Capítulo 49

139 28 24
                                    



Mujer bonita

━━━━ ❈ ━━━━



Durante algún tiempo, la señora Morris se quedó perpleja. Finalmente recuperó la compostura. Una cama desordenada, pijamas por todo el suelo, copas de vino a medio beber y una gran duquesa que desaparecía. Vio el dobladillo de las sábanas aplastado en la puerta del baño.

—Todas, regresen y esperen —dijo la señora Morris a las criadas que husmeaban en la puerta del dormitorio—. De prisa, salgan de aquí.

Aunque la señora Morris no usó palabras severas para ahuyentar a las criadas, estas se retiraron en orden. Incluso Lisa, que no pudo evitar sentir que debería quedarse, tuvo que alejarse por el pasillo.

Después de confirmar que nadie andaba a escondidas, la señora Morris cerró la puerta del dormitorio y se acercó al baño.

—Su alteza, estamos solas ahora, puede salir.

Hubo una breve pausa.

—... Sí, lo siento, señora Morris. —Una voz delgada y temblorosa vino del otro lado de la puerta.

—Está bien, ¿cómo se siente?

—Estoy bien, es solo que...

Candy se quedó sin habla, pero la señora Morris fue paciente y esperó a que Candy saliera a su debido tiempo. Se ocupó de limpiar el desorden del dormitorio.

William despertó temprano y se dedicó a sus ocupaciones como si nada hubiera pasado. Se lavó, vistió y desayunó, todo sin mencionar ni una sola vez a su esposa. Era como si se hubiera olvidado por completo de que ella existía.

La señora Morris tuvo un mal presentimiento. No se atrevió a adivinar lo que estaba pasando entre la pareja, pero sabía que esta no era una escena normal para una recién casada. Lo mismo ocurría con el novio, que solo parecía fiel a su forma de vida habitual en su primer día de casados.

—Si le incómoda que la bañen, le diré a las criadas que no vengan. —Habló mirando hacia el baño—. Pero voy a necesitar esa sábana.

No es que la señora Morris no pudiera adivinar qué había estado haciendo la pareja en medio de la noche, pero era educado no mencionarlo directamente, de cualquier manera, habría que tirar la sábana, no podía dejarse como estaba.

La puerta se abrió lentamente y la señora Morris retrocedió un poco, dándole a Candy todo el espacio que necesitaba. Hubo un momento de silencio, la anciana tragó saliva cuando finalmente vio a Candy en el umbral.

La gran duquesa cubrió descuidadamente su cuerpo desnudo con la sábana, se quedó allí mirando el suelo a sus pies. Parecía tan demacrada que era difícil creer que pertenecía a la nobleza. Ojos inyectados de sangre e hinchados, cabello despeinado y marcas rojas en el cuello y el pecho.

—Gracias, su alteza —dijo la señora Morris y se estiró para tomar la sábana.

Retrocedió en el momento en que la tuvo y no miró directamente a Candy.

«Príncipe, eres tan ignorante y tonto».

El enojo envió calor a través de la vieja niñera. Si William estuviera parado frente a ella en ese momento, le habría dado más de una reprimenda.

Si se había casado con esa mujer por amor, ¿por qué no estaba ahí? Si amara a Candy, se habría quedado a su lado, habría estado con ella toda la noche y no se habría levantado después de que sus propios fines estuvieran satisfechos.

FLOR VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora