50. La poza

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Cuál fue su sorpresa cuando, en la poza, estaba metido Per, dándose un baño en pelotas, bebiendo una copa de champán tan ricamente y sin inmutarse al verlo llegar desde lejos.

Pero,cuando se acercó un poco más, vio salir del agua dos cabezas de melenas oscuras, que también estaban bañándose con Per. Eran las hermanas buenorras, Alice y Alva, que, como aquel día habían pedido la comida a una empresa de catering, pues no tenían mucha faena.Estaban los tres un poco borrachos. Rüdiguer sintió vergüenza ajena puesto que todos estaban como los trajeron al mundo y no se atrevía a mirarlos directamente, sobre todo a ellas. A su mente acudió la imagen de Jowy desnuda en la piscina de Javi aquel día que fueron a pegarle el cambiazo a la cinta que les había grabado a escondidas. No lo olvidaría jamás. Pero ver a Alice y Alva desnudas dentro del agua le hizo sentir un remolino en el pecho y cierto vértigo en el estómago. Sus pechos flotaban por la ingravidez del agua y parecían tan suaves al tacto que no pudo evitar tener una erección. Suerte que llevaba aquella chaqueta andrajosa que le llegaba casi hasta las rodillas y ninguno notó nada.

—Vamos,entra —le dijo Alva, con más coloretes en la cara de los habituales—. Hay sitio para ti también.

—Mejor no —Rehusó la invitación tímidamente—. Sólo he venido para ver si ya se había llenado —añadió sin saber donde fijar su vista para no mirarlas a ellas, que se reían de su timidez.

—Venga hombre, no seas tan estrecho, no te vamos a comer —dijo Alice— ¿O sí? Hum... Lo que quieras —Y se echaron nuevamente a reír los tres.

—Ya.Ya veo que ha desaparecido más de una botella de las de la boda,¿eh? —les dijo, mirando los cascos vacíos y sus ropas desperdigadas por la hierba fresca de los alrededores de la poza.

—Vamos,estrena tu poza como es debido, tío —dijo Per, pasando un brazo por encima de los hombros de cada una, que las tenía a ambos lados.

—No te puedo confiar ningún secreto, ¿eh? —le dijo al jardinero.

—Ellas no dirán nada —Y las miró para que corroboraran su afirmación asintiendo con la cabeza como buenas chicas—. No nos conviene que la poza sea del dominio público o parecerá la piscina municipal.¿No crees?

—Venga,dejémonos de cháchara —dijo Alice, saliendo del agua de repente.

Se dirigió a Rüdiguer mostrando todo su escultural cuerpazo, mientras este que se quedó pasmado, sin saber cómo reaccionar, y para qué se le acercaba de aquella manera. La chica lo cogió del brazo y lo acercó a la poza. Rüdiguer no pudo más que dejarse llevar. En la orilla de la poza Alva se levantó para ayudar a su hermana a desvestirlo rápidamente mientras él intentaba impedirlo, pero sin poner mucha resistencia.

Como llevaba tantas capas de ropa, a pesar de estar en Junio, aún tuvo que levantarse Per también, para que no se les escapara. Al hacerlo,Rüdiguer observó que Per también estaba empalmado. Y es que era natural, al ver los cuerpos desnudos de aquellas dos hermanas, con sus curvitas y sus redondeces, invitándoles al tacto de su piel y al calor de su interior.

Hubo un momento muy incómodo cuando, ya desnudo, los tres se le quedaron mirando las cicatrices que tenía. Fue muy breve pero lo suficientemente intenso como para detectar en sus caras cierta lástima a la vez que fascinación.

—Vaya—dijo Alice, pasando la mano por el brazo donde tenía más marcas—. Todo esto te debió doler... —añadió, sin apartar la vista de ellas.

—Bueno,vamos al agua que aquí tengo frío —destensó el ambiente Per,cogiendo de la mano a Alva para llevarla a la poza consigo.

Alice agarró a Rüdiguer del brazo y se metieron en la poza también,pasando del asunto de las cicatrices que tanto le cortaba el rollo.



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El Salvaje; Rüdiguer en Aguas Negras

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ETHEL, El heredero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora