39. Buscando luz al final del túnel

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Después de haberlo intentado todo se derrumbó, lloriqueando como un chiquillo, malgastando sus energías en vano. Pero allí, en la oscuridad y la fría humedad del túnel, pensó que no era su hora. Que no podía acabar así. Que no podía tener una muerte tan espantosa. No claro, siempre podía clavarse la punta de la antorcha a lo ninja derrotado, antes que morir asfixiado. Se preguntó si Gustav, o Sandor, sabían que el túnel no tenía oxígeno más adelante. Se preguntó si alguno de ellos habría corrido su misma suerte. Todavía nadie le había contado como murieron.

Cuando se serenó un poco, su mente volvió a funcionar con claridad. No podía morir allí, había hecho una promesa que debía cumplir. Estaba seguro de que Jowy esperaba que así fuera, aunque ya no viviese en la residencia para menores al haber cumplido la mayoría de edad, era posible que aún mantuviera el contacto con las personas que la dirigían o con alguna maestra que le tuviera especial aprecio. Recordó que dio su nombre a la chica que le había descolgado el teléfono. Seguro que la conocía. Jowy era de las que se daban a conocer enseguida, no podía pasar desapercibida aunque quisiera. Albergaba la esperanza de que, cuando se pasase por allí para recoger algo o cualquier cosa, la chica con la que había hablado le dijera que había llamado un tal Rüdiguer. Se conformaba con eso. Con que supiera que estaba vivo, con haber conseguido dar alguna señal de vida, que es lo que ella temía tanto que no sucediese dentro de aquel cerebro cuadriculado que tenía, atando siempre todos los cabos bien atados con nudos marineros. Y cuánta razón tenía...

Por eso no podía morir allí. Si su padre y sus primos habían excavado el túnel hacia dentro de la tierra, él podría excavarlo hacia fuera, hacia la cripta. Contaba con la punta rota y afilada de la antorcha. La tierra era muy húmeda y parecía desprenderse fácilmente. El inicio del túnel no estaba entablillado así que empezó a cavar por la pared izquierda, calculando dirigirse directamente hacia la tumba de Lars, que era más vieja y su argamasa estaría casi hecha polvo. Echaba la tierra extraída hacia atrás,como había visto que lo hacía Charles Bronson en "La Gran Evasión" Pero tenía que darse prisa porque el tiempo siempre iba en su contra. El oxígeno allí no era infinito. Lamentó entonces no haberse parado a pensar antes, y haber malgastado tantas energías intentando abrir una piedra puesta con la mala hostia de dejarlo allí sepultado en vida. Pensar en eso le daba la rabia y el coraje suficiente para sacar toda la energía necesaria y excavar más deprisa.

No dejaba de pensar en Eleonor. La muy cabrona le había dado el mapa y se había largado lloriqueando sin decirle que el puto túnel no tenía oxígeno. Tal vez ella fuese la oveja negra de la familia. Pero... ¿Qué ganaba con su muerte? Era Tage el que se haría cargo del condado antes que él. Además, dudaba mucho que ella tuviera tanta fuerza como para levantar aquel enorme pedrusco que le tapaba la salida. Aquello había sido obra de un tío, y de un tío bien fuerte. Un tío que ahora estaría merodeando por el interior de la casa tan ricamente, si no se estaba tirando a alguna de sus primas o tías, o quién sabe si a su propia abuela para festejar por adelantado que ya se habían deshecho de él. Aquellos pensamientos lo hacían excavar más deprisa, controlando la respiración para no tomar más oxígeno del necesario, pero el coraje y la rabia acudían a su cabeza con tanta facilidad últimamente...

Al final topó con piedra. La tierra húmeda y suelta se había acabado.Encendió un momento su zippo para comprobar qué tipo de piedra era.¡Pizarra! No se puso a dar saltos de alegría porque estaba tumbado y aquello era muy estrecho, pero no sería porque no tenía ganas.Pizarra era lo que había forrando las paredes de los nichos, tras las urnas de piedra donde descansaban las tumbas. Ahora solo tenía que encontrar el final de la piedra, y la unión con la siguiente para rascar allí hasta desgastar la junta y poder derribar la piedra dejando pasar el oxígeno podrido del interior de la cripta, pero mejor era eso que nada.

Continuó excavando alrededor de la piedra encontrada, con el zippo apagado,por supuesto. Era una piedra bastante grande, no encontraba ranura ninguna. Se acordó de la enorme roca encontrada en medio del túnel.Al principio intentaron bordearla por un lado y viendo que era demasiado grande decidieron hacerlo por el otro. Pues él hizo igual.En vista de que la piedra no se acababa por su lado derecho, pues empezó a excavar por el izquierdo. Enseguida notó una ranura en los dedos y, a continuación, otra piedra con el mismo tacto. Con la punta afiliada de la antorcha rota, rascó frenéticamente en la junta de las dos piedras para quitar la argamasa que las unía. De pronto, tan cerca de verse vivo otra vez, un miedo lo invadió por completo. ¿Y si quien puso la piedra en su sitio estaba todavía allí esperándolo? ¿Y si lo había oído excavar y cuando consiguiera abrir un agujerito para poder respirar se lo tapaba de nuevo? Y así hasta dejarlo sin fuerzas y sin oxígeno.

No quería pensarlo. No podía pensarlo. No tenía elección. Recordó lo que solía graffitear el Cura Rapper: "Si luchas puedes perder, pero sino luchas estás perdido". El abuelo del Rata era un pozo de sabiduría y siempre tenía razón. Valía la pena morir luchando si es que había que luchar. No hay nada como luchar por salvar la vida. Así que no dejó que el miedo se apoderara de él y continuó rascando la argamasa, procurando no hacer mucho ruido por si había alguien vivo al otro lado.

El factor sorpresa era muy importante. Se acordó de Jowy, de sus poderes, o como ella lo llamaba: sus habilidades. Pero él seguía pensando que eran poderes, como los que tiene Superman, Spiderman,los X-Men y todo ese tipo de superhéroes. Cuando estaba con los demás era una chica muy normal, y LB también, pero cuando se iban solas a correr por las mañanas, y se perdían en el bosque, lo hacían para poder entrenar tranquilas. Se peleaban entre ellas. Llaves preparadas. Patadas voladoras. Volteretas en el aire... Jackie Chan a su lado era un simple bailarín. No consiguió pillarlas nunca, pero lo dedujo por lo que pasó después. El día en que paró un cuchillo con el remo salvándole la vida, no fue la única vez. Hubo dos más. Aunque ella lo negara hasta el final. Sobre todo lo del rescate en el molino, y la última, y ya a cara descubierta, cuando los secuestraron en el río. Aquella vez estuvieron muy cerca de cargárselo. De hecho llego a estar prácticamente muerto. Menos mal que entre LB, haciéndole el boca a boca, y Jowy, el masaje cardíaco, consiguieron traerlo de vuelta a este mundo. Por eso no se iba a rendir tan fácilmente. Por ellas, para que su esfuerzo no hubiese sido inútil.



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ETHEL, El heredero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora