Reflejo

La luna, el sol y la estrella.

Las personas solían decir que existía otra mitad que complementaba la tuya o que existía un hilo rojo que conectaba con tu persona predestinada. Sakura había leído de esos libros cuando entendió los sentimientos de Ino por ella, quería saber si Ino sería su persona predestinada, sin embargo, ahora entendía que no eran más que poemas y escritos de personas que solo sintieron eso con una persona, que conectaron tanto con ella que no fueron capaces de fijarse en alguien más.

Entonces, su relación de Naruto y Sasuke rompía esos paradigmas creados por los poetas y escritores. Ella sentía que les pertenecía por completo, que sus almas se unían en una sintonía única que nadie más sería capaz de sentir nunca; los amaba como los poetas amaban a su musa, los amaba como los escritores amaban redactarle a su persona amada palabras pomposas, dignas de su amor.

Sasuke se inclinó a Sakura, dándole una sonrisa tibia, entre la luz de la luna y las sombras de la noche que escondían fracciones del rostro de Sasuke, podía apreciar esos ojos oscuros que la transportaban al universo. Incluso cuando estaban rojos por el anterior lagrimeo, esto mismo resaltaba de forma hermosa las expresiones faciales del Uchiha. Naruto detrás de ella, abrazándola por la cintura, mirándola con la cabeza recargada en su hombro, todavía parecía avergonzado, lo cual sacaba a relucir su timidez de una forma que electrizaba a los otros dos. Naruto tranquilo, sostenía una de las manos de Sasuke, con los dedos entrelazados, remarcando la unión que había en ambos también.

Sakura sintió los cálidos labios de Naruto posarse en la clavícula de su cuello, repartiendo besos con una dulzura que resultaba exquisita al tacto. Sasuke en cambio se dedicó a tomar la boca de Sakura, depositando su mano disponible en el rostro de ella, acariciando su mejilla, mientras que la otra sostuvo con mucha más fuerza a Naruto; los dos chicos conectaron la mirada, embelesados con cada uno de los actos contrarios. Eso se sentía extrañamente bien, tocarse entre los tres de una manera que nunca nadie había hecho, que ellos mismos nunca hicieron, los complacía de maneras inimaginables.

Naruto se ruborizó con fuerza cuando uno de los tirantes de Sakura se bajó, dejando ver otra parte de su piel que supuestamente no tenía que ver. Sasuke se percató de esto, ruborizándose tanto como Naruto, apartó la mirada a un lado, todavía más apenado cuando notó que Naruto le estaba preguntando qué hacer en esa situación. Es decir, ambos la habían visto un montón de veces desnuda cuando era un chico, Sakura no parecía darle importancia incluso a eso, además de que con sus ropas harapientas cuando pasó lo de Pain no es que cubrieran demasiado. Sin embargo, ese vestido resaltaba todo lo que era Sakura para ellos, una chica, la persona que amaban, la que deseaban.

Sakura abrió los ojos al sentir que ambos se detenían, Sasuke parecía estar debatiendo algo internamente, Naruto en cambio tenía oculta la mirada en su hombro, incapaz de seguir. Fue cuando ella se percató del desliz del vestido que también se sintió avergonzada de la situación.

¿Deberían seguir? ¿Les parecería raro estar así con ella? ¿No lo estaban disfrutando como ella?

Sasuke había leído por las jugarretas de Anko los libros que solía leer Kakashi, así que se podía dar una idea de que seguía después; no obstante, aunque Sakura eventualmente pudiera entender a donde llevaría la situación, estaba seguro de que Naruto solo se estaba dejando guiar por lo que debió aconsejarle Jiraya cuando estaba con vida. ¿Habría leído los libros también? ¿Podría... seguir con eso?

—Quizás deberíamos parar. —habló, separándose, apenas acababan de descubrir sus sentimientos. Ese paso era demasiado largo para todos. No obstante, tanto Sakura como Naruto no dejaron que se alejara demasiado, sosteniéndolo por ambos brazos.

—Solo un poco más, Sasuke. —masculló Sakura. Naruto asintió con la cabeza. Ninguno de los dos le estaba dando la mirada, ruborizados hasta las orejas, parecían estar buscando un sitió donde meter la cabeza para que él no los viera. ¿Sabrían ellos que tan adorables se veían en ese momento? Ojalá nadie nunca pudiera apreciar esa imagen que ahora le estaban poniendo en bandeja de plata.