113. Tiempo

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Nikke estaba ansioso por ver cómo había ido la cosa. Tenía unas ganas locas de que se encontraran de una vez y poder tomarse unas vacaciones que es a lo que él venía. A tumbarse al sol sobre la arena de alguna playa y poder relajarse escuchando las olas y las gaviotas, a ser posible con buena compañía femenina.

—¿Qué?¿Te ha visto? —le preguntó nada más verlo.

—No—contestó pensativo.

—¿No?¿No le has dicho nada? —dijo incrédulo—. De verdad que no te reconozco, tío. No te da miedo perderte por un bosque lleno de lobos y fieras salvajes, no te da miedo enfrentarte a los matones que te acechan, no te da miedo saltar desde una roca de cinco metros a las aguas frías y negras del lago, le plantas cara a tu abuela, le plantas cara a los políticos, y le plantas cara hasta al rey y ahora... una simple chica frágil y vulnerable te hace temblar de pánico. ¿Cuándo vas a superarlo? Me estas obligando a que me meta en tus asuntos muy a mi pesar, porque sabes que no me gusta hacerlo,pero creo que necesitas una ayuda extra, y la verdad... pienso que estamos perdiendo un tiempo precioso con tanto espionaje y tanta espera —le soltó Nikke de golpe, sin dejarle hablar, aunque tampoco lo intentó.

—Lo sé, lo sé. Pero es que... no lo puedo evitar —confesó Rüdiguer—.Supongo que estará varias horas ahí dentro. Vete si quieres, ya me quedo yo. Necesito pensar cómo abordarla.

—Está bien —dijo Nikke después de analizar el rostro pensativo de su"amigo"—. Me daré una vuelta con la moto. Lo más seguro es que vaya a parar al Corte Inglés, a echar una ojeada a ciertas empleadas... —Y se rió para intentar animarlo—. Si te mueves de aquí me das un toque, y si me necesitas también, ya sabes —dijo luego, poniéndose más serio.

—Sí,mamá —contestó Rüdiguer bromeando—. Anda, vete ya. Pesado.

Así que se quedó allí solo. Pensando y pensando. Necesitaba más información para trazar cualquier plan de ataque y la única manera de conseguirla era volviendo a entrar para ver si veía algo nuevo o diferente. Así que, después de una hora larga pensando, aprovechó que entraron un grupo de madres con sus niños para colarse detrás.

Lo primero que buscó fue al niño. No estaba sentado en la mesa de antes. Estiró el cuello para ver detrás del mostrador, buscando a Jowy. Ella sí que se movía por allí, de un lado para otro, sin parar. Ahora funcionaban las dos cajas y había dos colas. Los niños que entraron con sus madres cuando él, se fueron enseguida a jugar al play-king, tirándose por los toboganes a la piscina de bolas.Allí encontró también al niño que, aunque no le había visto la cara todavía supo que era él por el chándal que llevaba. Jugaba con los demás tan ricamente. Pensó que, como eran cerca de las dos,su madre no tardaría mucho en venir a recogerlo, si es que estaba trabajando y salía a medio día, aunque también podía salir a lastres como LB y Esther. 

Muy desesperada tendría que estar una madre para dejar a su hijo a cargo de una tía que no para de aquí para allá y que encima se lo tiene que llevar al trabajo y no lo puede atender como toca. Pero había madres así, madres separadas, madres solteras, que tenían que trabajar todo el día para salir adelante y necesitaban ayuda exterior. A Jowy siempre se le había dado bien cuidar de los niños. Hablaba su idioma, los entendía, los calmaba,los divertía cuando era necesario, sabía convencerlos. Le gustaban los niños.

Mirando abobado cómo jugaban no se dio cuenta de que la cola había avanzado y le tocaba a él. Lo sobresaltó la voz chillona y estridente de la chica rubia y menudilla que parecía subida en un taburete para poder asomar la cabeza por fuera del mostrador y ver a los clientes. Él estaba en blanco. Ni siquiera había pensado en comer, no tenía hambre, pero... ya que estaba allí. Se pidió un menú, el primero que le vino a la vista al mirar los paneles, y se puso de los nervios esperando que se lo prepararan. Rezando todo el rato para que Jowy no mirara en su dirección, echándose el pelo por la cara y mirando al suelo de vez en cuando.

