62. Tage

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Cuandosu abuela vio las gallinas, empezó a hacer preguntas a losempleados, a los que tenía acobardados perdidos y se lo contabantodo, todo, por miedo a las consecuencias y amenazas que les lanzabadía sí y día también. Enseguida descubrió que no dormía en lahabitación que le asignaron en un principio, sino que se alojaba enla buhardilla, con los empleados. Y cuando le contaron las reformasque había hecho lo hizo llamar para echarle una buena reprimenda. Enrealidad tenía ganas de verle la cara.

Peroél se defendió diciendo que se sentía solo y los únicos queestaban con él eran los empleados y que, aquellas habitaciones seestaban echando a perder ya que estaban vacías y abandonadas, éllas arregló y las acondicionó, quitándoles las humedades yreforzando sus vigas. Y le dijo también que qué más daba dondedurmiera, que a ella eso ni le iba ni le venía. Respecto a lasgallinas, le informó que le vendía los huevos a Tess y que, de estamanera, iba ahorrando un poco, ya que no le pagaba las clases depiano de Sophie.

Suabuela le prohibió a Tess comprarle más huevos. Si quería dárselospues bien, y si no que se deshiciera de las gallinas, que para eso sealimentaban de las hierbas del condado.

Quele quitara su pequeña fuente de ingresos lo fastidió bastante. Perohabló con Tess y esta quedó de acuerdo no solo en seguircomprándole los huevos en secreto, si no en comprarle también lasverduras, porque eran de mejor calidad que las que le traían en elcamión congeladas, una vez por semana. No le iba a privar a sucondesito favorito de sus monedas de vez en cuando para jugárselasal pócker con Per, que tampoco era muy buen jugador en las timbasclandestinas que organizaban en su habitación por las noches. Peroclaro, por eso no podía decirle a su abuela para qué quería eldinero. Le dijo que estaba acostumbrado a ahorrar.

Suabuela en realidad lo admiraba por su iniciativa, tanto por lo de lasgallinas, como por lo de la habitación, pero no podía demostrárseloabiertamente porque su orgullo se lo impedía. Además, estabaplenamente centrada en el adiestramiento de Tage, el cual nocooperaba mucho, y empezaba a hartarla con sus salidas de tono y suscaprichitos innecesarios.

Desdeque habían venido de vacaciones, Maríe y Tage ya no volvieron aalojarse en Uppsala, se quedaron a vivir allí, con ellos. Maríeterminaría la carrera a distancia. Según Tage, si su primo podíahacerlo, ella no debía ser menos. Lo que la terminó de hundir. Eracomo si le hubieran lavado el cerebro. Era una muerta viviente queobedecía siempre a todo el mundo sin pensar por sí misma. ARüdiguer lo mataba verla así, ver cómo se dejaba manipular porTage, por su abuela, por su madre, por todo el mundo. Pero él no eraquien para meterse por medio, y tal vez por eso le dolía.

Cuandoempezó a hacer frío, para que no se helaran sus verduritas, se leocurrió cubrirlas con plásticos, creando un efecto invernadero,algo cutre, pero que le salvaba del apuro mientras ideaba cómoconstruirse uno en condiciones. Con la ayuda de Per e Internet, sefue informando de los materiales necesarios para llevarlo a cabo. Perconocía muy bien el cultivo de la marihuana en invernadero. De hechose había construido uno en casa de sus padres hasta que estos lodescubrieron. Con esos conocimientos lo asesoraba a la hora demontarlo allí. Por su conveniencia, claro, y puesto que él sí quepodía entrar y salir de la mansión cuando quisiera, se encargaríade comprar los materiales necesarios que no pudieran conseguir allí.

Porotra parte, Tage quiso volar solo demasiado pronto y le plantó caraa su abuela enseguida. Lo que la irritó enormemente. Pero no podíadecirle nada porque ahora él era el conde. La relevó de todas sustareas, ocupando él su despacho. Aquello a la vieja Inna se sentócomo una patada en el culo. Se sentía humillada, inútil. Le habíapuesto un pequeño despacho en la antesala al despacho principal,donde estaba el ascensor, y hacía las funciones de su secretaria,que era peor que si se hubiera jubilado. Pero ella necesitaba vigilarde alguna manera los movimientos de su sucesor y, como su secretariapersonal, tendría más posibilidades que de ninguna otra manera, pormuy humillante que fuera.

ETHEL, El heredero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora