ojos y, mientras miraba a William, una sonrisa de bienvenida se dibujó. Fue uno de esos momentos que hicieron que valiera la pena recorrer el camino espinoso.

—Buenos días, William —dijo en voz baja.

—Buenos días, Candy.


***

Lisa cerró silenciosamente la puerta de la suite y pisoteó con alegría. No supo cuántas veces frunció los labios para evitar llamar.

Sintió que quería gritarle al mundo entero.

—Miren todos los que desprecian a la gran duquesa, hoy dos tazas en la bandeja. ¡Dos!

Lisa apenas pudo contener su emoción mientras corría por los pasillos, buscando a alguien con quien compartir la noticia.

La primera vez que supo que los dos se habían despertado juntos fue cuando sonó la pequeña campana para servir. Fue al dormitorio esperando ver a su señora, en cambio, era William, sentado en la cama y medio desnudo. Candy todavía dormía a su lado.

FLOR VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora