Cuando despertó estaba en su habitación. Le dolía la cabeza y tenía los músculos atrofiados de haber estado mucho tiempo tumbado en la misma postura. Se levantó. Alguien le había quitado aquella camisa sucia de sangre y le habían puesto el pijama. Era de día. Se miró al espejo y comprobó que los moratones que sospechaba que tenía, aún seguían allí. El labio superior empezaba a deshincharse. Tenía todos los huesos doloridos y apenas se podía mover sin que algo le pinchara por alguna parte. Se sentía débil, cansado, sin ganas de nada. Tenía algunas lagunas en su mente desde el día del accidente pero se avergonzaba de su comportamiento, de haberse dejado llevar por la ira tan fácilmente. Aunque, por otra parte, se sentía orgulloso de haber demostrado de lo que era capaz cuando se enfadaba. Aunque no sirviera de nada, porque allí estaba de nuevo, como al principio, o peor.
Comprobó la cerradura de la puerta. Estaba echada la llave. Pensó que lo vigilarían día y noche para que no prendiera fuego a la casa como había amenazado en la sala de audiencias. Pero, sobretodo, intentó trazar un plan a largo plazo para poder evadirse. No pensaba quedarse allí por mucho tiempo. Ya podía buscarse la vieja a otra marioneta a la que nombrar conde y poder manejarla a su antojo, que él no estaba dispuesto. La solución le vino casi sola: Tage. Solo tendría que sobrevivir hasta que se casara con su prima y entonces él ya no sería necesario y, posiblemente, su abuela le diera así más libertad.
Interrumpiendo sus reflexiones llamaron a la puerta y, antes de que él contestara siquiera, la llave giró y la puerta se abrió. Por ella asomó Eleanor, y al comprobar que estaba despierto y levantado, entró sin rastro de miedo en su semblante. Siempre había sido muy seria y muy introvertida. Apenas había cruzado alguna palabra con ella en todo el tiempo que llevaba viviendo allí. Era la prima mayor y, seguramente, la había enviado la vieja para ver cómo estaba puesto que parecía ser la más responsable. Marie se llevaba apenas un año con ella, sin embargo, se le veía más ingenua e insegura.
—Te voy a decir sólo dos cosas —Empezó hablando mientras se paseaba de un lado a otro de la habitación—. Una: Si quieres matarte, córtate las venas con la cuchilla de afeitar cuando estés en la bañera. Es rápido, poco doloroso, y apenas sentirás como si te quedaras dormido —Y lo miró con su cara de póquer, inexpresiva—. Y dos: Para capear a la vieja, es mejor estar a buenas con ella.
Se acercó hasta el sofá y se apoyó en el respaldo, mirando por la ventana, mientras él estaba en la otra ventana de al lado,escuchándola sin decir nada.
—Sabe más el diablo por viejo que por diablo, ¿No dicen eso? —añadió,en un intento de hacerse la simpática, sin embargo su cara no cambió ni un pelo.
—Ve al grano —La cortó él, impaciente y cansado de tanto rodeo—. ¿A qué has venido?
Ella tomó aire y lo soltó de golpe mientras se frotaba la base de la nariz con el pulgar y el índice, como si le doliera la cabeza y estuviera haciendo un gran esfuerzo al ir a hablar con él.
—Quien más y quien menos tiene su plan de fuga de esta "prisión", como tú la llamas —Se cruzó de brazos, como si no estuviera segura de si seguir hablando—. Marie y yo lo hemos hablado muchas veces. En cuanto nos licenciásemos, nos buscaríamos un trabajo en el extranjero, lo más lejos posible de aquí, en América.
—Sí, pero ahora Marie se casará con ese estúpido y se quedará aquí atrapada, dándole bisnietos que llevar al patíbulo, ¡Como ya hizo con sus hijos y con sus nietos! —le dijo al recordar la conversación que escuchó aquella noche entre ellas dos—. Y después de ella, irás tú. Y luego Sophie, y después Mika, y así con todas. ¿Es eso lo que queréis?
Eleanor se quedó callada, mirando el suelo, como si pensase.
—Marie es demasiado ingenua. Sophie y Mika son muy ignorantes. Yo tengo un plan B —Y lo miró a la cara con los ojos brillantes, de emoción—. Lo tenemos planeado desde hace bastante tiempo. Fue Gustav el que nos lo contó, en un intento vano de salvar su vida. Nos fugaríamos los cuatro. Él, Stephanie, Inna y yo. Pero nos confiamos y no llegamos a tiempo —Hablaba con la vista perdida en algún punto entre el zócalo de la pared y el suelo bajo la ventana—. ¿Has visto la película "La gran evasión" de Steve McQueen? —le preguntó de repente, mirándolo fijamente.
—¿Habéis excavado un túnel? —dijo él irónicamente, pensando en voz alta un tanto sorprendido, pero emocionado por tener alguna otra alternativa.
Ella no dijo ni sí, ni no, pero a su cara asomó un simulacro de sonrisa que se esforzaba por ocultar.
—¿A dónde lleva? Hay cámaras por todo el camino hasta llegar a la carretera, y eso ya son muchos kilómetros...
—Ha habido mucho tiempo libre en esta casa. Gustav sólo lo retomó donde lo dejaron los demás —explicó, mientras intentaba sacarse algo de uno de los bolsillos del pantalón vaquero que llevaba—. Normalmente esto ha ido circulando, pasando de mano en mano, del conde vigente al heredero nombrado, en plan secreto, ya sabes, a escondidas de la vieja —Al final consiguió sacar un papel amarillento, doblado en múltiples pliegues—. Como Gustav fue el último varón y ni siquiera sabíamos que existías tú, pues me lo dio a mí, como hermana mayor supongo, sin esperar a que la vieja nombrara ningún heredero oficial —Su voz se quebró e intentó recomponerse. Le resultaba muy doloroso hablar de su hermano—. Gustav tenía miedo. Mucho miedo —Y le tendió el papel que él tomó cauteloso por lo que pudiera contener, pero ansioso por saberlo—. Mantuvo el secreto hasta que falleció Sandor. Después, sabedor de que él sería el siguiente, no pudo contenerse y lo compartió con nosotras para que nos fugáramos con él. Pero apenas nos dio tiempo a terminarlo... —Y pegando media vuelta salió corriendo de la habitación, reprimiendo los sollozos.
Rüdiguer se quedó pensando en Gustav. Tuvo que ser duro para él. Hay que ser muy valiente para saber lo que te espera y quedarte esperándolo.
Muy valiente o muy gilipollas.
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ETHEL, El heredero.
Roman pour AdolescentsRüdiguer es reclamado por su abuela como heredero de un condado que detesta, pues será la diana humana de los enemigos de su familia, que ya se han cargado a todos sus antecesores. Así que tratará de hacer todo lo posible, por las buenas o por las m...