93. Segunda candidata

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La siguiente candidata fue Margueride du Montblanc, francesa y con un marcado acento que a penas se le entendía en inglés y mucho menos en sueco. Aunque Rüdiguer la entendía perfectamente en francés,pero los demás no. Sus padres vivían más en una isla de Estocolmo,donde tenían residencia, que en su país de origen, aunque allí también conservaban una amplia extensión de viñedos y varias mansiones en la costa de Marsella que alquilaba a millonarios de Hollywood. Pero, como no lo habían invitado a ninguna fiesta en su casa, para él eran unos desconocidos puesto que no había tenido la oportunidad de hurgar en sus vidas privadas para averiguarles sus puntos débiles.

Esta también vino con sus padres en la primera cita. Era mucho más descarada y seria que la pava de Katherine. Le hizo preguntas personales allí delante de todo el mundo, haciendo que se pusiera colorado e incomodándolo bastante. Ya sólo por eso le cayó fatal,puesto que apenas la conocía de verla en alguna de las cenas de gala a las que había sido invitado. Por supuesto él no contestó todo el interrogatorio. Se mostró muy reservado, arisco y antipático, y casi terminan discutiendo allí mismo. Cuando vino Per a rescatarlo,como habían acordado, prefirió irse a nadar al lago para desahogarse un rato porque habían conseguido cabrearlo y no quería descargar su mal humor con sus amigos que estarían impacientes por saber cómo había transcurrido la cosa. Ya hablaría con ellos luego, en la timba o en las clases de español.

Para la segunda cita la chica ya vino sola, conduciendo su Ferrari rojo descapotable, levantando mucho polvo por el camino de entrada hasta llegar a la rotonda donde frenó derrapando. Si lo hacía para impresionarlo no lo consiguió. Le pareció una conducta irresponsable y estúpida puesto que, como el coche era descapotable,al derrapar, ella misma se tiró todo el polvo del camino encima.Hasta Alex, que acudió a aparcar el coche, se reía con disimulo de verla toser mientras le abría la puerta del vehículo cortésmente.

Ella misma le pidió que dieran un paseo por la casa para enseñársela y así ir conociéndose. Su abuela se sintió excluida pero comprendía que tenía que dejarlos solos de vez en cuando para que intimaran un poco, sobretodo después de haberlo puesto en aprietos delante de sus padres en la primera cita. Así que no puso objeciones a la idea. Rüdiguer sí. Por nada del mundo le enseñaría los entresijos de aquella casa a una desconocida que luego podría venderlos a los paparazzis de turno. Ni hablar. Como se le veía una chica refinada y culta decidió enseñarle primero la granja, alegando que tenía faena allí, y era el lugar más desagradable para una chica tan finolis. Ulrich había pasado la noche controlando a una vaca primeriza que estaba a punto de parir. En realidad era el primer parto que se producía en Aguas Negras desde que compraron el semental.

El lugar apestaba a ganado y Margueride arrugaba la nariz incómoda, mirándolo todo con asco y sin tocar nada. Rüdiguer se interesó por el estado de la vaca y Ulrich le dijo que tendría que ayudarle porque hacía ya más de cuatro horas que había asomado las patitas pero por más que la vaca pujaba el ternero no salía. Sin pensárselo mucho se metió en el corral donde estaba la vaca para comprobar su estado. Nunca había asistido a un parto y estaba emocionado. La vaca estaba tumbada y, al parecer, cansada de tanto pujar sin ningún resultado. Ulrich había constatado que el ternero estaba vivo y continuaba dentro del cordón umbilical en forma de saco. Por eso asomaba una bola blanquinosa por la vagina de la vaca. Ulrich no tenia mucha experiencia en alumbrar vacas, pero lo había visto alguna vez. Tendrían que romper el saco para agarrar las patas del ternero y ayudarle a salir tirando de ellas, pero como estaba resbaladizo, Ulrich tuvo que coger unas cuerdas para atárselas a las patas y poder tirar mejor. A Rüdiguer no le gustaba nada la idea de que el pobre ternero naciera ya atado pero era eso o dejarlo morir dentro del vientre de su madre.

La vaca protestaba. Rüdiguer tiraba de las cuerdas para sacar las patas del ternero que pesaba un quintal. Ulrich metía la mano para ensanchar un poco más el orificio vaginal y que el ternero pudiera asomar el hocico. A Rüdiguer le costaba tirar de las patas del ternero, no sabía ya de donde cogerlo para que no se le resbalasen las manos, olvidándose por completo de Margueride, que se había quedado en un rincón calladita y observando, tapándose con un pañuelo la nariz y la boca para poder soportar el olor a ganado. Ulrich consiguió con gran esfuerzo que el ternero asomara el hocico y enseguida saliera toda la cabeza. Pero tenían que seguir tirando de él para sacarlo, evitando tirar de la cabeza para no desnucarlo. Rüdiguer tenía miedo de hacerle daño y se lamentaba que no fuera un parto natural porque de aquella manera el bebé estaba sufriendo,pero era lo que había. Ulrich volvió a meter la mano para ayudar asalir el tórax del ternero, que es la parte más ancha y lo que más cuesta, mientras Rüdiguer continuaba tirando de las patas al ritmo que la vaca pujaba. Cuando por fin consiguieron sacar el tórax,siguiendo las instrucciones precisas de Ulrich, Rüdiguer agarró el ternero, sujetándole la cabeza que le colgaba, y tiró de él para sacar las caderas. El ternero salió de golpe, como a presión,cayendo encima de Rüdiguer que, de la inercia, fue a parar al suelo con el ternero encima, pringándose de líquido amniótico. Pero no le importó, era su primer parto y estaba emocionado.


Enseguida se quitó al ternero de encima y le limpió el hocico y la cara con las manos, para que pudiera respirar sin la baba que lo envolvía. El ternero respiró, y movió la cabeza. ¡Estaba vivo! Los dos amigos se abrazaron sin importarles estar tan sucios y pringosos, pero estaban satisfechos y orgullosos de haber conseguido salvar la vida del ternero y de la vaca, olvidados de la presencia de la francesa cursi a la que aquello le repugnaba. Cuando se acordaron de que aún seguía allí, Rüdiguer no se cortó en pedirle, en francés, que fuera a la casa y les trajera ropa limpia porque se iban a duchar allí, en las instalaciones de la granja. La francesa le contestó muy altiva que la ropa se la iba a traer su puta madre. Y salió de allí andando a paso ligero. Ulrich y Rüdiguer se miraron y no pudieron evitar echarse a reír pensando que ya se habían librado de ella.

Misteriosamente al día siguiente, toda Suecia sabía la hazaña del ternero y la vaca porque apareció publicada en una de tantas revistas del corazón, con fotos del parto incluidas. Rüdiguer se cabreó bastante por haber descuidado a Margueride y no haberse dado cuenta de que los estaba fotografiando. Le daba mucha rabia que se filtraran datos de su vida privada al mundo exterior. Pero en el fondo sentía un poco de orgullo porque le gustaba que lo siguieran considerando"El salvaje", un tipo rebelde y excéntrico, al que no le importaba pringarse. Le gustaba recalcar que no era un pijo remilgado como los demás de su posición.

No contenta con aquella filtración, a la semana siguiente volvió a aparecer por la finca con su Ferrari rojo descapotable, volviendo a tirarse toda la arena del camino encima al derrapar en la rotonda de la entrada. Pero, aun cubierta de arena y polvo, no perdía sus aires de alteza real y siempre iba con la cabeza muy alta, toda tiesa,mirando a los demás por encima del hombro.

Sus primas no la podían ni ver. Rüdiguer estaba muy ocupado aquel día.Los planos del hotel de Dubai le estaban dando algunos quebraderos de cabeza y no tenía terminado el trabajo que se había propuesto para aquella jornada por lo que envió a Tess para que le hiciera la prueba de la cocina a Margueride y así evitar que lo fotografiara cuando menos lo esperase.

A Tess no le gustaba nada la idea de encerrar a una tía loca como era aquella franchute en su cocina para dejarla que lo tocase todo. Pero no tuvo más remedio que obedecer porque, en el fondo, disfrutaba viendo lo inútiles que resultaban aquellas señoritingas cuando les tocaba pringar como ella.

Margueride,por supuesto, puso el grito en el cielo. ¡Ella no era una criada y no pensaba hacer comida para nadie! Se quedó sentada allí, con los pies sobre la encimera y, sacándose una lima del bolso, se limó todas las uñas de las manos mientras escuchaba la música favorita de Rüdiguer que sonaba por el hilo musical y en la que sonaban bastantes canciones en español, idioma que ella aborrecía, le parecía pueblerino e inculto. Transcurrida la hora de tiempo, Tess la liberó y ella cogió su coche y se largó sin dar ninguna explicación. Eso sí, derrapando en todas las curvas y llenándolo todo de polvo. El pobre Per la tenía de muerte.

 El pobre Per la tenía de muerte

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ETHEL, El heredero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora