Rüdiguer es reclamado por su abuela como heredero de un condado que detesta, pues será la diana humana de los enemigos de su familia, que ya se han cargado a todos sus antecesores. Así que tratará de hacer todo lo posible, por las buenas o por las m...
Lo primero que hicieron fue acudir al centro donde estuvo internada con la esperanza de que allí les dieran alguna pista de su paradero actual porque, según sus palabras cuando hablaba del futuro, allí permanecería solamente hasta que cumpliera la mayoría de edad,luego, por lo general, se alquilaban un pisito entre un grupo de compañeros y se ponían a trabajar, porque con la paga de huérfanos no era suficiente para vivir.
Pero en el centro en cuestión fueron bastante herméticos. Claro, se había olvidado de aquella mafia en la que estaba metida. Sus miembros se protegen entre ellos y no le dirían así por las buenas su paradero aunque lo supiesen. La mejor respuesta fue que se alquiló un piso con otros compañeros de estudios, de los que no estaban autorizados a dar nombres, y mucho menos la dirección, pero que se mudó haría cosa de un par de años y ahora vivía en otro piso. No le dijeron en otro pueblo, ni en otra ciudad, le dijeron en otro piso, con lo cual todavía podía estar por Zaragoza, posiblemente a las afueras, como a ella le gustaba, alejada del bullicio, para descansar. O eso decía.
Volvían a estar en blanco, así que decidieron ir por todos los institutos y universidades que hubiese por allí, peinando la zona, preguntando por ella en todos los centros donde hubiese podido estudiar. ¿Porqué se mudaría? ¿Dejaría los estudios? ¿Habría encontrado novio y se habría ido a vivir con él? No quería pensar en esa posibilidad pero tenía muy claro que no la iba a encontrar esperándolo con los brazos abiertos, y mucho menos después de no haber dado señales de vida en siete años. Si conseguía encontrarla, lo que cada vez veía más difícil, seguramente estaría enfadada con él. Le prometió que la llamaría, que le escribiría,y todos los intentos fueron frustrados, pero ella no le creería. No se lo creía ni él. Había vivido en una nube, atontado todo este tiempo, sin pensar en lo que realmente quería, sin hacer nada por conseguirlo hasta que salió de aquel palacio del terror que era Aguas Negras. Era como si su atmósfera estuviese contaminada con alguna especie de gas que sometía a todos sus habitantes a la voluntad férrea de su abuela y al salir, y respirar aire nuevo, las ideas fluyeron otra vez por su mente con la claridad con la que estaba acostumbrado antes de meterse en aquella ratonera.
En todos los institutos le dijeron que las listas de antiguos alumnos eran eliminadas de los archivos transcurridos cinco años. Les pidió que mirasen en la lista más antigua por si hubiera repetido algún curso, pero no sólo lo hicieron a regañadientes y mediante sobornos, si no que además su nombre no figuraba en ninguna de ellas. Tenía un nombre realmente largo y lo más fácil era que lo hubiese abreviado de alguna manera. Era imposible localizarla si no daba su nombre completo. A ella le gustaba mucho cambiar de nombre,en cada pueblo que iba de vacaciones daba uno distinto aprovechando la gran variedad que tenía para inventarse abreviaturas: Jow, Jowy,Johann, Hanna, Han, Banna, Banny, Bann, y eso sólo con su primer nombre, si se agarraba a los demás también la lista era interminable. Recordaba el nombre de LB. ¿LB de Allison Beatriz? ¿En qué se parecía? Ella podría haber hecho lo mismo. JM, de Johanna Matea, y así infinitamente.
Con cada negativa que le daban su moral iba hundiéndose cada vez más.Se había lanzado a aquella aventura sin calcular bien las posibilidades de éxito. Zaragoza es una ciudad muy grande. Podría estar en cualquier parte. Andaban por la calle con los ojos bien abiertos, mirando a todo el mundo, mirando a todas las chicas castañas y con rizos. Buf, el pelo. El pelo es lo primero que cambia en las chicas. Se lo tiñen, se lo cortan, se lo alisan. Podría tener ahora cualquier otro peinado distinto de aquella coleta de caballo que se hacía durante aquel verano.
En las universidades tampoco tuvieron mucho éxito. Recordaba perfectamente el discurso que le soltó el día que se despidieron para ir a la embajada de Madrid, cuando le dio aquel abrazo delicioso que recordará toda su vida. No tenía muchas esperanzas de poder llegar a la universidad. Tendría que pagarse ella los estudios y para ello tendría que trabajar más que los demás, porque además de estudiar tenía que vivir y todo cuesta dinero, el alquiler, el gas, el agua, la luz, la comida, la ropa, los libros, el material.Por muchas becas que le concedieran no serían suficientes, nunca lo son.
