54. Vacaciones de verano

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Mariey Tage se fueron de viaje de novios a la Riviera Maya, como cualquierhijo de vecino normal y corriente, en vez de gastarse un pastón endar la vuelta al mundo como hubiera hecho cualquiera que tuviera unaabuela millonaria dispuesta a pagarles todos los caprichos. Peroellos eran así de sosos. Se fueron a un complejo hotelero donde lotenían todo incluido y ni siquiera contrataron excursiones para verlas pirámides Mayas o el típico curso rápido de buceo.

Comosu hija no estaba en la casa, pues Anna aprovechó para estar con suspadres, en Skeletfea, que ya estaban mayores y siempre se alegrabande verla.

Afinales de Junio, Oliver les trajo los resultados de los exámenes aél y a Stephanie. Ambos habían aprobado. Les dio una lista bastantelarga con las carreras a las que podían optar y en qué ciudadestaban sus facultades respectivas. Stephanie estaba que se salía decontenta pensando en que por fin podría salir de allí y codearsecon la gente normal de su edad, aunque le daba un poco de miedo, perosi Marie, que era una blandengue, había sobrevivido, ella tambiénsería capaz de superarlo, así que se miró sólo aquellas carrerasque tenían facultad en Upsala, para poder estar en el mismo piso quesu hermana y su prima Sophie, porque Marie seguramente se iría aotro piso con Tage, según les había dicho antes de irse de luna demiel y... en caso de que volviera.

Lalista de las posibles carreras era interminable y todas muyapetecibles. Al final Rüdiguer se decantó por arquitectura. Siemprele había gustado la construcción y le fascinaban los edificioscomplejos. Aunque su gran pasión fuese la Arqueología, sin embargoera muy difícil vivir del pasado y la arquitectura tenía mássalidas. Así que Oliver se encargó en persona del papeleo.

Stephanieiría con su hermana, pero él estudiaría a distancia. Y eso ya nole gustó tanto. Albergaba alguna posibilidad, aunque fuese remota,de que lo dejara ir también al piso de Upsala, pero su abuela eraimplacable y no le dejaría salir de allí ni con los pies pordelante, porque para eso tenía la cripta allí abajo, esperándolo.

EnJulio y la primera mitad de Agosto, su abuela, y sus tías y primas,se fueron de vacaciones, por lo tanto, más de la mitad del personalde servicio que trabajaba en la casa no era necesario porque ellas,que son las que más faena les daban, no estaban. Únicamente seturnaban en sus vacaciones los que se encargaban del mantenimiento,tanto de la casa, como de los jardines o los caballos. Pero enrealidad no hacía falta mucha gente porque no había casi trabajo yaque se quedaron cuatro gatos en la mansión. Rüdiguer entre ellos,porque estaba castigado sin vacaciones.

Lisase fue con sus hijas a Italia un par de semanas. Inna estaba que sesalía porque iba a subir en avión. Las demás se supone quetambién, pero no lo demostraban tan abiertamente. Era un viajeorganizado, pero bastante completo. Lisa tenía un poco de miedoporque nunca había salido sola con sus hijas. Se dio cuenta de queapenas sabía sus gustos, sus preferencias. No tenía ni idea dequienes eran en realidad. Aquel viaje sirvió para conocerlas mejor,y para unirlas un poco más. Se dieron cuenta entonces de dóndevivían: En el Castillo del Terror, como solía decir Stephanie.Descubrieron que la gente normal era feliz con menos. Ellas podríantenerlo todo y sin embargo no eran felices.

Porsupuesto tuvieron sus momentos difíciles. Eran todas muy distintas ya veces no se ponían de acuerdo en qué visitar cuando el guía lesdaba la tarde libre. Eleanor quería ver museos que no estaban en elprograma, Stephanie quería irse de pubs, Inna estaba empeñada entirar monedas en la Fontana de Trevi para pedir deseos, y a Lisa lecostó bastante conseguir que no tiraran cada una por su cuenta ypermanecieran unidas. Tuvo que ponerse dura y demostrar que la quemandaba allí era ella. Al fin y al cabo era su madre, y lo que dicenlas madres va a misa. Al final consiguió convencerlas para ir avisitar primero la Galleria Doria Pamphili, donde Eleanor pudodisfrutar de su amplia pinacoteca, aunque Steph e Inna se dedicaron acriticar todos los cuadros a sus espaldas. Después se acercaron,como no, a la Fontana de Trevi para que Inna lanzara sus monedas.Como por probar no cuesta nada, todas lanzaron sus monedas pidiendosus deseos. Y al caer la noche se atrevieron a meterse en un bar decopas, codeándose con los italianos guapos de los que tantodisfrutaban y que les entraban al trapo, incluso a Lisa, que iba demadre Teresa de Calcuta con su luto perpetuo. Y es que los italianosson así de morbosos.



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El Salvaje; Rüdiguer en Aguas Negras

El Salvaje; Rüdiguer en Aguas Negras

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ETHEL, El heredero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora