56. La Cartilla del banco

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El caso es que tenía la libreta en sus manos y no sabía qué hacer con ella. Iba con la idea de curiosear lo que hubiera, pero no llevarse nada. Dejaría todo en su sitio para que no se notara su infiltración. Sin embargo, en su cartilla había dinerito fresco que le vendría muy bien para saldar su deuda con Per y su famosa apuesta. Así que, se la metió en el bolsillo pensando en la manera de escapar hasta un cajero para poder sacar dinero en efectivo y saldar su deuda. Ya tendría tiempo, alguna que otra noche, para volver a la torre a dejarla, antes de que acabara el verano y volviera su abuela.

Con el hallazgo de su cartilla se olvidó de rebuscar nada más. Tampoco le importaban demasiado los secretos que pudiera esconder su abuela.Decidió emplear su tiempo en elaborar un plan de fuga.

El regreso a su habitación fue pan comido. Lo que más difícil le resultó, fue tener que escalar por la cuerda hasta el contrafuerte para volver. Todavía no estaba en buena forma. Eso le animó a hacer uso a diario del magnífico gimnasio que había construido su abuela y que apenas había utilizado, además de sus carreras matutinas y sus paseos por el bosque con el rebaño. Necesitaba ponerse en forma porque las incursiones a la torre no habían hecho más que empezar.


A mediados de Julio llegó Per, tras haber pasado los quince días de vacaciones que le correspondían desde que empezó a trabajar allí,con sus padres. Peleándose con ellos, más bien. Por eso vino con ganas de trabajar, porque vivía mejor allí dentro que fuera, al contrario de muchos otros. Por supuesto los jardines estaban muy descuidados ya que mientras él estaba de vacaciones nadie lo había sustituido y tenía que ponerlos guapos para cuando llegara la condesa. Pero siempre sacaba tiempo para relajarse en la poza de su amigo o visitar su huertecillo, donde lo convenció para plantar marihuana, alegando que él era un gran experto en su cultivo y que no era la primera vez que lo hacía. A Rüdiguer todo lo que fuera salirse de las normas le parecía bien, así que no le puso ninguna objeción al respecto. Como agradecimiento, Per le contó que había un mozo de cuadras que trabajaba allí, del que se había hecho muy amigo y que, tras invitarlo a unos cuantos cubatas en su habitación,le había confesado que tenía acceso a Internet desde la suya,mediante un portátil, puesto que había rastreado el cable de Internet que abastecía a su abuela y le había hecho un empalme para poder llevar otro cable a su habitación. El tipo en cuestión acababa de sacarse la carrera de técnico en informática y estaba enviando curriculums vía Internet a todas las multinacionales que se le pusieran a tiro para largarse de allí. No iba a ser mozo de cuadras toda la vida. Per le advirtió que, si su puesto, o el de su amigo corrían peligro, no mencionaría su nombre. Rüdiguer le dijo que, un tío tan ingenioso y tan audaz se merecía toda su admiración y respeto y quería conocerlo cuanto antes.


Aquella misma noche los invitó a los dos a su habitación.

—Bueno,ya estoy listo para un trío —dijo Rüdiguer de broma, al entrar y verlos allí sentaditos en la cama, tan modositos.

—No seas cabrón, que no he traído condones —contestó Per empezando a reírse de aquellas frases que se soltaban mientras el informático los miraba sopesando la idea de que realmente fueran maricones y flipando en colores por las confianzas que había entre ellos.

Era un muchacho enjuto, con el pelo lacio y sin brillo, que le caía sobre los ojos, escondidos tras unas gafas de culo de vaso. Su trabajo en la casa consistía básicamente en adecentar las cuadras,barrer la mierda de los caballos, poner paja limpia, y ese tipo de tareas que no requieren fuerza física, de la que estaba escaso. Y tampoco era la alegría de la huerta, apenas se reía y sólo sabía hablar de megas, gigas, disco duro, memoria ram y esas historias que a Per y a Rüdiguer le sonaban a ciencia ficción.

Pero consiguieron, tras unos cubatitas preparados por Per, que los llevara a su habitación, que estaba contigua a la del jardinero, y allí enseñarles el tinglado que tenía montado.



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El Salvaje; Rüdiguer en Aguas Negras

El Salvaje; Rüdiguer en Aguas Negras

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ETHEL, El heredero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora