47. Proyectos

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Su abuela se pasaba los días enteros preparando la boda de Tage y Marie, lo que le daba mucha libertad para actuar a sus anchas. De todas maneras, como faltaba poco para los exámenes finales, de cuya nota dependería la carrera que podría elegir, pues decidió no dormirse en los laureles e hincar los codos. Aunque no tenía muy claro lo que quería estudiar.

Cornelia y Tess, las únicas conocedoras del pequeño huertecillo que intentaba montar a las afueras de la casa, le guardaban algunos restos de diferentes verduras para que no tuviera que rebuscar los desperdicios en el cubo de la basura. Les estuvo muy agradecido.También les estaba agradecido porque de vez en cuando le dejaban un plato de comida guardado entre los armarios, puesto que nunca estaba en la mesa a la hora de comer y su abuela pasaba mucho de obligarlo asentarse con ellas porque no lo quería ni ver. Ahora ya tenía otro conde perfecto y él no le hacía mucha falta. Le daba la impresión de que lo retenía allí como si fuera un jugador suplente, o para fastidiar, más bien.

A Mágnum le dieron el alta enseguida. El hombre ya tenía sus añitos y estaba algo delicado del corazón, pero todo quedó en un susto,casi de muerte. Además era un adicto a su trabajo y pronto apareció por allí dando por saco con sus miradas gélidas y sus órdenes secas.

A mediados de Junio vino el pastor que le vendió las ovejas a su abuela para esquilarlas. Rüdiguer aprovechó para comentarle cosas sobre el rebaño. Había observado que en todo el tiempo que las tenía, ninguna se había quedado preñada. El pastor,riéndose de él en su cara, le dijo que todas eran hembras. Si quería un macho para que las montase se lo podía conseguir, pero tendría que hablar con su abuela para ver si se lo compraba. Rüdiguer le dijo que no hablase con su abuela, que hablase con él.Él pagaría el macho con el dinero de su cartilla, si le llegaba. Y si no le llegaba se quedaría sin macho hasta que le llegase. Aunque,sin darle clases a Sophie desde el accidente, sus ingresos se habían paralizado, así que empezó a pensar de donde sacar dinero. El pastor se llevó el vellón, puesto que con tan pocas ovejas no daba para mucho y le sería muy difícil de vender, y quedó en volver más adelante con el macho.

Construyó una acequia para regar el huerto y para llevar agua a la poza.Aconsejado por Per, que se había quedado al mando del mantenimiento desde que Sebbe se jubiló, y al que embaucó para que le ayudase a robar del almacén de Erik, el albañil, el material necesario para impermeabilizar la poza que se estaba construyendo a cambio de dejarlo utilizarla cuando quisiera. Rüdiguer recordaba cómo impermeabilizaron la piscina del gimnasio puesto que él estaba presente en las obras y por supuesto recordaba la cantidad de material sobrante que Erik se había guardado en el almacén para irlo sacando fuera de la casa poco a poco, sin que nadie se diera cuenta. Erik vivía allí, pero se estaba construyendo una casita alas afueras de Orebro para cuando se jubilase y por supuesto que tendría piscina, así que, se acordó de su refrán favorito: El que roba a un ladrón, tiene cien años de perdón.

El pastor no tardó muchos días en volver con el macho. Pero haciendo caso omiso de su petición, se dirigió primero a la condesa para ver si había dinero en la cartilla del condesito o no. La condesa arrugó el morro en un gesto desaprobador. Aquel pastor ya se estaba pasando de listo queriendo venderle más animales apestosos y más porquerías para ellos. No le gustaba la idea de que su nieto ampliara el rebaño y sentía la necesidad de hablar con él pero, como estaban enfadados, y ella estaba muy liada con lo de la boda, lo pospuso para más adelante. Y mientras tanto, para que el pastor la dejara en paz,accedió a comprarle el macho con el dinero de la cartilla de su nieto, por supuesto.

A Rüdiguer le molestó bastante que hubiera ido primero a hablar con su abuela. Él prefería que ella no se enterara de sus asuntos, pero por otro lado lo encontraba lógico, puesto que él no manejaba dinero. Aprovechó para comentarle también, ligeramente, la idea detener unas cuantas gallinas ponedoras. Quería saber si podrían convivir en el mismo corralito que las ovejas o éstas las chafarían.El pastor le dijo que no había ningún problema, las ovejas son animales tontos y nada agresivos, pero las gallinas son muy guarras y se cagan por todas partes por lo tanto convendría delimitarles un terreno para que no se vayan cagando por los jardines de su abuela. Rüdiguer le dijo que ya se lo pensaría y el pastor le entregó su tarjeta donde estaba el teléfono al que podía llamarlo.

ETHEL, El heredero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora