—Lo siento, de momento no puedo facilitarte acceso a Internet. No es seguro para ti —le dijo, mirándolo por encima de sus gafas para leer, bastante seria.
—No soy idiota. No voy a chatear con desconocidos. Sólo necesito información del mundo exterior —Se defendió.
—¿Para qué quieres información del mundo exterior? ¿Es que no tienes todo lo que necesitas aquí? —Y cruzó otra mirada con el contable, como si supieran que, tarde o temprano, tendrían que abordar con él aquel tema.
Empezaba a cabrearse ante la negativa de su abuela pero prefirió contenerse y no explotar todavía para ver si le podía sacar más cosas.
—No. No tengo bastante. Hay cosas que no se pueden conseguir aquí dentro. Me he sentido imbécil cuando he hablado con la gente para intentar volver y no he sabido decirles donde vivía. Necesito información, y si Mahoma no va a la montaña tendrá que venir la montaña a Mahoma. ¿No habías oído ese refrán? —Se atrevió a tutearla, con lo que su abuela se sorprendió bastante de su reacción.
—Puedes venir aquí siempre que quieras para saber algo. Sólo tienes que preguntarlo —respondió, adoptando la postura cordial que a veces empleaba cuando quería salirse con la suya a toda costa e intentaba disfrazarlo—. Lamento que te hayas sentido así ahí fuera, pero... como no decías nada, yo suponía que lo sabías. Por favor, no dudes en venir a consultarme cualquier cosa sobre la que tengas dudas. Pero lo de Internet déjame estudiarlo primero, ¿De acuerdo? —dijo, muy diplomática.
—Está bien —Claudicó, dejando aquel tema para la próxima ocasión en vista de que no podía con ella—. Pero entonces, no quiero más clases de protocolo, ni de baile, ni de música. Ni quiero profesores particulares. Prefiero tener el temario para el acceso a la universidad a mi disposición y estudiármelo por mi cuenta, a mi ritmo —propuso después, pasando al siguiente punto.
—¿Crees que serás capaz de estar a la altura? ¿Tendrás la suficiente fuerza de voluntad como para ponerte a estudiar voluntariamente? —se sorprendió ella.
—Sí —dijo secamente, convencido de ello—. Si nadie me hace perder el tiempo con clases estúpidas —Remató—. Puedes comprobarlo si es que no te fías de mí. Haré un examen mensual, si quieres, para demostrártelo —Se ofreció.
—No es mala idea. Hablaré con tus profesores para que me den el temario y me preparen los exámenes mensuales y el final, antes de presentarte al selectivo, y así podré despedirlos este mes mismo, sin tener que esperar a Junio —Y se dirigió al contable directamente—. Con eso nos ahorraremos unos cuantos sueldos. ¿No? —Y el contable asintió bastante sorprendido de la idea de su abuela—. ¿Alguna otra petición?
— Pues sí, una más. Quiero sacarme el carnet de conducir.
—¿Para qué necesitas el carnet de conducir? Dentro del recinto puedes coger el coche que quieras. Nadie te va a multar —Argumentó su abuela.
—Pero fuera sí. ¿No creerás que voy a hacer como Sophie, que le regalas un coche carísimo y lo tiene allí abajo pudriéndose? —añadió, algo más alterado en vista de que su abuela le sacaba tantas pegas.
—No es seguro que salgas, querido. Yo lo hago por vuestro bien. Ya has visto lo que te puede pasar ahí fuera —repuso la vieja, intentando ser convincente.
—No necesito salir ahora, hace mal tiempo y el día dura muy poco. Pero sí querré salir en verano, por ejemplo. Quiero ver los pueblos de los alrededores, los paisajes, todo. Necesito saciar mi curiosidad. Saber donde vivo —contestó, tratando de ser tan convincente como ella.
—De acuerdo. Contrataré un profesor de autoescuela para que empiece a darte clases teóricas del carnet de conducir. Pero te advierto que las prácticas las tendrás que hacer aquí dentro del recinto —matizó ella, que no estaba acostumbrada a conceder lo que le pedían. Pero sólo era una manera de ganar tiempo, hasta que llegase el verano aún faltaba mucho, y lo más probable sería que una vez vistos los alrededores, sosos y aburridos, permaneciera en la mansión por su propia voluntad, era normal sentir la curiosidad adolescente.

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ETHEL, El heredero.
Teen FictionRüdiguer es reclamado por su abuela como heredero de un condado que detesta, pues será la diana humana de los enemigos de su familia, que ya se han cargado a todos sus antecesores. Así que tratará de hacer todo lo posible, por las buenas o por las m...