Pero lo que más le fastidiaba era que la rodeaba un halo de silencio que le hacía muy complicada la tarea de localizarla. La puta mafia en la que estaba metida la protegía demasiado. En realidad esa era su misión, proteger a sus "soldados". Y al parecer Jowy era muy buena en aquello. Debía pasar desapercibida, no llamar la atención,no demostrar abiertamente sus habilidades para no despertar sospechas, para seguir siendo anónima y poder hacer los trabajitos que le encargasen sus jefes mafiosos de mierda. Ella quería dejarlo,pero al parecer, por lo que le estaba costando encontrarla, no se lo habían permitido. Era demasiado buena como para dejarla marchar tan ricamente. Pero a ella no le gustaba, estaba cansada de ser la marioneta de los peces gordos. ¿Por qué no lo dejó? Él contaba con ello, contaba con que habría encontrado la manera de dejarlo y salir airosa. Tal vez le apretaron demasiado las tuercas, tal vez la amenazaron de alguna manera o la tenían atemorizada. Quizás la continuaban extorsionando para que siguiera prestándoles sus servicios. Pensar aquello lo aterraba. Él estaba dispuesto a todo para liberarla. Estaba dispuesto a matar si hiciera falta. Sí, a matar. A cualquiera que se interpusiera en su camino. Ya había perdido demasiado tiempo como para ir con diplomacias.
Como con las universidades y facultades no había tenido éxito, decidió probar con los McDonald's y los Burguer King, como alternativa a los estudios. Un trabajo basura para ir tirando. Pero claro, en siete años habían pasado tantas caras por cada uno de aquellos lugares que era imposible recordar la suya. Iba por ahí enseñando la foto aquella que tenía guardada tan celosamente en su diario secreto.Aquella en la que se veía agachada, en cuclillas, con la cabeza levantada hablándole a alguien. Había pasado tanto tiempo desde entonces... tal vez ahora tuviera la cara llena de granos, con la piel flácida de un color indefinido y los ojos apagados. Tal vez fuera gorda, aunque dado lo nerviosa que era lo dudaba mucho, pero todo podía ser. Tal vez haya sufrido algún accidente y esté coja,manca, o vaya en silla de ruedas. Jamás quiso pensar que había muerto, a pesar de saber que corría mucho peligro con cada una de las misiones que le encomendaban tan a menudo aquellos jefes misteriosos. No lo quería pensar. Tenía que estar viva. Necesitaba que estuviese viva. Se conformaba con verla, aunque ella no lo viera a él. Y no le importaría que estuviese con otro. No le importaría lo más mínimo que se hubiera casado y fuera feliz. Siempre que fuera feliz. La felicidad es algo tan subjetivo. Y tan efímero. Él fue feliz durante unos días de verano y luego se hundió en la tristeza infinita.
Llegaban todas las noches agotados al hotel. Nikke se quejaba de que España tenía fama de tener un sol abrasador durante todo el año y en los cuatro días que llevaban allí apenas había lucido un par de horas.Había estado nuboso casi todo el tiempo pero apenas habían caído unas gotitas en alguna ocasión. En la tele anunciaron agua para las próximas 24h. así que Nikke tendría que esperar unos días más para conocer el calor del sol de España. Rüdiguer prefería que estuviera nuboso. Su piel blanca se quemaba con gran facilidad y en Mayo el sol ya apretaba con fuerza en los días soleados, claro.
En el hotel donde se alojaban, a las afueras de la ciudad, en la parte moderna, hacían espectáculos todas las noches, pero Rüdiguer estaba triste, cada vez más, y no tenía ganas de bajar a distraerse. No paraba de planear lo que harían al día siguiente y qué estrategia emplearían para poder conseguir cualquier información. Pero Nikke era joven y quería divertirse un rato, así que solía bajar al bar a beber, ya que allí se podía beber libremente y era mucho más barato que en Suecia. Y de paso ver el espectáculo. Pero era demasiado cortado para lanzarse a hablar con alguna chica de las que había por allí. Además tampoco parecían españolas. Eran guiris igual que él y eso no le gustaba. Él quería conocer a una chica española para ver si realmente eran tan fogosas y apasionadas como le habían contado. Para tías frías y liberales ya tenía a las de su país. Quería probar algo diferente.
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