Continuó caminando por el bosque, paralelo al camino, hacia el lugar de donde habían venido sus pagadores con el Mercedes.
Después de andar un buen rato se encontró con una furgoneta aparcada en la orilla del camino. No muy lejos se oía una motosierra. Seguramente fuese de algún leñador. No se lo pensó dos veces. La furgoneta estaba abierta y con las llaves puestas. Mejor, porque no sabía hacerle un puente. Sólo conocía la teoría porque se lo había oído comentar al Rata o al Piro, o incluso la propia Jowy lo había hecho en alguna ocasión. Pero él todavía no, y no tenía tiempo para experimentos. Tampoco tenía muy claro lo de conducir. Apenas condujo unos metros aquel descapotable de los Trajeados, como llamaba Jowy a los Stenkils que habían ido para impedirle acudir a la embajada a identificarse como legítimo heredero aquel verano. Y acabó despeñándolo por el borde del embalse. Así que no era un buen ejemplo.
Qué tiempos aquellos, apenas habían pasado unos meses y a él ya le parecían años. Pero bueno, en aquellos momentos también estaba viviendo una situación extrema. Si no se largaba de allí lo más rápido posible, los verdaderos secuestradores podrían encontrarlo y entonces sí tendría problemas.
O el mayordomo podría ordenar al chófer pegar media vuelta, al no encontrar rastro de secuestrador alguno, y pillarlo con el maletín en la mano.
Se aseguró que la motosierra continuaba en marcha y probó arrancar el motor de aquel trasto. Era una furgoneta vieja. El cambio de marchas era un palo rematado con una bola forrada con una pelota de tenis que originalmente habría sido amarilla pero que en aquellos momentos tenía un color marroncillo tirando a gris, de la porquería que tenía.
Aquel trasto ni siquiera tenía cuenta revoluciones. Pero era lo que había. Giró la llave en el contacto y no pasó nada, simplemente se encendió una lucecita en el salpicadero, por llamarlo de alguna manera, así que la giró más aún, a tope. El motor empezó a gruñir como si quisiera arrancar pero no se decidiera. Estaba frío, era un vehículo diesel y le costaba, pero él no tenía ni idea. Cuando al fin consiguió arrancarlo, la furgoneta hizo un movimiento brusco hacia delante y se detuvo en seco nuevamente parándose el motor. Se le había calado y no sabía por qué. No se le ocurrió mirar si tenía una marcha puesta antes de arrancarlo. Por el rabillo del ojo vio que un tipo fuerte y grandote venía corriendo, bosque a través, en su dirección. El sol no terminaba de salir pero ya había más claridad y la niebla parecía estar disipándose. El tipo grandote sería el dueño de la furgoneta. Rüdiguer, nervioso por que lo había pillado, probó arrancar otra vez pero el resultado fue el mismo. Al final, viendo que aquel tío se le echaba encima salió de la furgoneta alejándose deprisa, en un intento de apaciguar aquel rostro, colorado por la ira, que se acercaba amenazándolo con un hacha.
—¿Qué te crees que estas haciendo? ¡Sin vergüenza! —le gritó con el hacha en lo alto, dispuesto a lanzársela si hiciera falta.
Rüdiguer pensó en alejarse lo más rápido posible pero, en todo lo que llevaba recorrido desde que se despertó en aquella oscura habitación, no había visto a nadie, exceptuando a sus pagadores, y lo más probable era que no volviera a encontrarse a nadie en muchos kilómetros a la redonda.
No podía dejar escapar ni una sola oportunidad. Todavía podrían estar buscándolo.
Él podría correr, pero eso no le llevaba a ningún sitio. Además, estaba desentrenado. Desde que había llegado a aquella casa no había pisado una piscina, su deporte favorito, ni había hecho nada de ejercicio, todo era ir de una clase a otra, cada cual más muermo, y ahora que le hacían falta, tenía los músculos entumecidos de no ejercitarlos. Seguramente el leñador, mucho más robusto y más mayor que él, terminaría pillándolo y sería peor.
La alternativa a huir era negociar.
Pero... ¿Cómo empezar? Nunca se le había dado nada bien romper el hielo.

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ETHEL, El heredero.
Novela JuvenilRüdiguer es reclamado por su abuela como heredero de un condado que detesta, pues será la diana humana de los enemigos de su familia, que ya se han cargado a todos sus antecesores. Así que tratará de hacer todo lo posible, por las buenas o por las m...