Encuentro.

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Sasuke observó el atardecer descender nuevamente sobre él, dando paso a las heladas noches que comenzaron a acompañarlo en su viaje. Debido a que consideraba al bosque una zona segura para él, luego de colocar algunas trampas básicas para avisarle de cualquier intruso, encendió la fogata, cocinando un conejo que cazó dos días antes, solo quedaba un trozo de carne por lo que debía volver a encontrar algo al día siguiente.

Aún tenía el bolsillo lleno de ryo, de los que llevó a la misión, por lo que quedarse en el bosque no era necesariamente obligatorio. Sin embargo, Sasuke prefería irse acostumbrando a lo que sería su vida de ahora en adelante; podía ir trabajando de mercenario en algunos pueblos o dando lecciones de espada, pese a que en el mundo shinobi no se ocupaba demasiado.

Decidió dormitar un rato, pendiente de cualquier sonido que pudiera percibir.

No obstante, los sueños lo aglomeraron de golpe, llevaba una semana solo dormitando y el cansancio por primera vez le venció. Desde aquel día donde abandonó a Naruto, sabiendo toda la clase de conflicto que desataría su partida, ya había pasado medio mes. Recordar la cara de Naruto le producía un tremendo malestar en el pecho, veía la decepción plantada en sus ojos, las tristeza se sentirse completamente abandonado por las personas que más quería en el mundo; sin embargo, fue a la resolución que Sasuke llegó al observar su espalda.

Sakura no volvería a menos que detuvieran a Pain y a cualquier Akatsuki que buscara a Naruto. Sasuke pensaba con resentimiento si Itachi le comentó a Sakura que él era su principal captor, o quizás le mintió, como seguramente hizo con cualquier cosa que le haya dicho para que ella aceptara ir con él.

Despertó luego de unas horas, el amanecer comenzaba a verse y la mañana era fría. Sasuke bostezó, aún cansado por no dormir bien, los recuerdos y sueños solo hacían que se sintiera mucho más agotado. Serían aproximadamente las seis de la mañana, por lo que no desayuno todavía, así que solo limpió su rostro con una pañoleta que ya se encontraba sucia y lavó sus dientes. Tenía que continuar su viaje.

Al principio pensó ir con Orochimaru, sin embargo, descartó la idea de inmediato. No necesitaba a ese sujeto, podría brindarle información pero sería a un precio muy alto; lo mejor sería buscar a cualquier Akatsuki, derrotarlo y extraerle la información al enviarlo a la aldea de la hoja.

Pero aunque confiaba en sus habilidades, todavía no conocía las de sus enemigos, por lo que tenía que reunir suficiente información.

—Sal de ahí. —ordenó Sasuke, lanzando un kunai que quedó clavado en el árbol. Alguien pegó un brinquito del otro lado, asomándose con timidez por el árbol.

—Sólo sal, estúpido pedazo de carne. —le pateó alguien, mandándola a estrellarse contra el suelo. — ¿¡Estás en la pubertad o algo así!? ¡Me repugnas!

Sasuke se puso a la defensiva, frunciendo las cejas. Sólo había captado la presencia de uno de ellos, la de la chica que ahora maldecía al contrario. Y comenzaba a plantearse la idea de que ella lo había dejado hacerlo, como si quisiera ser vista.

— ¡Me has dejado frente a Sasuke como una idiota! —bufó, levantándose de un salto. Sasuke se le quedó viendo fijamente, logrando ruborizarla de nuevo. —Mi nombre es Karin.

—Suigetsu. —se presentó el otro, con una sonrisa que no le daba ni la más mínima confianza a Sasuke. En su espalda llevaba una enorme espada que tardó unos segundos en reconocer, era la espada de Zabusa.

— ¿Qué demonios quieren de mí? —y tomó el puño de su propia espada, indicando que atacaría de ser necesario.

—Tranquilo, hombre, venimos a pedirte un favor. —comentó Suigetsu, sin inmutarse. Sasuke frunció la boca, mirando de reojo al chico con dientes de tiburón, que ahora se encontraba detrás de él.

—No los conozco de nada, ¿qué podrían necesitar de mí?

—Hace medio mes...—comenzó Karin, hablando de forma más gruesa, atrayendo la atención de ambos. —tú y tu grupito atacaran el escondite de Orochimaru.

— ¿Y?

—Resulta que la destrucción de ese escondite, libero a este pestilente de aquí. —comentó Karin, subiéndose las gafas. —Este mismo idiota fue a buscar la espada de Zabusa, yendo al escondite que yo me encontraba y liberando a todos los presos como si fuera el maldito líder.

—Aun no entiendo que tiene que ver conmigo. —Sasuke apartó el rostro que Suigetsu buscó tocar.

— ¿No lo entiendes? —preguntó Karin. — ¡Tú eres nuestro líder, Sasuke!

—Nunca escuché ni una mierda de eso, en primer lugar, ni siquiera los conozco. —bufó Sasuke. —Además, ustedes están con Orochimaru.

—Eh, no me mezcles con ella. —se quejó Suigetsu. —Karin ama a Orochimaru pero yo le detesto, es un hijo de puta.

Sasuke volvió a enfocar la mirada en Karin, esperando su respuesta; aunque aquello solo era una distracción, ya había trazado cuatro posibles rutas de escape, el problema es que no conocía las habilidades de esos dos, pero a juzgar por lo confiados que se veían, estaban prediciendo también sus movimientos. No se lo dejarían fácil.

—No te preocupes, Sasuke. No tengo problema en seguirte. —comentó Karin, sonriéndole. —Pero primero necesitamos que cumplas algo.

—No tengo porque recibir órdenes de unos extraños.

Karin suspiró, como si le molestara mucho lo que estaba a punto de decir.

—Sakura Haruno, ¿quieres información de ella, sí o no? —preguntó irritada. Suigetsu sonrió por lo bajo al ver las expresiones contrarias.

— ¿Cómo...?

—La vi, como huía en ese enorme cuervo. —comentó Suigetsu. —Ella parecía quererse alejar de ahí lo más rápido que podía.

—Igual tenemos contactos, —intervino Karin. —tres nuevos miembros se han unido a Akatsuki. Un idiota con una máscara, otro con cejas enormes y por último alguien de cabello rosa.

Sasuke detuvo sus movimientos de huida, relajando su posición, Suigetsu decidió que no quería que su cabeza saliera volando por lo que no tardó en posicionarse al lado de Karin. Ambos podían sentirlo, el enojo de Sasuke que se iba incrementando, haciéndolos carraspear de miedo.

—Podemos conseguir más información. —siguió Karin, con una mano en la cintura. —Sólo queremos pedirte una cosa insignificante.

— ¿Qué es?

Suigetsu sonrió, habían conseguido que se interesara en ello.

—Que mates a Orochimaru. 

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