Naruto y Sakura.

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Al salir de la habitación donde la estaban examinando, lo primero que topó fue la cabellera rubia de Ino, esperando por él con la mirada apartada y una flor cosmos en la mano, adornada con botones de nube, Ino frunció los labios al momento de mirarlo y ahora, le miró, con determinación.

—Ino, me estás asustando, ya basta. —pidió Sakura, alzando las manos. Ino entonces dio tres pasos a él, aún con la flor en la mano derecha, pellizcó sus mejillas estirándolas con fuerza. — ¡Me haces daño, me haces daño!

— ¡¿A qué tarado se le ocurre saltar por la ventana así?! —reprochó con fuerza, atrayendo la vista de desaprobación de las enfermeras.

—Es un hospital Ino, no debes de gritar.

Ino chasqueó la lengua, suspirando. —Como sea, toma esto, felicidades por salir del hospital. —dijo sonriente, causando más temor cómico en Sakura que buscaba la alternativa de salir corriendo de ahí. — ¡No voy a golpearte, tarado!

— ¡Definitivamente parece todo lo contrario! —gritó. — ¿Por qué me estás dando está flor?

Yamanaka hizo una larga pausa, balanceándose en sus pies, como si no pudiera o no quisiera decirlo, así que haciendo un movimiento de cabeza llamó a Sakura para que la siguiera, él pareció confundido, sin embargo, hizo caso, observando con cariño la flor obsequiada. Salieron hasta los jardines del hospital, donde algunos enfermos se paseaban o tomaban algo del cálido sol.

—Sentémonos aquí. —dijo Ino, señalando una banca de madera que era cubierta por la sombra de un árbol. Sakura obedeció, curioso por lo que su mejor amiga quisiera decirle. ¿Le reclamaría? ¿Lo insultaría? —Sakura.

— ¡Sí! —gritó de inmediato, poniéndose recto.

—Perdón.

— ¿Eh...?

Ino entonces arrugó su falda larga que llevaba, mirando sus piernas. —Siempre he querido decírtelo, pero no tenía el coraje para hacerlo. Te fallé, yo no estuve para protegerte, como te lo prometí, de hecho fui una de las personas que más te hizo daño; me contaste algo que te carcomía las entrañas, pero fui lo suficientemente idiota para darte la espalda y abandonarte, quizás, cuando más me necesitabas.

—Ino...

—Fui una tonta, lo sé. —suspiró enfrentándolo, clavando sus ojos azules en los verdes de Sakura. —Tú dijiste que querías florecer cuanto antes para poder alcanzarme, pero Sakura, el botón de cerezo que eras, ya floreció desde hace mucho tiempo, y como supuse, fue mucho más hermoso que la cosmos.

Sakura sintió sus mejillas enrojecerse, sorprendido por las palabras contrarias, así que no pudo sostenerle mucho la mirada a su amiga, la apartó de inmediato hacía la flor obsequiada.

— ¿Podemos ser amigos otra vez? —preguntó Ino, más tímida, apretando con sus manos los bordes de la banca donde estaban sentados. —Te juro que está vez sí cumpliré mi promesa.

—Jamás fallaste a ella. —dijo Sakura, recordando la pelea infernal en el bosque de la muerte, cuando Ino le rescató de una muerte segura. —Para mí siempre has sido mi mejor amiga, Ino-cerda. —y sonrió, iluminando la cara contraria.

— ¡A quién le llamas cerda, tarado! —gritó, dándole un golpe en la cabeza. Al momento que Sakura la miró, comenzaron a reír abiertamente, felices de que todo al final marchara bien. Ino entonces rebuscó algo en el bolsillo de su falda, y lo extendió a Sakura, encogiéndose de hombros.

—Pero...

—El otro ya estaba muy maltratado de todas formas. —dijo Ino, sacándole la lengua. Lo que le extendía era una banda de konoha, sobre un listón rojo. —Ahora sé que al menos te protegerá siempre que la lleves puesta, y con esa frentesota más te vale que siempre la cargues.

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