Una estrella en el universo.

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El viento cayó frío esa noche. Parecía que la naturaleza no se apiadaría de la aldea de la hoja ese día. Los árboles se mecían, haciendo que las hojas danzaran con el aire, hasta quedar en el suelo, alguna veces cayendo en las fogatas que los civiles habían preparado. Había personas yendo un lugar a otro, atendiendo a los heridos y almacenando las provisiones en una tienda prevista para ello. Los niños fueron los más abrigados, con ayuda de los gennins se pudo salvar una gran cantidad de mantas, por lo que entre todos hicieron una pequeña bolita para calentarse mutuamente.

Itachi Uchiha miraba la rapidez con la que se movía todo a su alrededor. Apenas le dirigían la mirada, y aquellas que lograban conectar con su persona, eran inquietas, asustadizas. Anko se encontraba al lado de él, comiendo, al igual que Yamato. Los dos parecían cansados. Sasuke estaba frente a él, observando el fuego en silencio. Naruto y Sakura estaban desaparecidos desde hace horas, posiblemente ayudando en la aldea; Itachi notó con gracia que su hermano menor hizo una mueca de molestia al ver que los dos partían juntos.

Mientras tanto, ante la insistencia de Kiba y Neji, la joven Hyuga se encontraba dormida, recostada al pie de un árbol sin nadie que la perturbara.

—Tenemos que hablar. —decretó Anko, terminando la sopa de vegetales que amablemente los aldeanos le dieron. — ¿Qué mierda vamos a hacer ahora? La chica Hyuga solo nos ha dado tiempo.

—No es el momento, lo resolveremos cuando llegue. —dijo Itachi. Sasuke alzó los ojos a él. —Lo mejor será que ayuden en lo que puedan a la aldea. Seguro que los ANBU han sido mandados a informar la situación a aldeas aliadas, no obstante, la ayuda tardará al menos dos días más en llegar.

—Es una gran cantidad de gente lastimada, los ninjas médicos están exhaustos. —se metió Yamato. —Y sin Hokage, no hay nadie quien nos guíe correctamente.

—Cierto, los consejeros no sirven de mucho. —bufó Anko.

—Necesitarán nombrar a un Hokage pronto, dudo mucho que Tsunade-sama vaya a despertar pronto. —comentó Yamato. —Concuerdo con Itachi. Ahora los Uchiha son la última prioridad.

Karin estaba detrás de Sasuke, escuchando la conversación con el plato de sopa sin tocar en la mano derecha. Suigetsu estaba dormido junto a Jugo, ambos tirados en el suelo, bastante cerca del fuego; luego de que Itachi lograra convencerlos de ir a Konoha, algunos pueblerinos los miraban con recelo, no estaban en posición de atender a extraños, no obstante, nadie parecía concentrarse demasiado en ellos.

Ni siquiera Sasuke.

La joven Uzumaki se relamió los labios, se sentían resecos; ciertamente era un desastre ahora mismo. Incluso el idiota de Suigetsu lucía mejor que ella. Había llorado al menos por una hora antes de volver a donde sus compañeros de viaje se encontraban, el chico con dientes de tiburón se rio abiertamente de ella, diciéndole lo horripilante que se veía, aunque luego, al ver que Karin no le contestaba nada, junto a Jugo, se sentó a su lado y no dijeron nada más hasta que Itachi llegó con ellos.

— ¿No tienes hambre?

Ella dio un brinquito, sorprendida de que le dirigiera la palabra. Subiéndose los lentes miró a Sasuke, ahora estaba a su lado; Karin volteó un segundo atrás, Itachi se estaba marchando junto con Anko y Yamato, seguro para apoyar en un lugar cercano.

Mentiría si dijera que no le temblaron las manos y estuvo a punto de derramar el plato en el suelo.

— ¿A dónde irá tu hermano sin la supervisión de la Hyuga? —preguntó Karin, metiendo la cuchara en el caldo.

—Anko dijo que usarían sus habilidades para ayudar a las personas que aún se encontraban atrapadas.

— ¿Y por qué no has ido con ellos?

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