ETHEL, El heredero.

58. La Mudanza

Como eran cuatro gatos en toda la casa, comían todos juntos en la cocina.Mágnum era el único al que le hubiera gustado seguir comiendo en el comedor, pero Cornelia y Tess lo convencieron diciéndole que así no tenían que limpiar luego por allí. Rüdiguer hacía tiempo que no comía en el comedor, siempre aparecía por la cocina generalmente cuando todos habían terminado de comer, a hora española, que es cuando estaban haciéndolo Tess y los camareros, y se sentaba con ellos.

Después de comer, Rüdiguer subió hasta el piso de arriba, donde estaban las habitaciones de los empleaduchos, como solía decir su abuela, para buscar cobertura, descubrió que era la parte de la casa donde más señal había y eso lo alivió bastante. Por lo menos ya no tendría que salir fuera a rastrear el jardín ni los alrededores. Y, ya que estaba allí, pues decidió visitar al mozo de cuadras para probar si lo de la firma electrónica funcionaba.

Sabía que el mozo de cuadras acababa su jornada laboral a medio día y por las tardes las tenía libres, que es cuando se dedicaba a estudiar.Así que llamó a su puerta esperando no interrumpirlo demasiado.

—Hola—contestó secamente al abrir la puerta y verlo—. Pasa.

Rüdiguer, tras saludar, observó que parecía estar recogiendo sus cosas.

—¿Te vas de vacaciones?

—Sí—le respondió la alegría de la huerta—. Pero esta vez no volveré.

—¿Y eso? —Quiso saber Rüdiguer.

—Me han llamado de una empresa de logística que está en Gotemburg. Tengo que ir a hacer la entrevista la semana que viene, así que,aprovechando que el viernes ya tengo vacaciones pues he pensado irme unos días antes para ir mirándome piso y...

—¿Mirarte piso? ¡Pero si aún no te han dicho que sí!

—Ya,pero en Gotemburg hay muchas empresas de este tipo —respondió, un poco incómodo por tener que dar tantas explicaciones—. Si no me aceptan en esta pues lo seguiré intentando en alguna otra. Tarde o temprano alguna me admitirá. Siempre es mejor que seguir aquí,limpiando cuadras, ¿No crees?

—No te irás por culpa mía ¿Verdad? ¿No creerás que voy a chivarme de lo del cable a mi abuela o voy a chantajearte? ¿No? A mí me hace tanta falta ese cable secreto como a ti, no tendría sentido delatarnos.

—No,tranquilo, no es por eso —dijo muy poco convincente—. Es que realmente tengo más posibilidades allí...

—Bueno,y... ¿Qué vas a hacer con todo esto? —Y señaló a todo el equipo que tenía montado allí.

El informático se lo quedó mirando un segundo y luego lo miró a él.

—Es demasiado engorroso para llevármelo —admitió, pensando en voz alta—. Y supongo que tendré que desmontar el cable para que tu abuela no lo vea, o quien ocupe esta habitación no lo descubra...

Entonces a Rüdiguer se le encendió la lucecita.

—Te lo compro —dijo secamente.

—¿Qué?—Se sorprendió el informático.

—Que te lo compro. Todo. El portátil, la impresora, el escáner... y si quieres te pago también por el cable y por la instalación —ofertó Rüdiguer, intentando convencerlo para que aceptara.

No podía irse ahora que había conseguido Internet por la cara y dejarlo de nuevo en la oscuridad.

—Pide lo que quieras —insistió.

El informático se quedó un poco pensativo. Le tenía mucho cariño a su ordenador portátil, pero no se lo podía llevar a Gotemburg, y menos sin tener un lugar fijo a donde ir.