Ella estaba muy atareada, desde allí la podía ver bien. Preparaba hamburguesas al ritmo de la música que tenían puesta. Todos lo hacían. Parecía haber buen rollo entre ellos. Había una chica gorda, descomunal, que movía sus carnes con un ritmo asombroso.También estaba con ellos un hombre más mayor, de unos cuarenta y pico años, que parecía ser el jefe porque no llevaba el uniforme pero como era la hora punta había salido de la oficina, que era una puerta que había al lado de los servicios, para echar una mano, y por último un chico alto y grandote, muy parlanchín y sobón. Además de la chica menudilla y la que parecía ser la encargada, una tía alta y flaca, con cara de palo, gafas de ministra y una melena abundante metida dentro de aquella gorra que se le quedaba pequeña para esconder tanto pelo. Ambas en la línea de caja atendiendo a los clientes.

Cuando le sirvieron lo que había pedido se fue a una de las mesas del fondo a comérselo tranquilamente, muy pausado, pero sin apartarse el pelo de la cara por si acaso. El tío sobón era un pesado. Iba de graciosillo y no hacía más que arrimarse a Jowy, que al parecer lo evitaba o lo toreaba, pero no le ponía malas caras, ni le paraba los pies como hubiera hecho antes. Si se limitaba a soportarlo, sus motivos tendría. Después ella misma se asomó al mostrador a saludar a otro chico que estaba pidiendo algo para llevar y lo había visto desde dentro. Se dieron dos besos y hablaron animadamente mientras le preparaban lo que había pedido. Parecían muy amigos, no paraban de tocarse mientras hablaban, que si el hombro, que si la mano, que si el pelo, que si te doy un empujón, que si una palmada...tal vez aquel fuera su "Pedreguer". Rüdiguer se ponía malo viéndolos así. Venía mentalizado para soportar aquello pero, le costaba más de lo que creía.

Después de darle la bolsa de papel en la que le habían metido su pedido, aún estuvieron un buen rato más hablando. ¿Es que el jefe de Jowy no la iba a llamar para que siguiera trabajando? Con tanta faena como parecían tener por allí dentro ¿Por qué no la necesitaban? Ya estaba bien de tanta charla. ¿No? Al final el tío cogió la bolsa en la mano y se alejó un poco del mostrador, como si quisiera irse pero aún seguía hablando, levantando más el volumen y abriendo la vista panorámica de ella, obligando a Rüdiguer a esconder la cara tras su hamburguesa, si quería seguir observándolos sin ser descubierto.

—Bueno,pues nos vemos esta noche —dijo el tío, ya casi por la mitad del pasillo, chillando para levantar el volumen más que la música y que el ruido ambiente.

—¿Vendréis a recogerme? —Chilló ella también desde el otro lado del mostrador y mirando en su dirección.

—No.Tenemos la furgo rota. Pilla un taxi, está al lado del Babilón —Le chilló alejándose, en dirección a la puerta y pasando justo por su lado.

—Ah,vale. Chao —dijo ella finalmente.

Tuvo que fingir que se le había caído algo al suelo para poder esconderse debajo de la mesa, porque ella se quedó un buen rato allí, mirando hacia la puerta viendo como se alejaba su amigo, y él estaba justo al lado, en la última mesa. No lo pudo soportar.Demasiada tensión. Pero claro, tampoco se podía quedar debajo de la mesa para siempre, así que se hizo el ánimo poco a poco, como si se le hubiera caído un boli que llevaba en el bolsillo y había sacado disimuladamente mientras fingía estar montándolo para no levantar la cara y así poder ver, por entre el pelo que le caía cubriéndole parcialmente el rostro, si ella estaba todavía mirando en su dirección.

No. Ya se había metido para dentro. Respiró tranquilo. Buf, por un momento se le paralizó el corazón al sentir su mirada quemándole en las mejillas. Pero ya había pasado. Decididamente no estaba preparado para tenerla cara a cara. Necesitaba relajarse un poco.Necesitaba tiempo.


¿Más tiempo? ¿Acaso no habían sido suficientes aquellos siete años en los que la había estado echando de menos a cada segundo? Necesitaba ideas nuevas, refrescar su mente, pensar en algún plan convincente.De momento sabía que por la noche iría a algún sitio al lado del Babilón. Tenía que averiguar qué era eso y donde estaba, y sobretodo qué había al lado.

 Tenía que averiguar qué era eso y donde estaba, y sobretodo qué había al lado

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ETHEL, El heredero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora