Hyuga y Uchiha.

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Sakura miró al niño que tenía delante de ella, con un gesto casi despectivo. Él corría de un lado a otro, a veces practicando sus técnicas ninjas, otras solo jugando torpemente. La oscuridad solo le permitía verlo y verse así misma, no obstante, podía notar como debajo de los pasos que daba el contrario, se formaban ondas, como si se encontraran en agua.

¿Cuándo vas a dejar de aparecer? —protestó Sakura, sin poderlo evitar. El niño detuvo sus vueltas, que ondeaban las tiras que sobraban del listón en su frente.

—Eso depende de ti, no de mí. —dijo el pequeño Sakura, arqueando una ceja y frunciendo el gesto. — ¿Por qué los adultos le echan siempre la culpa a los niños? Es injusto.

— ¿Me estoy volviendo loca?

—Es probable. —Sakura niño se sentó frente a ella, dándole una sonrisa. —Aunque yo también me pregunto que estoy haciendo aquí, ¿por qué no puedes dejarme ir? ¿eh? ¿por qué? —repitió, sintiéndose molesto de repente. —Tú eres la que me trae aquí siempre que puedes.

—Las alucinaciones no deberían hablar.

—No puedes callarme, soy tú. —reclamó, inflando los mofletes.

Sakura recargó su brazo en su rodilla, sus piernas estaban cruzadas en forma de mariposa, por lo que fue realmente fácil soportar el peso de su rostro, al colocar su barbilla sobre su mano. El infante se comenzó a sentir cohibido por la forma en que era observado, trayéndole recuerdos amargos a Sakura. Parecía que en cualquier momento se echaría a temblar.

¿Sería eso a lo que se le conocería como hablar contigo mismo? No estaba segura de que se refirieran a eso. Encontrarte a tu pequeño yo cuando estabas a una semana de morir, sería considerado más locura que nada.

— ¿Vamos a morir? —preguntó el pequeño Sakura, sus enormes ojos verdes la contemplaban con curiosidad y cierta tensión por la pregunta.

— ¿Lees mi mente?

—Es mi mente también. —contestó sin darle mucha importancia. —Entonces, ¿vamos a morir?

—Sí, supongo que sí. —suspiró Sakura, bajando la mirada. —No podemos hacer mucho, de lo contrario Lee no hubiera salido ileso.

— ¿Quién es Lee? —preguntó, sin comprender.

—Alguien por el que daríamos nuestra vida sin dudarlo. —La Sakura mayor puso los ojos en blanco al ver un nuevo yo, aparecer al lado del más pequeño. Era su yo que había peleado en los exámenes chunnin, tenía manchas de tierra y sangre escurriéndole todavía de la cabeza.

En efecto, se estaba volviendo loca.

—Entonces, ¿vamos a morir? —preguntó la Sakura de doce años.

— ¿Podrían dejar de preguntarlo? —reprochó la original. El pequeño Sakura comenzó a trepar por su espalda, cayendo sobre sus piernas al dar una pirueta por encima del hombro. Sakura lo tomó de la pierna, alzándolo con irritación. —Se sentirán orgullosos de haber tomado esta decisión.

— ¿Hay orgullo en morir sin haber peleado?

—Padre dice que no puedo morir antes de convertirme en Hokage. —comentó el pequeño, soltándose de la Sakura mayor. — ¿Por qué quieres morir?

—No quiero morir.

—Claro que sí. —reclamó la maltrecha. —Somos tú.

—Me rendí en alguna parte del camino, ¿sí? —exclamó la mayor, poniéndose de pie. Ver a sus otros yo que de alguna manera se esforzaban por salir adelante, le hacía sentir patética. —Hice cosas que no pueden ser perdonadas, traicioné a mis personas más amadas.

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