Rüdiguer es reclamado por su abuela como heredero de un condado que detesta, pues será la diana humana de los enemigos de su familia, que ya se han cargado a todos sus antecesores. Así que tratará de hacer todo lo posible, por las buenas o por las m...
Enseguida desdobló el papelito. Era un mapa. Estaba dibujado como a trozos, en diferentes tonos de tinta, como si cada uno de ellos hubiera excavado una parte del túnel, trazándola al mismo tiempo en el papel. Alguien se había molestado en anotar los nombres de los excavadores y le sorprendió comprobar que el primer excavador fue: ¡su padre! Y por lo tanto, el que ideó el plan.
Se detuvo un momento a pensarlo. Si todos sabían de antemano que iban a morir ¿porque esperaban tanto y no se escapaban a la menor oportunidad? Tal vez la muerte los pillara siempre desprevenidos porque pensarían en su fuero interno que nunca llegaría, o por que no tenían el valor suficiente como para buscarse la vida fuera de aquellas paredes en las que se habían criado a todo confort. Exceptuando a su padre, ninguno había salido de allí. Anders debió ser la oveja negra de la familia, el hijo descarriado de la vieja Inna. O tal vez el único valiente que se atrevió a probar el oxígeno existente extramuros del condado. Y ahora yacía allí abajo...
Le resultaba tan humillante saber que sus padres estaban sepultados bajo la torre que tomó la determinación de sacarlos de allí de manera legal y darles sepultura en el jardín o en cualquier otro lugar. La cripta colocada bajo la torre no había sido muy buena idea. ¿A quién se le habría ocurrido? Sin duda a su abuela, para estar siempre por encima de todos, tanto si están vivos como si están muertos.
Observando el mapa descubrió que era desde la cripta, precisamente, de donde partía el túnel. Pensándolo bien era el sitio perfecto puesto que estaba por debajo del nivel del suelo y no habría que cavar hondo, sino recto. Además, el excavador de turno, tendría la excusa perfecta para ir a rezar a sus muertos, cerrándose por dentro para que nadie lo molestase en su luto y su dolor, mientras él estaba trabajando en el túnel. Suerte que el pasillo se dirigía hacia el oeste, pasando por debajo de los talleres o la lavandería, y no lo habían dirigido hacia el este, donde hicieron las obras del gimnasio porque, al excavar la piscina, lo hubieran descubierto. Seguramente lo dirigieron en aquella dirección para evitar el lago. Aunque, en más de una ocasión tenía algún que otro giro brusco,supuestamente para evitar algún obstáculo aparecido de improvisto en su trayectoria. Tenía muchas ganas de meterse dentro para hacer una vuelta de reconocimiento. No es lo mismo verlo en el papel que vivirlo. Necesitaba hablar con Steph o Inna, ya que, según Eleonor, ellas también estaban enteradas y tenía más confianza, aunque, después de todo lo ocurrido, a lo mejor aquella confianza se había enfriado un poco.
Pero... la puerta de su habitación estaba cerrada con llave.
Recordó entonces lo que le dijo a Jowy antes de partir: "No hay rejas ni barrotes que puedan retenerme, soy como el agua que se te escapa entre los dedos."
Era el momento de comprobar si aquello era cierto. Sin pensárselo mucho se vistió con lo primero que encontró en el vestidor, lleno de trajes de etiqueta y tonterías que en aquellos momentos no pensaba volverse a poner en la vida, y abrió la ventana para estudiar la fachada del edificio desde aquella perspectiva, albergando la posibilidad de escapar por ahí.
Su ventana daba al patio interior. A la torre. Desde donde su abuela podría verlo hacer de Spiderman si levantaba la vista de sus papeleos y miraba por la ventana, pero a aquellas alturas de película ya poco le importaba y decidió arriesgarse. En cada cambio de piso había una cornisa lo bastante gruesa como para poder apoyar en ella los pies. En cada rincón que formaba el hexágono que era aquel edificio, había una columna de piedra decorada con relieves de hojas y frutas lo bastante grandes como para poder meter los dedos y sujetarse de ellas e ir bajando hasta el tejado del patio porticado. No estaba en muy buena forma pero no le pareció demasiado arriesgado si conseguía mantener el equilibrio y nadie abría una ventana de repente mientras él caminaba sujetándose a los bordes de las ventanas hasta llegar al rincón por el que bajar. Miró a la torre una vez más para asegurarse de que no había ojos tras los cristales del despacho de su abuela. Y, sin darse cuenta, su vista ascendió hasta los arcos que unían la torre con el resto del edificio allá arriba del todo. Estaban decorados igual que las columnas. Todavía tenía pendiente la incursión a la torre.
Había sacado ya los dos pies fuera de la ventana cuando oyó voces que salían al patio por debajo de los portales. Rápidamente volvió a entrar procurando no hacer ruido. Las voces pronto salieron al patio. Eran justamente la vieja Inna, acompañada de su hija Ingrid.
—Así que, mira por donde, pensaba contratar yo misma a unos paparazzis para darle un poco de pompa a la boda, y ya no me harán falta —decía la vieja, bastante contenta, mientras se sacaba del cinturón un manojo de llaves como si fuera una carcelera.
—Es que... —Se autointerrumpió Ingrid— ¡joder mamá!, ¿Es necesario que lleves eso ahí, siempre colgando? —, observando el llavero medieval de su madre, mientras esta buscaba una llave en concreto,avanzando lentamente hacia la puertecita chiquitita que había en un lateral de la torre, muy discreta, encaramada a unos cuatro o cinco escalones, y que era la bodega donde guardaban sus mejores vinos, que no eran gran cosa, por cierto.
—Bueno, lo que te decía —Prosiguió, en vista de que su madre ignoró su comentario—. Es que, tanto Marie como Tage son un par de sosos, no tienen vida social. ¿Qué pompa quieres que tenga su boda si no tienen ni amigos? Lo raro es que se hayan conocido y se hayan enamorado...
—¿Enamorado?—Se burló su abuela—. A mí también me extraña que se hayan"enamorado", si es que esa chiquilla es lo más parado que hay en el mundo... y la persona más manejable. Ese avispado de Tage sabe bien lo que se hace. No hace falta estar enamorado —Y, una vez encontrada la llave, abrió aquella puertecilla con bastante esfuerzo—. Por eso es necesario que le demos pompa a esta boda, porque no tenemos ningún otro evento del que alardear y porque una boda siempre llama a otras. Tus hijas, por ejemplo, están de buen ver y, dándole la pompa que el acontecimiento se merece, las conocerá todo el país y tal vez así encuentren un novio que les guste y les convenga, o por lo menos tendrán más donde elegir.
—Mamá, por favor... —Se quejó Ingrid—. Pero si aún son unas niñas...
—Puede que hoy sean unas niñas, pero mañana no. Tú hazme caso —Y bajando aún más el volumen añadió, antes de perderse en la oscuridad de aquella puertecilla—. Lo que ha salido hoy en las revistas, aunque sea negativo, dará mucho que hablar. Ya sabes lo que dijo Ivy Lee: "Lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal." Las mujeres, por naturaleza, somos muy curiosas y tengo que reconocer que el "engendro" este —dijo con tono despectivo—, tiene cierto atractivo para las chicas. No es un bobalicón, como tus sobrinos. Es rebelde, es impulsivo, y podría llegar a ser hasta guapo si se peinara y no fuera por ahí hecho un desastre: lleno de moratones y heridas... —Su voz se perdió en la oscuridad del interior de la bodega.
Ingrid la siguió, agachándose para entrar, porque la puerta apenas medía metro sesenta de altura. Y ya no pudo escuchar más.
Rüdiguer se quedó un rato pensativo. Sin duda el "engendro" al que se refería su abuela era él. ¿Qué habría salido en las revistas? ¿Tal vez algún paparazzi lo había cazado mientras huía de su guardaespaldas por medio Estocolmo? No le gustaba nada la idea. Prefería seguir siendo anónimo como lo era cuando lo secuestraron y fue a parar con la familia de Näthan. Si salía en las revistas y averiguaban su identidad, o la vieja se la facilitaba gustosamente para hacerse notar, no gozaría del anonimato en el que se refugiaba para salir a pastorear, por ejemplo. Y por lo visto su abuela tenía pensado vender más aún su imagen.
Para evitarlo, o para fastidiar a su abuela y no resultar tan "atractivo"para las chicas, decidió dejarse barba y bigote que taparan su cara de manera natural. Pero, al ritmo que le crecía, le llevaría años hasta conseguir una barba espesa tras la que esconderse.
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