Capítulo 76

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El retrato real

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—Pensé que este collar quedaría mejor con este vestido.

—¿Ah sí? —William miró a las doncellas agrupadas detrás de Candy, como si buscara su opinión. Miraron alrededor de la habitación como si no hubieran notado la mirada inquisitiva del príncipe.

Le gustaba el collar, de cualquier manera, su esposa era hermosa sin importar lo que usara. William sabía que la razón por la que su esposa no usaba el collar no era simplemente por motivos estéticos.

—Tráelo aquí —ordenó William a una criada—, date prisa.

La doncella desconcertada se fue y William se volvió hacia su esposa. No importaba si reemplazaba el collar, Candy seguía siendo suya, pero había algo en ese collar de perlas que le irritaba los nervios. Candy levantó sus ojos tristes para mirar a William.

—William, yo...

—Me gusta ese collar, Candy. —El tono de William era suave, pero Candy no lo sintió—. Por favor, úsalo.

Era el primer regalo que William había elegido para ella y quería que lo usara para el retrato. Era la joya más preciada para Candy, pero no quería usarla para el retrato. Le parecía como si estuviera mostrando su extravagancia, dándoles más motivos a las difamaciones en su contra. Él no parecía dispuesto a escuchar y Candy no pudo reunir el coraje para decir lo que pensaba. Mientras tanto, la criada finalmente regresó el collar.

William sacó el collar de su caja y lo colocó alrededor del cuello de Candy. Las puntas de sus labios cerrados temblaron ligeramente cuando el frío metal tocó su piel.

—Te ves hermosa, Candy —dijo William sonriendo mientras le ponía el collar.

Los cumplidos de William hicieron que su corazón se acelerara, pero ahora los sentía tan fríos y pesados como el collar alrededor de su cuello.

—Gracias —dijo.

A ella le gustaba William lo suficiente como para querer que él fuera feliz, por lo que no mostró ninguna de las verdaderas emociones que sentía. Se odiaba a sí misma por mentirle así. Era un sentimiento extraño.


***

La mano de Abel estaba rígida mientras dibujaba. Había retratado a Candy muchas veces, pero el hecho de que el príncipe de Fairsfren, su marido, estuviera junto a ella hacía las cosas un poco incómodas. Respiró hondo y se recompuso, llenando el aire tranquilo con el suave chirrido del carboncillo sobre el papel.

Habían elegido hacer el retrato en el salón, donde había grandes ventanales que daban al sur. El espacio tenía muchos azules vibrantes, el color de la Familia Real Fairsfren.

Abel había pintado muchas familias aristocráticas a lo largo de los años, pero ninguna de ellas tenía una mansión de ese tamaño. En realidad, era bastante intimidante.

Ver a Candy ahí se sentía extraño. Sintió que la conocía por primera vez. No había ni rastro de la chica con la que había pasado su infancia en el campo. Era una dama elegante y noble la que estaba frente a él.

Candy temía que Abel la saludara como lo haría cuando eran pequeños, pero eso no sucedió. Abel se mostró respetuoso al saludar a la pareja ducal. Él había intentado rechazar la orden del director de arte, pero el director insistió y le dijo que ese trabajo le daría gran estatus.

FLOR VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora