Capítulo 42

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Actos impulsivos de... ¿amor?

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No importa adónde fuera Candy, no podía escapar de los chismes. La siguieron como la estela de un barco.

Incluso en el hospital escuchó a la gente charlar entre ellos. Primero fueron las enfermeras, luego sintió como si la gente estuviera parada tras la puerta de la habitación, espiando como niños imprudentes.

—¿Es ella realmente la indicada? —hablaron las mujeres dándole miradas de soslayo.

—¿El príncipe está ciego? —dijeron las enfermeras fingiendo estar hablando con sus portapapeles.

La gente no podía creer que ella fuera Candice White, la que venció a la bella princesa Olivia por el corazón del príncipe. Comentaban lo andrajosa que se veía, con sus sencillos vestidos de algodón y su maquillaje exagerado.

—¿No es ella de una familia noble? ¿Por qué se ve así? Esa no puede ser Candice White.

La baronesa Lanyer escuchó estos rumores de los médicos y enfermeras que la atendieron. Cada vez que iban a darle sus medicamentos, hablaban sobre Candy pensando que estaba dormida.

—Es todo mi culpa —dijo en voz baja—. No debería haberte dejado ir. Arruiné tu futuro para proteger la casa y ahora tendré que enfrentarme a tu abuelo y a Ayana.

Mientras la baronesa se culpaba a sí misma, las lágrimas llenaron sus cansados ojos azules y justo cuando se recuperaba de una dolencia, otra amenazaba con apoderarse de su débil cuerpo.

Candy ya podía verlo, lo que hacía que la baronesa pareciera cada vez más cansada.

—No digas eso abuela, el príncipe y yo no tenemos nada que ver —aseguró Candy.

Deseaba poder decir algo para convencer a la baronesa de que nada de esto era culpa suya. La mayoría de las personas ya estaban convencidas de que Candy era una dama caída, pero al menos quería que su abuela le creyera.

—¿De verdad vas a decirme que todo este alboroto es por nada? —dijo la anciana.

—Abuela, por favor, sabes muy bien que las personas inventan las historias que desean a partir de cosas de las que no saben nada.

—Aun así... —la baronesa miró a Candy con ojos tristes—. ¿Cómo puedes casarte con él y manchar tu reputación de esta manera?

—No nos vamos a casar, así que todo estará bien y la gente lo verá. —Candy dio una sonrisa alegre—. Solo aguanta. Saldrás del hospital mañana y luego podremos regresar a Bertford. Podremos vivir felices allí. Todo esto se convertirá en un mal recuerdo.

—Candy, mi pequeña Candy, no puedo estar a tu lado para siempre. Pronto estaré con tu abuelo. —Las lágrimas en sus ojos se profundizaron.

—No digas eso. —Candy y tomó la mano de la anciana. Se sentía delgada como el papel, podía sentir las venas.

—Candy, es la triste realidad de envejecer. Deberías contenerte por mi bien, tienes que salir y formar tu propia familia. El tipo de familia que te amará y te protegerá. No como tu padre.

—Abuela...

—¿Qué esperas que haga? Si pudiera, arrojaría todo lo que amenaza con entristecerte a las llamas del infierno. —La baronesa se alejó de Candy y gritó mirando hacia la puerta—: ¡Incluyendo a todos esos traficantes de rumores sucios! —Se volvió hacia Candy con un tono suave y uniforme—. Ese terrible príncipe y tu padre, ellos...

FLOR VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora